Espejos, Ary Malaver, Valparaíso, 2022, 258 págs., 15€.
Con tan solo hojear este
libro cualquiera descubrirá que Espejos no es una obra más. Esta primera
afirmación al comienzo de una reseña crítica puede parecer demasiado hiperbólica;
en un mercado saturado de nuevos títulos que luchan en las librerías por atraer
la atención del lector, la originalidad es una cualidad muy valorada. Sin
embargo, esa primera hojeada basta para constatar que desde la maquetación del
texto Espejos posee una serie de rasgos que lo hacen sorprendente y, lo
que es más importante en literatura, interesante gracias a una serie de
características singulares que repasaremos a continuación.
Esa peculiar forma de los
textos del libro en el papel a la que aludíamos es en forma de nota a pie de
página. Los 233 fragmentos del libro de Ary Malaver aparecen en la parte
inferior de la hoja, numerados y con una raya negra horizontal en la sección
izquierda de la página que los separa del resto. Sin embargo, estos dos
centenares largos de notas al pie no se corresponden, en principio, con ningún
texto, ya que el resto de la hoja, la parte superior, queda en blanco. El autor
subvierte así uno de los principios básicos de la literatura, ya que el texto
no existe, o al menos no está presente de manera directa, y el paratexto, que
habitualmente posee una labor auxiliar, secundaria y casi parasitaria, se
convierte aquí en el protagonista.
Esta peculiar disposición
gráfica de Espejos es seguramente la característica más llamativa del
libro, pero no la única que hace de este un volumen original. De hecho, este
tipo de modificaciones del lugar del texto en la página tiene una gran
tradición en la literatura, por ejemplo, con los caligramas de los
vanguardistas o con las experimentaciones del OuLiPo, un grupo francés de
escritores de los años 60 y 70 del siglo XX. Sin ir más lejos, el poeta
cartagenero José Alcaraz usó una estructura similar a la de Espejos en
su poemario Edición anotada de la tristeza (2013).
Por eso, Malaver, va más lejos y también subvierte la relación habitual entre título y texto. Al comienzo del libro tenemos lo que podríamos considerar un índice, que se repite al final del volumen con la numeración de las páginas, con los títulos de los textos. Sin embargo, y como ya hemos señalado, en las páginas de Espejos no volvemos a encontrar esos títulos, ni los textos que el lector está acostumbrado a hallar, sino esas notas a pie de página que abandonan su lugar secundario y toman el protagonismo de la obra ante el vacío de título y texto.
Pero Malaver, autor peruano afincado en Estados Unidos, no se conforma con estas transgresiones textuales, sino que extiende su gusto por la heterodoxia al contenido de los 232 textos. No es fácil adscribir Espejos a un género literario determinado. La brevedad e independencia de la mayoría de los textos lo podría relacionar con la minificción, ese hiperónimo en el que se engloban géneros de corta extensión como el aforismo, el haiku o el microrrelato (los tres presentes en este libro). No olvidemos que Ary Malaver ha cultivado la minificción, en su anterior libro Incidentes (2019) y la ha estudiado, en su ensayo La brevedad como poética (2019). El libro culmina su apuesta por la heterogeneidad con su variedad temática (la mitología, la espiritualidad, la intertextualidad, la reivindicación del papel de la mujer en la Historia, etc.) y lingüística (además de español, hay fragmentos en inglés o francés).
Reseña publicada en El Noroeste: