Convivir con el genio, Juan Bautista Durán, Comba, 2014, 150 págs.,
15€.
Una de
las claves más importantes y a menudo olvidadas del éxito de un libro de
relatos es la ordenación de los textos. Al igual que ocurre con los poemarios, em
las colecciones de narraciones el autor y el editor presentan al lector un
itinerario que influirá decisivamente en la recepción. Juan Bautista Durán,
autor de este Convivir con el genio,
y los editores de Comba distribuyen los cuentos de este volumen en tres
secciones con tres tonos muy diferentes. Cada una de ellas está integrada por cuatro,
cinco y tres relatos respectivamente y poseen una coherencia interna que nos permite
comentarlas por separado.
El
primer bloque del libro es, desde nuestro punto de vista, el que integra los textos
menos logrados. Son cuatro historias que comparten la temática amorosa y una
estructura un tanto desmadejada, con finales abiertos o, al menos, no
conclusivos que provocan en el lector cierta sensación de levedad. Más que
narraciones bien ejecutadas, como sí lo son las del resto del libro, estamos
ante episodios de temática sentimental sobre las relaciones entre varias
parejas. De este cuarteto inicial, que no provoca al lector el deseo de
continuar con la lectura del resto, destaca “Au-pair”, protagonizado por un joven argentino que vive un amor de
verano en la localidad inglesa donde cuida a las hijas de un matrimonio en cuya
casa se aloja. El autor sabe caracterizar bien al narrador, incluyendo el
léxico rioplatense que emplea, pero el relato no termina de proporcionarnos una
historia enjundiosa.
Mucho
más interesantes son los cinco cuentos que Durán nos ofrece en la segunda
sección de Convivir con el genio y
que tienen como elemento común a unos protagonistas que podríamos definir como
particulares y, en algunos casos, extravagantes. Son relatos con una estructura
interna mucho más sólida, con historias elaboradas dentro de la sencillez que
implica el género cuento y con finales cerrados y, a veces, sorprendentes. En
las páginas de este quinteto encontramos a unos maquinistas jubilados que se reúnen
en el metro para rememorar tiempos mejores, en “Nicolás de las doce”; la
peculiar vigilancia al casi ermitaño Bonald, en “Acerca de Bonald”; las
extrañas relaciones familiares que establecen los protagonistas de “Blasi a
tres bandas”; y el recuerdo de un verano de juventud, en “Planchar divisas”.
Termina
el volumen con otros tres cuentos que tienen en común el tema de la identidad y
la presencia de personas reales entre sus protagonistas. En el primero de
ellos, “Aviario”, aparece la poeta Nora Almada y un personaje, Octavio
Larralde, que centrará la atención del resto. El siguiente, “Convivir con el
genio”, es el más extenso de todo el volumen y cuenta la singular historia de
un argentino que desea que el narrador le apadrine para poder cambiar su
nombre. Se da la circunstancia de que se llama igual que el futbolista Ariel
Ortega, lo que, según él, ha marcado su devenir. En este cuento se cita a un
tal Eduardo Goitia, cuyo nombre reaparecerá en el papel de un amigo del
narrador que cruza media España en bicicleta en el último cuento: “Sueños con
tesoro”. En él aparece también la historia real del cantante Óscar D’aniello.
En esta
docena de cuentos de irregular calidad encontramos los mimbres de un autor aún joven,
tiene treinta años, pero cuya evolución como narrador seguiremos con interés.