El año del desierto, Pedro Mairal, Libros del Asteroide, 2023 (2005), 365 págs., 21€.
Tras el éxito de La uruguaya (2016), novela que encumbró
a Pedro Mairal y cuya adaptación cinematográfica pronto se estrenará, la
editorial Libros del Asteroide continúa con las reediciones de las novelas del
autor argentino. Después de publicar en España Una noche con Sabrina Love (1998) y Salvatierra (2008), el sello barcelonés nos trae El año del desierto, dieciocho años
después de que apareciera en el país natal del autor. Si bien esta obra
mantiene el cronotopo de las anteriores, la Argentina (o el Uruguay)
contemporáneo, ofrece un gran giro con respecto a las demás determinada por el
carácter distópico de la obra.
Y es que desde el
principio nos encontramos con un Buenos Aires muy parecido al real en 2005 pero
que está sufriendo dos ataques simultáneos que determinarán que estemos ante un
plano temporal alternativo al real. El primero es una insurrección de la
población del resto del país que se enfrentan a los de la capital en una
especie de guerra civil que convierte a Buenos Aires en una ciudad sitiada. El
otro ataque posee un carácter más difuso y paranormal, ya que bajo el nombre de
“la intemperie” se define un fenómeno que acaba con los edificios convirtiendo
las manzanas en baldíos. Simultáneamente al avance de la “intemperie”, que va
poco a poco acercándose al centro de la capital desde los barrios del
extrarradio, se ha producido una especie de regresión tecnológica, provocada
por el hecho de que los ordenadores primero, los móviles después y la
televisión finalmente dejen de funcionar.
A este incierto contexto
se debe enfrentar María, la protagonista y narradora del libro, una joven
secretaria veinteañera que ve cómo su mundo se derrumba (a veces,
literalmente). Así, sufre en poco tiempo una mudanza con su padre, la expulsión
de su trabajo en una torre de oficinas y la pérdida de contacto con su novio,
Alejandro, que se ha unido a las facciones que se oponen a un gobierno cada vez
más autoritario. Ante esta situación totalmente nueva e inesperada, la chica
parece optar por el desconocimiento, ya que nunca termina de comprender el
nuevo mundo en el que vive. En él María irá siendo víctima de durísimos golpes
que se encadenan durante un libro que no da tregua ni a la protagonista, por
sus continuos problemas, ni al lector, por una prosa de ritmo vertiginoso en el
que los episodios se suceden quizá a veces cayendo en la monotonía.
En esta caída a los infiernos de María lo más interesante son los distintos escenarios que Pedro Mairal imagina y que se sitúan siempre en lo inconcebible pero sin entrar en lo imposible. Así, por ejemplo, al comienzo de la novela las distintas manzanas de la ciudad de Buenos Aires se convierten en repúblicas autónomas primero, con su propia organización interna, y en islas unidas con puentes y túneles después, cuando el miedo a salir a la calle, donde parece que campan a sus anchas los criminales, se acentúa. Más tarde será descrito el campo argentino, que parece haber retrocedido varios siglos y por donde pululan bandas de criminales y extrañas tribus.
Como toda novela distópica, El año del desierto puede tener una lectura social; en concreto, el libro de Mairal encuentra muchos (demasiados) ecos en la historia de Argentina (desapariciones, dictaduras militares, crisis económicas).
Reseña publicada en El Noroeste.