Las acacias del éxodo, Conchi Moya, Sílex, 2019, 120 págs., 12€.
Pocos pueblos han sufrido más en el último medio siglo que el saharaui. Quizás los kurdos sean una de las pocas naciones que hayan vivido tanta represión como los habitantes de este país del norte de África. Tras el abandono español de la zona, Marruecos se apropió del Sáhara Occidental e inició una ocupación que dura hasta nuestros días. En las últimas cuatro décadas los esfuerzos diplomáticos y bélicos del pueblo saharui han sido estériles y hoy en día sus habitantes malviven en campos de refugiados, en el exilio o bajo la dominación marroquí. A pesar de ser un conflicto tan cercano geográfica y culturalmente, existe una importante literatura saharaui escrita en español, el Sáhara Occidental raramente ocupa titulares en la prensa de nuestro país, lo que provoca que el desconocimiento de la situación de este pueblo se sume al oprobio por el comportamiento de nuestros gobernantes.
Esta primera razón extraliteraria, ese abandono de una injusticia tan flagrante como olvidada, justifica ya de por sí la lectura de Las acacias del éxodo, ya que el libro de Conchi Moya es una manera estupenda de conocer de primera mano la historia, la cultura y los problemas de este pueblo. Y es que esta autora madrileña es una gran conocedora del país y de sus gentes, autora de otros libros sobre el tema, uno de ellos junto al activista saharaui Bahia Mahmud Awah. Pero, al contrario de volúmenes anteriores, Moya opta por la ficción para mostrar, de una manera tanto o más eficaz que en un ensayo, la realidad del Sáhara Occidental.
El libro está compuesto por veinticuatro relatos de diferente extensión que se alejan en su mayoría de la estructura narrativa más clásica. La autora opta por fragmentos de historias, por anécdotas o por semblanzas que buscan conformar un mosaico que acerque al lector español a la realidad saharaui. Aunque con un estilo cuidado, en Las acacias del éxodo percibimos cierta tendencia a la oralidad, como si la escritora quisiera desaparecer y otorgarle el protagonismo a aquellas personas que le contaron las historias que ella reproduce. Moya acierta al evitar ese egocentrismo tan habitual del escritor contemporáneo y ofrecer al lector las peripecias de los saharauis desde su propia perspectiva y no desde esa perspectiva exótica tan propia del europeo.
Por supuesto, el hecho de que la autora sea española hace que el libro esté pensado para los lectores de nuestro país. Así, la presencia de personajes peninsulares es habitual en los relatos, desde los activistas que apoyan la causa saharaui, hasta los antiguos habitantes de la colonia, pasando por algún político real como Felipe González que no sale bien parado por su traición a la causa con la que se comprometió antes de ser presidente. Además, el libro es rico en referencias a la cultura, a las tradiciones y la lengua de este pueblo, que llevan a la autora a incluir medio centenar de notas a pie de página y un completo glosario.
En cuanto a la temática de los textos que integran Las acacias del éxodo, podemos citar el recuerdo (casi siempre positivo) de la época colonial, las batallas de la guerra contra los marroquíes y las penurias sufridas durante el exilio. Moya toma claramente partido a favor de la causa saharui y termina el amargo volumen con un canto a la esperanza a modo de relato sobre un futuro Sáhara independiente y próspero.
Reseña publicada en El Noroeste: