Navegantes del tiempo, Sjón, Nórdica, 2014, 142 págs., 16€.
En un principio podríamos
pensar que poco tienen en común las frías tierras de Islandia y la cálida
Grecia. Representan ambas dos extremas
de una Europa que se hiela en una punta y que arde en los tórridos veranos de
la otra. Tanto geográfica como económicamente, serían dos extremos de la Europa
actual. Sin embargo, existe un punto de
unión entre la historia de ambos pueblos: su pasión por el mar. Si los
islandeses son descendientes de los aguerridos vikingos que llegaron siglos
atrás a la isla, los helenos difundieron su cultura por todo el mediterráneo
gracias a su inclinación a hacerse a la mar. Este nexo tan poco evidente es el que utiliza el escritor
islandés Sjón (pseudónimo de Sigurjón Birgir Sigurdsson) para unir ambas
culturas en su último libro.
La novela está narrada
por un extravagante anciano islandés al que el dueño de una naviera invita a
embarcarse en un trayecto de uno de sus barcos.
En ese viaje conocerá a personajes de lo más variado entre los que
destacan un mayordomo y su mujer y un navegante llamado Céneo que anima las
sobremesas de las cenas de los oficiales y de los invitados del capitán con sus
historias. Ahí es donde se produce el primer punto de encuentro entre ambas
culturas, la islandesa y la griega, ya que Céneo fue uno de los argonautas que
acompañó a Jasón en su búsqueda del vellocino de oro. Noche tras noche, y tras
escuchar un trozo de madera proveniente según afirma del Argos, va relatando
historias de su viaje, centrándose especialmente en la estancia de los
argonautas en la isla de Lemnos, habitada sólo por mujeres.
Con esta mezcla de
épocas, la Grecia antigua y la Europa de mitad de siglo XX en la que se ubica
la historia marco, Sjón sorprende no sólo al lector, sino también al narrador,
que poco a poco irá venciendo sus prejuicios ante ese extraño navegante y sus
peculiares historias. Además, el autor opta por mezclar sin complejos elementos
pertenecientes a distintas épocas y tradiciones y aunque el relato de Céneo
sigue el estilo clásico de las narraciones orales antiguas, en él se introducen
personajes de la mitología nórdica. Esta mezcla tan peculiar provoca sorpresa
en el lector, pero también lo puede descolocar ante un relato tan peculiar.
Además de lo relatado por
Céneo, es bastante interesante el contexto histórico de la historia marco.
Estamos en un barco danés que va a recorrer, cargado de pasta de papel, el
largo trayecto que separa Noruega de Turquía. En él se mezclan personajes de
distintos orígenes aunque marcados por la reciente guerra que ha asolado
Europa. El papel en la contienda bélica del narrador, se dice que estuvo en
Alemania realizando un programa radiofónico en alemán, no queda claro, aunque
sus excéntricas ideas, defiende que el alto consumo de pescado es el
responsable de la superioridad de la raza nórdica, pueden hacer pensar en una
coincidencia parcial con el ideario nazi. Mucho más traumática fue la experiencia
bélica de la voluble esposa del mayordomo del barco, una polaca que acabó en un
burdel.
Navegantes del tiempo es, como muchos de sus protagonistas, un libro peculiar, en el que el objetivo de unir las
culturas griegas y nórdicas parece importar más que una trama que no acaba de
despertar en el lector el interés deseado.
Reseña publicada en El Noroeste.