domingo, 26 de abril de 2015

Lady sings the blues - Billie Holiday


Lady sings the blues, Billie Holiday, Tusquets, 2015 (1956), 240 págs., 9€. 

Afirman los críticos musicales que Billie Holiday tenía una forma de cantar única, muy apasionada. Gracias a su memorias podemos saber que esa personalidad que lucía en los escenarios también se refleja en su vida cotidiana, marcada por su problemática forma de ser y por la mala suerte. 

Lady sings the blues nos permite conocer, gracias a una de sus protagonistas, la época dorada del jazz norteamericano. Por sus páginas desfilan los grandes músicos, las cantantes más famosas y las salas míticas de los años treinta y cuarenta. Pero también aparece el lado más turbio del negocio: las duras giras, la precariedad económica de los contratos de los artistas y, sobre todo, el racismo. Incluso una cantante tan admirada como Billie Holiday tiene que sufrir el desprecio y las humillaciones que los afromericanos sufrían día a día en aquella época. Sobre el escenario era la estrella, pero, al bajarse, tenía que salir por la puerta de atrás para no mezclarse con el público blanco. 

No sólo el racismo influye en la vida de la cantante, la violencia, la pobreza o el intento de violación que sufre siendo una niña marcan su personalidad. Los éxitos musicales van paralelos a sus problemas con la justicia, pasa varias temporadas en la cárcel, y con las drogas, la heroína acabará con su vida con poco más de cuarenta años. 

En este libro, que tiene un tono de confesión y un discurso de narración oral, Billie nos cuenta sin tapujos su vida, sin olvidar los agradecimientos a los músicos y representantes que la ayudaron, pero pasando cuentas a los amantes, policías y jueces que empeoraron si cabe a su personalidad autodestructiva.

lunes, 20 de abril de 2015

Blitz - David Trueba



Blitz, David Trueba, Anagrama, 2015, 166 págs., 16€. 

Plantea David Trueba en Blitz varios de los problemas que afectan a toda una generación, la de los treinteañeros españoles, que se ha visto afectada, como todas, por la crisis económica. En un momento dado, Anabel, una amiga y compañera de trabajo del protagonista, define así a la gente de esta edad como “niños mimados, incapaces de afrontar las dificultades, acostumbrados a torcer todos los derechos ganados por nuestros abuelos y padres”. Esta ácida reflexión retrata parcialmente a Beto, el narrador y protagonista de la novela, que ve como al inicio de la treintena su vida laboral y personal se desmorona. Y aunque la precariedad laboral tiene un peso importante en el libro, Blitz es, ante todo, una historia sobre la pérdida del amor.

En un viaje a Munich, adonde han ido a presentar un proyecto arquitectónico a un concurso, la pareja que forman Beto y Marta se rompe cuando ella le envía un sms equivocado. Ante esa situación tan incómoda y viéndose abandonado por su pareja, a la que idolatra, el protagonista decide quedarse unos días más en la ciudad alemana. Beto inicia allí su particular descenso a los infiernos, narrado desde la ironía por él mismo, que incluirá vagar por las calles de Munich, despilfarrar sus últimos euros en un capricho e incluso un enfrentamiento con otro arquitecto. Sin embargo, será otra mujer la que le saque de ese hundimiento anímico con una breve pero intensa relación que constituye lo mejor del libro.

Pone en juego Trueba de manera muy natural una serie de sentimientos como la culpa, la vergüenza, el ridículo o el deseo en esta aventura del protagonista surgida del despecho. La intimidad de ambas relaciones, la de Marta y la de la nueva mujer, tiene como espacio común el dormitorio, lugar propicio, además de para los encuentros sexuales, para las conversaciones que dirimirán el rumbo de las dos historias contrarias. Ese espacio cotidiano, la cama de un hotel y la del apartamento de la mujer alemana, servirá como nexo entre las dos personas que representan el pasado y el futuro sentimental del protagonista.

Las primeras ciento veinte páginas de Blitz relatan los cuatro intensos días que Beto vive en Munich. A esta ciudad llega con una chica que ya está pensando en abandonarlo y con la esperanza de lograr un premio que reflote el deficitario estudio de arquitectura paisajista que comparten. Cuando vuelve a Madrid, Marta ya no está junto a él y su futuro laboral no es nada halagüeño. El resto de la novela, apenas unas cuarenta páginas, se pueden considerar como un epílogo de la historia vivida por el protagonista en la ciudad alemana. Trueba aumenta considerablemente el ritmo narrativo y resume en esas cuarenta páginas los siguientes once meses de la vida de Beto, en los que tendrá que adaptarse a los cambios que la experiencia alemana ha provocado en su vida.


Consigue el escritor madrileño que una historia cotidiana como ésta y que unos personajes comunes como los protagonistas atraigan la atención del lector, gracias a que nos podemos sentir identificados con lo que sienten y dicen en distintos momentos del libro. Blitz es, por lo tanto, un ejemplo estupendo de que la escasa extensión y la sencillez compositiva y argumental en una novela no han de ser sinónimos de levedad.


lunes, 13 de abril de 2015

Chorromoco 91 - Pepe Colubi



Chorromoco 91, Pepe Colubi, Booket, 2014, 350 págs. 9 €. 

Esconde la última novela de Pepe Colubi, tras el humor, el sexo y la escatología, un interesante retrato de una generación y de una época. El libro está protagonizado por Pepe, álter ego del autor, un atribulado veinteañero que trata de terminar Filología mientras aprovecha el final de su etapa universitaria. Aparentemente su vida está regida por las juergas y la (casi siempre infructuosa) conquista de chicas, pero Colubi nos muestra también a un joven con un miedo al futuro muy propio de su edad. 

Chorromoco 91 es la continuación de California 83, libro con el que Pepe Colubi conquistó a un número importante de lectores con su humor desenfadado y su narrativa directa y divertida. El libro que nos ocupa se estructura cronológicamente y narra los dos últimos cursos en la carrera universitaria de Pepe, pero lo hace centrándose en episodios concretos que marcan a un personaje con el que pronto nos encariñamos gracias a su entusiasmo vital y su ternura. Episodios como el campeonato de tetris, que gana haciendo trampas y ante casi ningún contrincante, provocan en el lector no pocas sonrisas y algún que otro momento de vergüenza ajena. 

Colubi también cuida, como lo hacía en su novela anterior, las referencias musicales y televisivas que nos retrotraen a una época muy concreta (el inicio de la década de los noventa). Los conciertos a los que asiste (Rolling Stone y los Ramones), las canciones que escucha en los bares que frecuenta o las que pincha en la radio y en la discoteca en las que se gana sus primeros sueldos, son no sólo una variada y abundante banda sonora para la novela, sino también parte importante de la educación sentimental del protagonista. 

El lector de California 83 encontrará aquí la tan ansiada continuación de la vida de aquel personaje, gracias a un autor que maneja perfectamente un género aparentemente menor, la novela humorística y desenfadada, pero cuya buena ejecución no está al alcance de todos.