El borde cortante, Ginés Sánchez, Tusquets, 2025, 315 págs.
Pocas épocas más complicadas de narrar que la adolescencia. Pocos estados más difíciles de ser reflejados en un libro que los problemas mentales. Ginés Sánchez arrostra las dificultades que ambas realidades presentan para un escritor y tirando de oficio nos ofrece una novela solvente sobre tres jóvenes con graves problemas psíquicos. Lo hace en una novela de una enorme calidad literaria, en la que sabe dosificar la tensión hasta el final climático y que tiene su mayor acierto en la creación del trío protagonista.
El borde cortante cuenta un fin de semana en la vida de tres amigas adolescentes. Lo que en un principio podría parecer anodino, se convierte en una bomba de relojería cuando añadimos a la ecuación que dos de ellas se han escapado de un hospital psiquiátrico y que la tercera parece no haberse recuperado del todo de su paso por esta institución. Carrie, la única que ha sido dada de alta y la que invita a las otras dos a pasar su “permiso” en su casa de la playa, es una chica que se autolesiona y que tiene una obsesión enfermiza con una antigua amiga que ahora le hace el vacío. Si a su inestable situación mental le añadimos una madre ausente, que pasa el fin de semana en Marruecos con su nuevo novio, y dos compañeras que aún reciben tratamiento en el manicomio, el cóctel parece estar listo para el desastre.
Por su parte, Litolbely, parece la más sosegada de las tres. Se trata de una adolescente huidiza y ensimismada, que pasó durante su infancia por varias familias de acogida y que sufre extraños brotes psicóticos que la animalizan. Establece una relación de casi dependencia con la tercera de las tres muchachas, Mari Cruz, el vértice más extremo de este disfuncional triángulo adolescente. Ella está ingresada por un oscuro episodio del pasado con sus hermanos menores; su madre la teme y protege al resto de sus hijos de una chica que parece la más resolutiva y madura de las tres pero que esconde una oscuridad mayor que la de sus amigas. El trío protagonista se completa con varios secundarios, entre los que destacan sus familiares y dos personajes llamados Juan Manuel de diferente edad. Mientras que el Juan Manuel viejo apenas tiene un papel tangencial en la trama y no se desarrolla tanto como podría esperarse en un principio, el protagonismo del Juan Manuel joven acaba creciendo en la última parte de la trama.
Podemos hallar en El borde cortante algunos elementos que vinculan esta obra con las últimas novelas del autor. Por ejemplo, la ciudad de Murcia, como en su reciente De tigres y gacelas (2023), el campo de la provincia y sus costas son los espacios en los que se desarrolla la trama y la contaminación del Mar Menor y la corrupción que la favorece es un tema fundamental en el libro gracias al personaje del joven Juan Manuel. El protagonismo femenino ya estaba en Las alegres (2020) y en Mujeres en la oscuridad (2018), mientras que la adolescencia era central como aquí en Entre los vivos (2015).
A pesar de estas concomitancias, El borde cortante discurre por derroteros diferentes. Destaca, además por un trío protagonista muy carismático y una trama de gran interés, por un manejo excelente de la prosa en la que sobresalen los diálogos, el empleo de las metáforas en la narración de los brotes psicóticos de las chicas y la inclusión de palabras propias la jerga adolescente (por ejemplo, con neologismos como "me renta" y de anglicismos como "chill"). Con estos ingredientes, la novela alcanza una altura literaria que confirma, de nuevo, a Ginés Sánchez como uno de los narradores contemporáneos más sólidos.
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