Biografía del fuego, Carlota Gurt, Libros del Asteroide, 2023, 195 págs.
Tras su excelente novela Sola (2021), Carlota Gurt retorna al cuento con esta Biografía del fuego, una colección de
relatos algo irregular, pero en la que se agradece su valentía y su apuesta por
hacer que el género abandone sus caminos más trillados.
Los cuentos a menudo evitan la estructura clásica de
presentación, nudo y desenlace para ofrecer narraciones mucho más abiertas, en
las que con frecuencia el lector queda sorprendido por un final abierto o por
la (aparente) incoherencia de la trama. En muchas ocasiones Gurt sale airosa de
este riesgo que corre y nos ofrece relatos magnéticos como “Prohibido especular”,
sobre una taquillera de un lugar cuya verdadera naturaleza ella misma
desconoce, “Todavía queda oxígeno”, esa biografía del fuego de la protagonista
a la que alude el título de la colección, o “Y muy raramente, la muerte”, en el
que un hombre se aísla en una casa de campo durante una semana. Sin embargo,
otros cuentos quedan demasiado en el aire y no he terminado de engancharme a
historias sobre la obsesión de un hombre por la estrechez de su dormitorio, “Tectónica
de placas”, sobre un vuelo parabólico, “Amor”, o al último del libro, “Balas de
paja”, el más ambiguo del conjunto.
Junto a estos textos de estructura más abierta existen
otros de planteamiento más habitual en los que encontramos varias tendencias
que otorgan una unidad, que como más tarde veremos, es esencial para Carlota
Gurt. En primer lugar, tenemos el carácter metaliterario de algunos relatos, en
los que se pone el foco en la propia escritura del texto. En relación a esta
tendencia podemos citar “La máquina inmensa”, sobre una mujer que imagina un
relato mientras se despide de su pareja, con la que acaba de romper, o el final
de “Dinosaurios”, donde el narrador conjetura posibles finales de la historia.
Otro elemento en común es el carácter cinético de muchos de los relatos, que se
estructuran como pequeñas road movies
en las que la presencia de los personajes en los coches cobra gran importancia.
En este grupo están el ya citado “Dinosaurios”, sobre una pareja que recoge a
una autoestopista, “Todavía queda oxígeno”, en la que la protagonista conduce
acompañada por sus hijos, y, especialmente, “Los tullidos”, sobre el viaje por
Francia de una familia.
Pero quizás el hecho que más llame la atención de Biografía del fuego tenga que ver con el aviso que la autora incluye al principio del libro: “Instrucciones de uso: leer los cuentos en orden y no más de dos seguidos”. Mientras que la segunda recomendación tiene que ver más con la intención de que el lector dosifique la lectura del libro, la primera es muy interesante en cuanto a la composición del volumen. Si bien en ningún caso se trata de una de esas novelas que actualmente comienzan a proliferar y que están compuestas por capítulos que se pueden leer como relatos, cada texto de este libro posee un carácter independiente, existen ciertas alusiones entre ellos. No se trata de continuaciones ni siquiera de distintas versiones de la misma historia, estamos ante relaciones más sutiles, como un personaje que aparece en un cuento y protagoniza otro. Es el caso, por ejemplo, de la ingeniera que acepta la complicada construcción de un túnel en Japón de “Hokkaido” o de la mujer de “Mis tanques”, que vive dentro de ellos.
Con sus momentos más inspirados y con otros que no hacen la lectura tan atractiva, Biografía del fuego es un volumen interesante y que muestran, al igual que hacía Sola, a una autora muy personal y a la que hay que seguir la pista.