domingo, 28 de junio de 2020

Vacas - José Bocanegra



Vacas, José Bocanegra, La Marca Negra, 2020, 134 págs., 15€.

Ejerce la Cornisa Cantábrica una poderosa atracción para los habitantes del sur del país. Quizás sea por el verde de sus paisajes, por la tranquilidad de su vida rural o por el embravecido mar que aparece tras sus abruptos acantilados, pero es innegable ese magnetismo de nuestras antípodas españolas. Esta atracción es la que siente Vincent, el protagonista de Vacas, que deja durante un verano el Mar Menor donde habita para disfrutar de las olas del Cantábrico, mucho más adecuadas que las murcianas para practicar su afición: el surf.

La novela relata las semanas que este personaje y su fiel perra Greta pasan en diversas localidades de Cantabria, Asturias y el País Vasco. Vincent se va alojando en todas ellas en casas perdidas en el monte o ubicadas en pequeños pueblos y en las que le dejan pernoctar a cambio de echar una mano en las labores de acondicionamiento de la vivienda. Es una manera perfecta de viajar para alguien que, como él, nunca tiene dinero suelto en el bolsillo y quiere disfrutar de las imponentes playas cantábricas donde se integra sin problemas en la “tribu” surfista.

La variedad de viviendas en las que Vincent pasa sus vacaciones norteñas y el ambiente relajado y alternativo que proporcionan la mayoría de los anfitriones permiten que a lo largo de la novela, y del verano del protagonista, vayan apareciendo una multitud de personajes interesantes. Entre ellos destaca Ron, un antiguo marino, que le cuenta sus peripecias en barcos que recorrían el mundo entero como si de un autobús de línea se tratara, en plataformas petrolíferas del Mar del Norte o en aserraderos de las selvas paraguayas. Vincent, un tipo de espíritu independiente y errante como demuestra su manera de viajar y que su principal ocupación sea jugar al póker por internet, se siente irremediablemente atraído por las historias del veterano Ron.

El continuo movimiento que durante el verano viven Vincent y Greta, como las olas en el mar los arrastra constantemente la necesidad de encontrar un nuevo alojamiento, queda reflejado también en la particular manera de narrar de Bocanegra. El libro está compuesto por numerosos y breves capítulos que, a su vez, están integrados en su mayoría por frases cortas. En Vacas se percibe la influencia de novelas de la generación beat como La carretera de Kerouac, y no sólo por el subtítulo de “road novel”, sino por la concatenación de oraciones yuxtapuestas, brevísimas como imágenes que saltan un segundo a la retina del lector y que hacen un continuo uso de la elipsis y de la interjección “hum”,  

A esta manera de narrar, que puede desconcertar a lectores habituados a relatos más tradicionales, se le une cierta tendencia a lo onírico en algunos fragmentos. Se trata, por ejemplo, de las historias de Labret, un amigo del protagonista que tiene varias experiencias en un manicomio, y de la aparición del poeta murciano Soren Peñalver acompañado por unas vacas en una playa marmenorense. Las escenas protagonizadas por ambos personajes se intercalan en varias ocasiones en el relato del verano cantábrico de Vincent. Además, Bocanegra alterna la primera persona, la tercera e incluso la segunda, provocando que se acreciente esa variedad de formas discursivas que otorgan a este peculiar e interesante libro cierta imagen de collage.

domingo, 21 de junio de 2020

Diario de Luxemburgo - Juan Antonio Franco López



Diario de Luxemburgo, Juan Antonio Franco López, Creaciones Luxemburgo, 2020, 172 págs., 15€.


Existe una palabra que en los últimos años se ha puesto de moda al hablar de psicología: empatía. Se trata de un sentimiento del que carece gran parte de la población española con respecto a los inmigrantes; por mucho que nos solidaricemos con su situación, es difícil ponernos en su lugar, porque no hemos sufrido esta experiencia tan brutal. Incluso los españoles que tuvieron que emigrar durante la reciente crisis económica lo hicieron con unas condiciones, afortunadamente, mucho mejores que los que cruzan el Estrecho. 

Para cultivar esta empatía hacia el otro, hacia el inmigrante, especialmente entre los más jóvenes, es fundamental que aparezcan libros como este Diario de Luxemburgo de Juan Antonio Franco López. Se trata de un testimonio de primera mano de una época no demasiado lejana, apenas un par de generaciones de la actual juventud, de cuando Europa recibía mano de obra barata proveniente de nuestro país. Años en los que muchos españoles huían de la pobreza y, a veces también, de la Dictadura, para prosperar igual que hoy lo intentan los sudamericanos, africanos o ciudadanos del este de Europa que eligen nuestro país como destino.

El libro recoge el diario que escribió un emigrante español, Antonio, durante los meses que pasó trabajando en Luxemburgo en 1964. El responsable de la edición es su nieto, Juan Antonio, que recibió poco antes de que su abuelo muriera el texto original que Antonio había guardado durante décadas. Dos generaciones distintas unidas por la necesidad de contar una historia que no sólo definió a su familia, sino a una parte importante de la población española de los años 60.

Antonio va contando de manera sencilla y franca las experiencias que vive desde que parte de la murciana estación del Carmen hasta que el diario se interrumpe seis meses después. Tras el extenuante viaje repleto de incomodidades, cambios de trenes, dificultades para entenderse con los franceses y el frío del invierno europeo, el protagonista y sus amigos, Paco, Macareno, Perico y el Tremendo, arriban por fin a Luxemburgo, donde con la ayuda de otros españoles encuentran alojamiento y trabajo.

A partir de ahí se suceden los días de extenuante faena abriendo zanjas, preparando canales o moviendo ladrillos. Antonio debe aguantar el trato vejatorio de los jefes, que desconfían de esos desharrapados del sur que son para él los peones españoles, y unas condiciones que hoy nos indignarían y que provocan que los accidentes laborales sean frecuentes. Pero lo peor, tal y como refleja el autor del diario en las páginas más íntimas, son los periodos de descanso en los que el recuerdo de la familia y el poco dinero que logra ahorrar provocan sus lágrimas.

Sin embargo, también se ofrece en Diario de Luxemburgo la perspectiva más positiva de la vida del emigrante. Destacan entre ellas las juergas con Walter, un trabajador alemán que hace buenas migas con Antonio, la fascinación por el paisaje centroeuropeo, el compañerismo entre los emigrantes o la sorpresa por las modernas costumbres de las mujeres luxemburguesas.

Estamos ante un libro que más que por sus méritos literarios debo recomendar por sus valores sociales y por ser un testimonio de primera mano de una parte reciente de nuestra historia, una época en la que el español era el otro.  

Reseña publicada en El Noroeste:


domingo, 7 de junio de 2020

Búnker - Toteking



Búnker, Toteking, Blackie Books, 2020, 232 págs., 20€.


Que un escritor debutante cuente con el apadrinamiento de Enrique Vila-Matas, seguramente el autor español que más ha influido a los narradores de las últimas décadas, llama la atención. Si a este marchamo, ratificado con un elogioso prólogo, se le suma que la ópera prima es publicada por una editorial tan respetada como Blackie Books, las expectativas ante el volumen se acrecientan. Sin embargo, ninguno de estos dos hechos llamará más la atención al lector que se acerque a Búnker que la profesión de su autor: rapero. Existen numerosos prejuicios, al menos en España, con respecto a este género musical, especialmente en los ambientes más rancios, que lo consideran como una manifestación cultural inferior, incluso con respecto a otros tipos de música.

Toteking, alias del sevillano Manuel González Rodríguez, es uno de los raperos de mayor éxito y prestigio en nuestro país. Pertenece a la generación que protagonizó el despegue del hip hop español a finales de los noventa y los primeros años del siglo XXI. Sus primeros discos, junto con los de la Mala Rodríguez, El Chojin, Violadores del Verso, Nach o sus paisanos de SFDK, supusieron un salto cualitativo y lo convirtieron en un icono del rap patrio, puesto que aún hoy mantiene. Dentro de este mundo, Toteking siempre fue visto en parte como un rara avis por unos intereses culturales, estudió Filología Inglesa, que pueden llegar a ser sospechosos en una género donde la autenticidad se mide por las experiencias callejeras que acumules. Es curioso que veinte años después de su debut discográfico, Toteking vuelva a situarse como un outsider, en esta ocasión dentro de la literatura.

El autor de Búnker es consciente de su excentricidad dentro del rap y de sus rarezas, algunas de ellas relacionadas con el Trastorno Obsesivo Compulsivo que sufre, y en el libro se detallan algunas de estas obsesiones. Tote se presenta al principio como un misántropo, el título de la introducción (“Odio”) es bastante definitorio, pero tras el profundo repaso a su vida que es el libro, acaba convenciéndose de que lo único que odia son algunos convencionalismos de la sociedad que le ha tocado vivir. Estamos pues ante un libro que se puede definir como de “autoconocimiento”, pero que evita lanzar un mensaje moral ni aleccionador y en el que la conclusión es sólo una consecuencia de ese repaso vital que el autor realiza.  

En Búnker encontramos algunos de los temas que ya han aparecido en sus canciones: la literatura, de la que se define como “yonqui”, la música, mucho más allá del hip hop, el cine, posee una colección inabarcable de películas, o el baloncesto. En casi todas estas aficiones se siente la huella del padre recientemente fallecido y al que se le dedica uno de los capítulos más emotivos.

El libro gustará especialmente a los aficionados a la música de Toteking; descubrimos sus orígenes en el rap, las anécdotas de las que surgieron algunas de sus canciones más conocidas y también las miserias de la fama y de la vida del artista. Sin embargo, y más allá del interés por conocer mejor a una de las estrellas del rap del país, Búnker puede agradar a un lector ajeno a este tipo de música gracias especialmente a capítulos de aliento más literario como “Salto”, en el que la estructura discursiva imita las asociaciones de ideas que se producen en la mente del autor, o “Gansbaai Hooligan”, donde la influencia de Vila-Matas es patente.

Reseña publicada en El Noroeste: