Magnífica desolación, Javier Moreno, Candaya, 2023.
Javier Moreno se ha erigido, por derecho propio, como uno de
los narradores españoles más interesantes de la actualidad. El escritor
murciano afincado en Madrid posee ya una solidad trayectoria de libros de
narrativa, a los que debemos sumar sus poemarios y su ensayo El hombre transparente (2022), a la que
debemos sumar ahora este Magnífica
desolación, que viene a confirmar su madurez como literato. Al tratarse de
un escritor con más de una decena de libros publicados, podemos comenzar el
análisis de esta nueva obra atendiendo a su incardinación en el imaginario de
Moreno. En principio se trata esta de una tarea compleja por dos motivos: la
heterogeneidad que caracteriza su obra y el hecho de que aquí cultive por
primera vez la novela corta. Sin embargo, en sus libros previos, tanto en las
novelas como en las colecciones de cuentos, ya aparecían algunos de los temas o
técnicas que hallamos en Magnífica
desolación. Así, la distopía que en su día fue 2020 (2013), obra que se puede considerar como profética tras vivir
el año al que el título aludía, aparece aquí especialmente en el último de los
relatos, “El cielo de Madrid”. En este mismo texto se pone el foco en cómo las
redes sociales influyen en nuestro comportamiento, tema sobre el que se
reflexionaba ampliamente en El hombre
transparente. El protagonismo otorgado a la clase media aburguesada
atraviesa todo el libro, en un momento dado el narrador alude al “sereno placer
de la burguesía”, como ya lo hiciera en obras previas como en los cuentos de Un paseo por la desgracia ajena (2018).
La sexualidad en su relación con las nuevas tecnologías aparece en el relato ya
citado de manera similar a como lo hacía en Omega
(2022). Por último, las reflexiones sobre la literatura y sus límites, tema que
como veremos atraviesa todo el libro, era central en Null Island (2019).
Como vemos, Magnífica desolación entronca con la
obra reciente de Javier Moreno, pero lo hace proponiendo una nueva forma de
narrar determinada por la extensión de sus relatos. Los cuatro textos que
componen el volumen tienen una longitud de entre cincuenta y cien páginas, lo
que los hace exceder los límites del cuento y no llegar a poder ser
considerados como novelas. El hecho de estar, por lo tanto, ante cuatro novelas
cortas no es algo anecdótico, ya que implica que las historias narradas posean
un desarrollo que el relato corto no permite, pero también que carezcan de
elementos secundarios o accesorios que sí son más frecuentes en las novelas.
Además de su similar extensión y unos mecanismos narrativos similares, las
cuatro novelas cortas que integran el libro tienen en común la indagación sobre
las posibilidades de la ficción. En todos los relatos se usan distintas técnicas
para que en ellos convivan dos planos de la ficción distintos, dos niveles
diegéticos en terminología narratológica. Así, en “Pentimento” se van
sucediendo fragmentos de un relato y la historia de su autor; en “Los reinos de
lo irreal” acompañamos a un escritor en un viaje en el que indaga sobre dos
artistas cuyas vidas se van narrando también; y en “El cielo de Madrid” se
alternan la vida real y una especie de videojuego que crea visiones
alternativas de aquella. Algo diferente es la técnica usada en “Magreb”, en el
que se cuenta en varias ocasiones, en una especie de sampleado narrativo, una
misma escena, dando lugar a un relato repetitivo con leves diferencias entre
las distintas versiones.
También es
interesante la importancia que posee la música en los relatos. Si bien en
ninguno de los cuatro es un elemento fundamental de la trama, en todos aparece
y lo hace de manera diferente. A lo largo del libro encontramos desde un
personaje que durante su aislamiento solo echó de menos la música y no a las
personas, otro para el que una canción (Pulaski
at Night de Andrew Bird) determina la elección de un alojamiento, un
tercero que ha perdido el gusto por la música y el uso de un fragmento de otro
tema (If You Leave and If You Marry de
Kevin Morby) como paratexto. En relación a las coincidencias que existen entre
las cuatro novelas cortas llama la atención cómo la casa del bosque de la
primera vuelve a aparecer al final de la última, en un guiño que otorga cierta
circularidad al libro.
Pero más
allá de estas coincidencias tanto técnicas como temáticas, las cuatro novelas
de Magnífica desolación se deben
considerar obras autónomas que desarrollan historias muy interesantes y
bastante diferentes entre sí. En “Pentimento” un escritor se aísla en una casa
en mitad de un bosque en un espacio similar a la historia del último libro que
escribió y que es el único que ha llevado hasta allí. La historia de ficción,
cuyos fragmentos se van intercalando, nos lleva a una guerra (posiblemente la
Guerra Civil española) en la que un tenaz sargento decide buscar a un hombre
que evitó elegir entre los dos bandos contendientes, escondiéndose en la
montaña para no tener que alistarse en ninguno de ellos. “Los reinos de lo
irreal” cuenta las vidas de la fotógrafa Vivian Maier y del escritor Henry
Dager, ambos poseedores de biografías similares ya que se trata de artistas de
obra reconocida de forma póstuma y de personas excéntricas; simultáneamente
asistimos a la búsqueda del autor, el más parecido a Moreno de todos los
personajes, tras las huellas de ambos en el Chicago contemporáneo. Por su
parte, el narrador de “Magreb”, que reconoce que ha llevado una vida anodina,
recuerda una y otra vez su encuentro con una mujer en el bar de un hotel de Marrakech.
En “El cielo de Madrid” un profesor revive en un mundo virtual la relación que
mantuvo con una alumna y cuyas consecuencias acabará sufriendo.
Con estos
mimbres Javier Moreno nos ofrece una obra estupenda sobre las posibilidades de
la ficción para crear variantes de una misma historia.
Reseña publicada en La Verdad.
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