Jugar con fuego, Sandra Bruce, Boria, 2019, 295 págs., 16€.
A los temas relacionados con la mujer que desde hace un tiempo se están reivindicando en la literatura española, Sandra Bruce añade en Jugar con fuego el de la liberación del ama de casa. Este rol que muchas mujeres desempeñan en sus familias no protagoniza de manera muy frecuente las obras literarias, enfocadas en aspectos diferentes que parecen poseer más interés para los autores. Por ello se agradece que Bruce opte por poner el foco en los sentimientos que sufre una mujer que ha abandonado su trabajo para cuidar de su hija recién nacida y ocuparse de su casa.
El libro se presenta como una historia de empoderamiento protagonizada por una mujer que se niega a resignarse a una vida enclaustrada en casa y a un marido que parece ignorarla cuando no despreciarla. Stella es una joven inglesa que vive en Valencia junto a su pequeña Ana y a su esposo Paco, un abogado centrado más en su trabajo y en lo que piensan su madre y su hermana que en su hija y su mujer. Esta ponzoñosa influencia que la familia política del marido tiene sobre el matrimonio es uno de los temas fundamentales de Jugar con fuego. Stella, personaje central y a quien el narrador acompaña durante todo el libro, tiene que enfrentarse a un matriarcado que la excluye de todas las decisiones importantes de la familia pero que acuden a ella cuando necesitan que cuide a uno de sus miembros enfermo.
Bruce da voz a todas esas mujeres que son convertidas por sus maridos en meras subalternas cuya jerarquía en la familia es secundaria tan sólo por trabajar dentro de casa y no fuera. Stella comienza la novela en un punto cercano al colapso por sentirse incapaz de cuidar adecuadamente de su hija y de su casa y por no tener más incentivos en su vida que las comidas mensuales con un excéntrico grupo de mujeres extranjeras como ella. Y es que el origen inglés de Stella es un elemento fundamental en la trama, ya que provoca que sienta a sus padres demasiado lejos para apoyarla y que no termine de comprender la idiosincrasia de la familia de su marido. Este rasgo de Sara, el ser extranjera en España, que comparte con la autora, permite que tengamos una perspectiva original de los comportamientos propios de las familias españolas.
Esa situación tan negativa de la que parte Stella va poco a poco cambiando gracias a una serie de cambios en su vida que desencadena Judith, una doctora que le ofrece un trabajo como traductora al inglés de los artículos científicos de un grupo de médicos de un hospital de la ciudad. Stella se decide a ocultarle a Paco su nueva ocupación, por miedo a que él la rechace, y entra en una espiral de mentiras y ocultaciones que, sin embargo, provocan una emoción que reactiva la aletargada existencia de la protagonista. Comienza entonces a “jugar con fuego”, tal y como alude el título de la novela, en una doble vida que llevará su matrimonio a una encrucijada en la que ella tomará por primera vez las riendas.
Sandra Bruce nos ofrece una novela con un ritmo muy ágil y cuya lectura absorbe el interés del lector, que acompaña a Stella en su proceso de emancipación.
Reseña publicada en El Noroeste: