La
quinta esquina, Izraíl
Métter, Libros del asteroide, 2014 (1989), 200 págs, 18€.
Debemos
congratularnos de que Libros del Asteroide haya recuperado esta estupenda
novela del ucraniano Izraíl Metter. Publicada originariamente en 1989, la obra
fue redactada, sin embargo, en 1967, pero la crítica al stalinismo que
encerraba hizo que permaneciera inédita durante esas dos décadas. Su aparición,
que coincidió no casualmente con el desmantelamiento de la Unión Soviética,
convirtió a Métter y a su novela en un fenómeno de culto en buena parte de
Europa. Un cuarto de siglo después podemos afirmar que su vigencia sigue
intacta gracias a la absoluta modernidad que aún hoy destilan sus páginas.
La quinta esquina narra
de manera desordenada y parcial la vida del narrador, Boria, personaje que
podemos considerar un trasunto del propio autor. Desde su madurez recuerda
algunos de los episodios más importantes o significativos de su vida y traza
una historia personal que se va mezclando con los grandes acontecimientos de su
país. Estos jamás ocupan el primer plano de la novela, sino que funcionan más
bien como trasfondo o como punto de fuga del verdadero meollo del libro: la
trayectoria vital de Boria. Así, la Unión Soviética surgida de la revolución de
1917, las purgas estalinistas o el sitio
de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial son sólo escenarios a los que
Boria tendrá que adaptarse.
La
novela va siguiendo al protagonista por las sucesivas ciudades en las que
ejerce su trabajo de profesor, puesto que desempeñará con una gran vocación
pero sin el título necesario, ya que es rechazado varias veces en la
Universidad por los orígenes de su familia. En su periplo irá conociendo
distintas realidades de la sociedad soviética y vivirá de cerca las
consecuencias de la opresiva dictadura estalinista. Con la perspectiva de los
años reflexiona sobre algunos aspectos de la Unión Soviética de Stalin como la
delación, “habían afilado el arte de la denuncia hasta obtener el brillo de un
cuchillo” (pág. 155), o la personalidad del líder supremo, al que compara con
un Dios “omnipotente y omnipresente”.
El
componente crítico del libro, que provocó su ostracismo durante veintidós años,
posee un peso menor que las reflexiones o los episodios de índole personal. Es
ahí donde destaca el personaje de Katia, una alumna a la que Boria conoce
siendo ambos muy jóvenes y de la que estará enamorado durante las dos
siguientes décadas. Su relación es extraña, sinuosa y esencialmente platónica
ya que, salvo en un periodo vacacional muy breve, jamás estarán juntos. Sin
embargo, Boria siente una atracción irrefrenable hacia Katia que lo lleva a
fracasar en sus propios matrimonios o a hacerse amigo del segundo esposo de
ella, un mediocre actor que hace carrera gracias a su parecido con Stalin.
La
modernidad del libro a la que hacíamos referencia se sustenta en su carácter de
híbrido entre ficción y autobiografía; son varias las coincidencias entre la
vida de Boria y la de Izraíl Métter (su origen judío, la imposibilidad de
acceder a la Universidad, su labor como docente) que apuntalan este rasgo y que
hacen que estemos ante un libro sorprendentemente actual. Una obra que merece
la pena descubrir y en la que encontramos al autor enfrentándose cara a cara (a
veces se desdobla y aparece el Boria joven charlando con el narrador maduro)
con los dilemas que surgen al rememorar su experiencia vital.
Reseña publicada en El Noroeste.
Reseña publicada en El Noroeste.
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