Lady sings the blues, Billie Holiday, Tusquets, 2015 (1956), 240 págs., 9€.
Afirman los críticos musicales que Billie Holiday tenía una forma de cantar única, muy apasionada. Gracias a su memorias podemos saber que esa personalidad que lucía en los escenarios también se refleja en su vida cotidiana, marcada por su problemática forma de ser y por la mala suerte.
Lady sings the blues nos permite conocer, gracias a una de sus protagonistas, la época dorada del jazz norteamericano. Por sus páginas desfilan los grandes músicos, las cantantes más famosas y las salas míticas de los años treinta y cuarenta. Pero también aparece el lado más turbio del negocio: las duras giras, la precariedad económica de los contratos de los artistas y, sobre todo, el racismo. Incluso una cantante tan admirada como Billie Holiday tiene que sufrir el desprecio y las humillaciones que los afromericanos sufrían día a día en aquella época. Sobre el escenario era la estrella, pero, al bajarse, tenía que salir por la puerta de atrás para no mezclarse con el público blanco.
No sólo el racismo influye en la vida de la cantante, la violencia, la pobreza o el intento de violación que sufre siendo una niña marcan su personalidad. Los éxitos musicales van paralelos a sus problemas con la justicia, pasa varias temporadas en la cárcel, y con las drogas, la heroína acabará con su vida con poco más de cuarenta años.
En este libro, que tiene un tono de confesión y un discurso de narración oral, Billie nos cuenta sin tapujos su vida, sin olvidar los agradecimientos a los músicos y representantes que la ayudaron, pero pasando cuentas a los amantes, policías y jueces que empeoraron si cabe a su personalidad autodestructiva.