La ballena azul de Raúl Quinto: indagar en lo ominoso.
De entre todos los perjuicios que nos ha traído internet, que no son pocos, uno de los más perturbadores son los retos virales. Si bien algunos de ellos son inocuos o hasta divertidos, como aquel de tirarse un cubo de agua por encima o el de hacer un baile grupal, otros se adentran en lo siniestro. En concreto, Raúl Quinto se fija en el que en 2017 se puso de moda en algunos países y que bajo el nombre de “la ballena azul” incitaba al “jugador” a realizar varias pruebas extremas, entre las que destacaban el visionado de vídeos de terror o la autólisis. El supuesto y demencial reto podía llegar en su quincuagésima y última prueba a inducir al suicidio, algo que se llevó a la realidad en algunos tristes casos, normalmente en adolescentes.
Quinto, tras el éxito de Martinete del Rey Sombra, se ha propuesto en La ballena azul llevar al formato libro este siniestro reto de internet y ha dado uno de los libros más duros y extremos que se hayan publicado en España en los últimos años. Y es que aquí el lector (o el narratario, más bien) se convierte en el “jugador” del reto y el narrador, bajo el nombre de Voltaire Rojo, le va dando indicaciones sobre lo que debe hacer en cada una de las pruebas. Así, e imitando el reto digital, en cada uno de los cincuenta capítulos se dan instrucciones para hacerse cortes, pasar un día sin hablar, subirse a lo alto de un edificio, despertarse a las 4:20 o ver vídeos de terror extremo. Quinto emplea ese lenguaje manipulador propio del creador del juego, un joven ruso que acabó siendo juzgado por inducción al suicidio, en textos en los que poco a poco se pretendía socavar la voluntad de los jóvenes “jugadores” y llevarlos hasta el extremo que los animaba a saltar de lo alto de un edificio.
Si el resultado de esto no fuera lo suficientemente perturbador, Raúl Quinto va más allá y completa estas “pruebas” con la narración de diferentes episodios reales unidos por su carácter siniestro. En muchos de los capítulos, especialmente en la segunda mitad del libro, el narrador realiza una especie de indagación en lo ominoso, poniendo ejemplos de hasta dónde puede llegar la maldad del ser humano para influir en el narratario. En estas páginas, las mejores del libro a mi juicio, hallamos historias como la de un exorcismo que acabó en asesinato en Almansa a principios de los años noventa, la de la secta de los davidianos y su polémico final a manos del FBI, la de un siniestro doctor japonés y sus demenciales experimentos o de las terribles condiciones en las que vivían los niños rumanos en los hospicios del final de la dictadura de Ceausescu.
Con todo ello construye Raúl Quinto una obra muy dura, no apta para lectores sensibles y en la que bucea en las simas de la oscuridad del comportamiento humano para tratar de entender las razones de la maldad más absoluta.
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