Los hombres de Rusia, Reinaldo Laddaga, Jekyll & Jill, 2019, 270 págs., 18€.
Es Florida uno de los territorios más peculiares de Estados Unidos. A su peculiar orografía, llena de lagos, manglares y cayos, se le une una mezcla poco común incluso para un país tan heterogéneo como en el que se encuentra. A los “rednecks” autóctonos, no olvidemos que estamos en el Sur, se les suma una poderosa población latina, muchos antillanos y una gran cantidad de jubilados que se han mudado desde el norte para disfrutar de su benigno clima. Su protagonismo en el contexto nacional crece tanto en la época en la que los estudiantes invaden sus playas, durante el populoso Spring Break, como cuando se convierte en uno de los jueces de las elecciones presidenciales, por ser el estado péndulo por excelencia. En este lugar tan peculiar y a la vez tan paradigmático de las contradicciones norteamericanas es donde ubica Reinaldo Laddaga su no menos singular novela Los hombres de Rusia.
Este autor argentino afincado en Nueva York relata, en la sección que podemos llamar “nuclear” del libro, la presencia en un zoológico abandonado del centro de Florida de un extraño grupo de hombres cuya definición oscilaría entre la de secta y la de banda de narcotraficantes. El hijo adolescente del guardián del hotel, también cerrado, que hay junto al zoo donde se han instalado “los hombres de Rusia” se erige como el narrador que nos cuenta el extraño comportamiento del grupo que trafica y consume drogas, encierra a mujeres en las jaulas que antes ocupaban los animales, y realiza misteriosas ceremonias que los emparenta con antiguos cultos como los de los koreshanos, secta que se estableció en el mismo territorio a finales del siglo XIX y de la que el Líder defiende ser el legítimo heredero.
Esta historia central, el presente de la narración, no acaba de desarrollar, desde mi punto de vista, todo el potencial que podría haber tenido y Laddaga opta por dedicar gran parte del libro a narrar una doble genealogía. Por un lado, el propio narrador, cuyo pseudónimo es Aulus Gellius, cuenta la historia de sus antepasados por vía materna; su bisabuelo Giuseppe Antonio Borgese procedía de Italia, donde se relacionó en su juventud con el escritor y revolucionario protofascista Gabriele D’Annunzio, y que tras llegar a Estados Unidos se casó con Elisabeth, una de las hijas de Thomas Mann, la bisabuela del narrador. Por otro lado, tenemos la genealogía del Líder de Los Hombres de Rusia, figura espectral cuyos antepasados se identifican con los creadores del koreshanismo. Es esta sección la más interesante del libro y se suceden en ella las biografías de personajes de gran interés histórico, especialmente relacionados con la ultraderecha, como el citado D’Annunzio, en lo que se puede interpretar como un intento de comprender el resurgimiento actual de esta ideología.
Otro acierto de Laddaga es mezclar realidad y ficción, utilizando la Historia (que no es otra cosa que un género narrativo más) con ductilidad para integrarla en su relato. Además del empleo del pasado como material para su novela, el autor argentino fomenta esa fantasía de verosimilitud con formas propias del ensayo como notas al pie de página, fotografías, referencias a otros escritores (son habituales las citas a libros de Michael Crichton) y el viejo tópico del manuscrito encontrado, actualizado aquí al formato digital.
Reseña publicada en El Noroeste: