Una vida retirada. Inazares, de camino hacia el cielo, Antonio Fernández Jiménez, Círculo Rojo, 2019, 220 págs., 14€.
Existe un tema que, en los últimos años, ha ocupado numerosas páginas en diarios y revistas españolas: la despoblación de grandes zonas rurales de nuestro país. La llamada España vacía (o vaciada) se ha erigido, además, en la protagonista de varios libros que se han ocupado de las causas y las consecuencias de que algunas comarcas de provincias españolas como Soria, Cuenca o Teruel hayan visto descender su número de habitantes drásticamente en las últimas décadas. A volúmenes de la trascendencia de La España vacía (2016) de Sergio del Molino, se suma ahora este Una vida retirada del periodista bullense Antonio Fernández Jiménez.
Este libro parte de una paradoja: una de las provincias con una población más joven y con una tasa de natalidad más alta del país como es Murcia posee algunas zonas en las que cada vez habita menos gente. En concreto, Fernández Jiménez elige como protagonista al pueblo de Inazares, una pequeña localidad perteneciente al municipio de Moratalla que cumple todos los requisitos para pertenecer a esa España que se ha ido vaciando en las últimas décadas. Este pueblo murciano, ubicado a más de mil metros de altura, ha visto su población decrecer desde varios centenares a las pocas decenas, ancianos y adultos todos ellos, que hoy pueblan sus escasas calles.
Fernández Jiménez, en la mejor estirpe del periodismo literario, describe con precisión los paisajes que rodean este paraje del Noroeste murciano, empleando una riqueza léxica en los colores, en los aperos de labranza o en la fauna y en la flora del lugar que imprime a su prosa una gran plasticidad. El autor visita Inazares en varias ocasiones durante todo un año, mostrando en cada uno de sus capítulos cómo el paso del tiempo influye tanto en el pueblo y sus alrededores (de la nieve invernal a las largas tardes de verano) como en sus habitantes (de la soledad del frío al bullicio de los turistas del estío).
Al contrario que otros escritores que cultivan este tipo de crónica sobre la España vacía, Fernández Jiménez cede el protagonismo a los verdaderos actores de esa historia: los vecinos de Inazares. Especial peso en el libro tienen dos de los últimos habitantes que quedan en la población: el anciano y sabio Paco y el peculiar Julián. Además, y casi como si de una novela policiaca se tratara, al principio se adelanta la muerte de uno de los personajes cuyo nombre sólo sabremos casi al final de la obra. El autor observa y describe, pero, sobre todo, escucha y transmite las palabras de los locales y de personas vinculadas al pueblo (antiguos maestros, especialistas en geografía, periodistas) sobre la historia del lugar y las causas de su despoblamiento, otorgándole al libro una equilibrada mezcla entre erudición y sabiduría popular.
Una vida retirada es una obra tranquila, reposada, de un autor que sabe palpar el ritmo de vida de los habitantes del pueblo, que comparte con ellos tardes en el bar y recuerdos de romerías y fiestas que ya no volverán. Al contrario de lo que pudiera parecer, el libro, preñado de nostalgia en muchas de sus páginas, deja un poso de optimismo, representado en el complejo rural que en los últimos años ha revitalizado el pueblo y que vuelve a llenar de niños y jóvenes, cada puente y cada verano, las vetustas calles de Inazares.