Microrrelatos, José Moreno Villa, edición de Darío Hernández, Málaga, Azimut,
2019, 72 págs., 15€.
El proceso de conformación del canon del microrrelato en España se
ha enfrentado a dos etapas totalmente opuestas; en un primer lugar, los
especialistas se topan con una gran escasez en el corpus del género en las
décadas de su formación hasta su consolidación. Tras una etapa en la que esta
forma narrativa es cultivada por un número cada vez mayor de autores, en los
años anteriores y posteriores al cambio de milenio, entraríamos en una segunda
etapa totalmente diferente a la primera. A partir de la “democratización” de la
publicación que trae aparejada el desarrollo de Internet, nos encontramos con
un proceso de atomización. En estos últimos años el género es cultivado por una
cantidad numerosísima de autores y el corpus se convierte en inabarcable.
Este libro editado por el especialista en minificción Darío Hernández
viene a ayudar con el primero de los problemas expuestos: nos ayuda a conocer
los microrrelatos de un autor que, por derecho propio, debe figurar en el canon
de la primera época del minicuento español: José Moreno Villa. Hernández es
autor de una tesis doctoral y de una antología, Un centímetro de seda (2016), centradas en los orígenes del género
en España, es decir: las Vanguardias y el Modernismo. Por lo tanto, se trata de
un teórico con un profundo conocimiento de esta etapa de la minificción en
nuestro país y que detectó la necesidad de que, al igual que ha ocurrido con
otros autores como Federico García Lorca o Juan Ramón Jiménez, los microrrelatos
más breves del autor malagueño se agruparan en un volumen.
Esta labor filológica de rescate y puesta en contexto es la
primera virtud del libro; Darío Hernández rescata los textos narrativos
brevísimos de un escritor con el que se enfrenta a una doble dificultad que no
hallaban, por ejemplo, las editoras de la minificción de García Lorca y Juan
Ramón: la menor relevancia en el canon literario de la época de José Moreno
Villa y los pocos microrrelatos que publicó. La primera traba quedó solventada
por el interés de la editorial Azimut, malagueña como el autor de estos textos.
A la segunda se enfrenta el antólogo actuando con rigor y evitando la tendencia
de algunos críticos a dar gato (cualquier texto breve) por liebre (minicuento).
Así, Microrrelatos hace honor a su
sucinto y definitorio nombre y nos presenta tan sólo diecinueve minicuentos que
son completados con otras tantas ilustraciones de Daniela Miazzo y con una
interesante y necesaria introducción crítica de Darío Hernández.
En cuanto a los textos de Moreno Villa, todos procedentes del
misceláneo volumen Evoluciones. Cuentos,
Caprichos, Bestiario, Epitafios y Obras paralelas (1918), se agrupan en
tres secciones y un anexo. En la primera podemos incluir los dos microrrelatos
que, bajo el epígrafe de “caprichos”, reducen a la extensión de la página
impresa dos leyendas medievales. A continuación leemos una serie titulada
“Sabandijas humanas” en la que hallamos siete retratos de otros tantos
personajes de Las meninas de
Velázquez. El narrador los describe con una gracia y una cercanía que provoca
la sensación de que está en la misma habitación del cuadro.
Este mismo desenfado, tan habitual en la literatura de la época,
está en los nueve textos del breve “Bestiario”. Además de dos textos finales
sobre este género, nos encontramos con breves descripciones de animales como el
perro, la rana o el asno en el que la prosa vuelve a destacar por la frescura,
rayana a veces en la oralidad, que lleva al narrador a incluir frecuentes
onomatopeyas o sus propias palabras hacia los animales o las reflexiones de
estos. Este libro tan necesario para reivindicar la figura de Moreno Villa se
cierra con “Juicio”, texto en el que el alma de un hombre debe responder a una
pregunta de Dios.
Reseña publicada en la revista Quimera: