lunes, 28 de mayo de 2018

El dolor de los demás - Miguel Ángel Hernández



El dolor de los demás, Miguel Ángel Hernández, Anagrama, 2018, 307 págs., 18€.

La Huerta murciana es una comarca bastante peculiar. Posee ese aislamiento típico de los lugares de campo en el que las tradiciones están muy arraigadas y tanto las amistades como los odios se heredan de generación en generación. Sin embargo, los huertos, carriles y acequias que la forman están muy cerca de una ciudad de tamaño medio como es Murcia, con su pujante vida cultural, su vibrante centro y sus plazas rebosantes de gente. En este contexto, en el que los comportamientos más atávicos aún perviven dentro del séptimo municipio más poblado de España, se desarrolla El dolor de los demás, la tercera novela del escritor y profesor Miguel Ángel Hernández.
La obra parte de un hecho atroz que el autor vivió de cerca cuando comenzaba su etapa como universitario: su mejor amigo y vecino se suicidó tras asesinar a su hermana mayor. Esta traumática situación fue, sin embargo, superada en su momento por Hernández, que se refugió en sus estudios y en su nueva vida en la Facultad. No obstante, y como es lógico, la herida seguía allí y se volvió a abrir por motivaciones literarias, ya que se convenció de que era una historia que tenía que contar. Así, la investigación que llevó a cabo para conocer todos los detalles del homicidio y la propia escritura de la novela enfrentaron al narrador murciano con sus miedos actuales y con ese pasado en la Huerta que aún permanecía latente.
En El dolor de los demás fluyen paralelos dos textos muy diferentes estilísticamente, pero que ayudan a conformar este ajuste de cuentas con el pasado que es el libro. Por un lado, tenemos la narración en primera persona de esa investigación, que llega a adquirir tintes policiacos cuando acompañamos al autor a consultar archivos judiciales, recortes de periódicos y vídeos de informativos, sobre el homicidio de Nicolás, el amigo inseparable durante la infancia, a su hermana Rosi. A este núcleo central de la novela, Hernández añade una narración más lírica, con esas frases cortas y el uso de la segunda persona que ya tenían los diarios personales que ha publicado en los últimos años, sobre lo que vivió y sintió durante las horas y días posteriores a la Nochebuena en la que la tragedia tuvo lugar.
Más allá de la reconstrucción de los hechos, de la indagación sobre los motivos del asesino (las habladurías que escucha de los vecinos en el mesón de la Huerta dan una pista) y de la vindicación de la figura de la víctima, el relato es un ajuste de cuentas del autor con su propio pasado. A lo largo de las páginas van apareciendo los reproches de familiares o vecinos que le consideran casi un intruso tras dos décadas alejado del escenario de su infancia, pero también los remordimientos propios por esa huida de un contexto asfixiante pero que al fin y al cabo definió al adulto que hoy es. 
Hernández opta para contar esta historia tan personal por la autoficción, la presencia de la experiencia actual y pasada inundan las páginas de la novela, y por la metaficción, el narrador reflexiona constantemente sobre la forma correcta de contar los hechos. Sin embargo, y al contrario de lo que ocurre con otros muchos autores que emplean ambas técnicas, el narrador murciano evita en todo momento la impostura y consigue que El dolor de los demás destile verdad y conmueva a los lectores de una novela que se sitúa por méritos propios entre lo mejor de la narrativa española contemporánea. 

Reseña publicada en El Noroeste.


domingo, 13 de mayo de 2018

Crímenes del futuro - Juan Soto Ivars



Crímenes del futuro, Juan Soto Ivars, Candaya, 2018, 320 págs., 18€.

Escribir un libro ambientado en el futuro siempre me ha parecido uno de los ejercicios más difíciles a los que se puede enfrentar un escritor. Si se opta por la ciencia ficción, se suele caer en exageraciones tecnológicas o en otorgar el protagonismo a robots demasiado parecidos a los seres humanos. Si, por el contrario, el autor sigue el camino de la distopía,  los hechos posteriores suelen demostrar que casi siempre se queda corto en la descripción de la decadencia moral o en la deriva autoritaria de las sociedades humanas. Soto Ivars ha sido sagaz en esta novela ambientada en una época futura, y ha decidido basarse en lo que sí conoce, el presente y el pasado, para crear esa España de finales del siglo XXI.
Por un lado, la novela contiene numerosas referencias a nuestra actualidad tanto social como política. Europa, territorio que parece haber perdido definitivamente su hegemonía en el contexto mundial, ha abolido las democracias y apostado por un gobierno de tecnócratas, denominado el “Ente”, que sigue las directrices del llamado “capitalismo racional”. Hallamos en este sistema un claro eco tanto del liberalismo actual como del descrédito de nuestra clase política. Además, las calles de Madrid están dedicadas a economistas y políticos de nuestra época, al Presidente Aznar por ejemplo, y tanto Cataluña como el País Vasco han conseguido su tan ansiada independencia.
Por otro lado, Crímenes del futuro se despliega hacia el pasado, ya que la España del porvenir se parece en muchos aspectos a la de la posguerra de los años 40 o 50. Desde la foto elegida para la portada, el de una niña pobre de la Barcelona de hace medio siglo, hasta el lenguaje empleado por algunos de los personajes, pasando por la enorme diferencia entre pobres y ricos, las enfermedades que asolan a gran parte de la población, el hambre, los vagones de tercera que llevan a los campesinos a la capital y la desconfianza con la que se mira en la universidad a los alumnos hijos de obreros, todo nos traslada a la España más oscura del franquismo.
En este futuro tan reconocible, Soto Ivars relata la historia de tres mujeres en tres etapas importantes de la historia futura de España: antes, durante y después de una nueva guerra. En la primera sección, acompañamos a Julia desde un pueblo de la meseta hasta Madrid, adonde llegará a estudiar gracias a una beca que ha conseguido con muchos esfuerzos. En la capital entrará en contacto con la efervescencia de los arrabales en los que se quiere acabar con las injusticias impuestas por el Ente. Tras la guerra, el protagonismo recae en Pálida, una mujer pobre y ciega que pasará de la represión a la ayuda médica del nuevo régimen surgido tras la contienda bélica. La parte central evita narrar la guerra y supone una elipsis, casi se puede hablar de una historia independiente, ya que se centra en la experiencia que viven Margarita, una modelo, y su novio fotógrafo, en una isla desierta mientras España se desangra.
Soto Ivars se consagra con Crímenes del futuro como un novelista de primer orden con una obra que posee un comienzo impactante, una segunda parte excepcional, y una sección final que, aunque de un interés menor que el resto de la obra, logra cerrar brillantemente esta historia sobre un futuro muy reconocible.

Reseña publicada en El Noroeste: