El corazón de la fiesta, Gonzalo Torné, Anagrama, 2020, 255 págs., 18€.
En una escena que considero definitoria de El corazón de la fiesta por su fuerza simbólica, se nos presenta a la amante del presidente de Cataluña alarmada porque han mantenido una relación sexual en el despacho del gobernante sin cerrar la puerta. El Rey, apelativo que como veremos define perfectamente el perfil de este político, le responde tranquilizándola y asegurándole que no han corrido ningún riesgo por la sencilla razón de que nadie se atrevería a entrar en su despacho sin llamar. Esa suficiencia en un asunto que podría ser escabroso es sólo una pequeña muestra del poder omnímodo que Pere Masclans llega acumular en la Cataluña de esta ácida novela de Gonzalo Torné, tan parecida a la real.
Y es que las actuaciones del Rey de Cataluña en el territori, sus corruptelas, el poder que acumula su familia y la caída final convierten a Masclans en una figura que podríamos confundir con Jordi Pujol, el “honorable” presidente que gobernó esta comunidad autónoma durante más de dos décadas y cuya trama familiar ha provocado su desprestigio. Torné, además, utiliza algunas referencias al pasado político de Pujol (ese “catalán en la intimidad” que afirma practicar un presidente madrileño o la rima con la que se le conmina a hablar castellano) que parecen llamar a la identificación entre personaje y persona real. Sin embargo, la figura del Rey de Cataluña va más allá y se configura como un epítome de todos los políticos corruptos que han gobernado como pequeños sátrapas nuestros ayuntamientos o comunidades. Incluso hay un guiño a Juan Carlos I cuando el protagonista del libro pide perdón a la prensa contrito y devastado, caído por fin de su trono.
Tanta o más importancia que Pere Masclans en El corazón de la fiesta tienen algunos de los miembros de la “familia real”. Junto a la amante, la nórdica Astrid, la esposa, la catalanísima Montse, y el benjamín Pere, Yúnior, destaca el hijo que el Rey tuvo con Astrid y que es apodado, siguiendo la terminología de la realeza, como el Bastardo. Se trata de un personaje que marcado por su origen se mueve entre la fidelidad a su padre y a sus hermanastros y la venganza por ser considerado un mero subalterno. Este resquemor latente se ve azuzado por su pareja: la volcánica Violeta. Es este el personaje más magnético de la novela, el verdadero centro de la trama y la desencadenante de la pelea entre Yúnior y el Bastardo. Su origen humilde y castellano, le llega a gritar a su padre (el desconfiado Juan Mancebo) que ella también es catalana, hace que sea vista por la “Primera Familia” como una mera advenediza, una “charnega”. Al principio queda obnubilada por el dinero que sin freno gasta el Bastardo pero poco a poco su ambición la lleva a provocar que los pilares de los Masclans tiemblen.
Torné opta por una perspectiva que podríamos llamar lateral; los narradores, Clara Montsalvatges y Joan-Marc, son una pareja intermitente que descubre que los gritos que vienen del otro lado de la pared son los del Bastardo del Rey y de su mujer. A través de los testimonios de Violeta y de otros miembros de la familia reconstruirán los sucesos principales de la historia.
Con un ritmo rapidísimo, una ironía acerada y un estilo de gran riqueza en el que se intercalan algunas frases de canciones de Astrud, Torné nos ofrece una novela notable, en la que con una enorme agudeza retrata las miserias de la corrupción política.
Reseña publicada en El Noroeste.