miércoles, 27 de mayo de 2015

Modelos animales - Aixa de la Cruz



Modelos animales, Aixa de la Cruz, Salto de Página, 2015, 140 págs., 15€.
 Comparten la mayoría de los personajes de Aixa de la Cruz la aceptación del dolor o de la violencia que sufren. Ya sea la drogadicción, la bulimia, el miedo o las tendencias homicidas, los protagonistas de los cuentos de Modelos animalesacatan esos instintos que rigen su vida y que se les imponen sin que ellos traten de hacer nada por cambiarlos. Este planteamiento general se vale, además, del uso del narrador en primera persona en seis de los siete cuentos que componen el volumen y que ofrecen una visión parcial y subjetiva de las experiencias terribles que viven los protagonistas de los relatos.
El libro comienza con el texto que le da nombre y que mezcla las extrañas y sádicas relaciones que establece una joven dramaturga española en Canadá con su gato y con la actriz que encabezará el reparto de su obra. Pone en juego Aixa de la Cruz, además de otras implicaciones más personales, la figura del autor como creador de mundos de ficción que acaban desbordándose a la realidad. Otro personaje femenino es el protagonista del siguiente relato: “True milk”, en el que una serie de reflexiones de la narradora sobre la maternidad primeriza y la ausencia de instinto deriva en una historia con tintes fantásticos y, de nuevo, truculenta.
No abandona este tono en “Doble”, donde una chica española vuelve a casa para pasar las Navidades con la familia tras haber vivido los últimos meses en Inglaterra huyendo de los problemas que tenía en su ciudad. Lo más destacado de este relato es su estructura: se trata de dos variantes muy similares de la misma historia que aparecen en columnas paralelas. Lo novedoso del formato dificulta un tanto la lectura de un cuento que, además de por ese tour de forcediscursivo, destaca por plantear la dificultad de huir de nuestro pasado.
Una reflexión sobre el pasado también está en la base de “El cielo de Bilbao”, cuento en el que el narrador, por primera vez un hombre, recuerda las bromas pesadas que él y su grupo de amigos gastaban cuando eran adolescentes. La aceptación de la violencia de ETA y la propia pulsión a causar daño a los demás se explican por la necesidad de sentirse aceptado por los demás. Ese mismo sentimiento es el que provoca que el narrador de “Romperse”, otro de los cuentos, acabara siendo bulímico y sufriendo terribles vómitos de sangre que le hacen sentir cercana la muerte y caer al final del relato en un estado de ensoñación.
Los otros dos textos del volumen son bastante diferentes; “Famous blue raincoat” es, además del más breve, el único de todo el libro con un narrador en tercera persona. Destaca por ese escenario que remite irremediablemente a la serie Breaking Bad (una caravana en mitad del desierto de Estados Unidos) y por el final abierto. Por su parte, “Abu Ghraib” se presenta como una carta en la que una presa, con ciertas coincidencias biográficas con la autora, relata a una periodista el crimen que cometió. Retoma Aixa de la Cruz en este último cuento algunos de los temas que aparecen a lo largo del libro, como la adolescencia, la enajenación o el asesinato. Este relato acaba por redondear un volumen cuya lectura se nos hace corta y que destaca por su coherencia interna.

Reseña publicada en El Noroeste.


sábado, 16 de mayo de 2015

Cincuenta microrrelatos de la Generación del 50 - Óscar Gallegos




Cincuenta microrrelatos de la Generación del 50, Óscar Gallegos, Trashumantes, 2014. 

Existe un corpus muy amplio de microrrelatos del siglo XX que aún no se han editado como textos pertenecientes a este género. Si bien podemos leer a los grandes nombres de la época de formación de la minificción (Cortázar, Borges, Arreola, Monterroso) en antologías de distinto tipo, otros autores menos conocidos pero muy interesantes ven como sus minicuentos aparecen desperdigados en varios volúmenes. 

Por eso se agradecen antologías como esta que acaba de publicar el especialista en microrrelato Óscar Gallegos y que recopila medio centenar de textos de autores peruanos de la Generación del 50. Apuesta el compilador por presentar el mayor número posible de escritores; un total de dieciocho autores, a los que conocemos también mejor gracias a la biografía que de cada uno aparece al final del libro. 

El amplio número de narradores provoca que la calidad de los relatos sea muy distinta, haciendo que nos preguntemos si el volumen no mejoraría incluyendo más minicuentos de menos escritores. Sin embargo, esa amplitud permite encontrar autores tan singulares como Raquel Jodorowsky, de la que leemos tres fábulas, género al que podemos adscribir varios de los textos del libro; o Antonio Gálvez Ronceros, que reproduce el habla popular, algo poco habitual en el género. 

Entre las narraciones más destacadas están "El héroe" de Luis Loayza, una historia en primera persona con referencias a la mitología; "Yo" de Felipe Buendía; que desarrolla con originalidad el tema del doble; "La historia del búho y sus lentes" de Manuel Velásquez, otra de las fábulas a las que hacíamos referencia; "El amor de una gallina" de Luis León Herrer, que mezcla surrealismo y humor; "Una madre" de Carlos Meneses, también surrealista pero mucho más amarga; y "El regresivo" de Óscar Acosta, que recuerda la historia de Benjamin Button. 

En definitiva, Gallegos nos ofrece una muestra amplia, y por lo tanto desigual, de los microrrelatos escritos por esta generación de autores peruanos. 

lunes, 11 de mayo de 2015

Sin ti no hay nosotros - Suki Kim



Sin ti no hay nosotros, Suki Kim, Blackie Books, 2015, 324 págs., 21€.

Corea del Norte provoca un interés desmedido en muchos occidentales. Sentimientos como la curiosidad, el morbo o la indignación se mezclan en las pocas crónicas periodísticas que nos llegan de lo que ocurre dentro del país más hermético del mundo. Los pocos occidentales que pueden acceder a este estado asiático lo hacen siguiendo un itinerario controlado al milímetro por un régimen obsesionado por dosificar la imagen que se proyecta de Corea del Norte. Por eso resulta tan interesante poder acceder a la experiencia de alguien que ha permanecido varios meses tras las fronteras del país como Suki Kim.
Esta periodista y escritora, nacida en Corea del Sur pero afincada en Estados Unidos desde su adolescencia, logra un trabajo en la universidad que pone en marcha una institución cristiana a las afueras de Pyonyang con la aquiescencia del régimen. Éste, envía a allí a algunos de sus mejores alumnos con el fin de que mejoren su dominio del inglés y Suki acaba siendo una de las profesoras que enseña a los jóvenes la lengua de su archienemigo. Los meses que pasa infiltrada en la universidad, sus jefes tampoco saben que es una escritora que prepara un libro sobre Corea del Norte, son los que se recogen en Sin ti no hay nosotros.
Tenemos un testimonio de primera mano y que difícilmente se podrá repetir de cómo son y estudian los jóvenes norcoreanos. La autora describe la disciplina casi militar de sus alumnos (todos chicos), que, a pesar de ser veinteañeros, tienen un sentido de la responsabilidad difícil de ver en chicos de otros países. Su obsesión por ser los mejores y por servir a su país, al que defienden a ultranza, nos muestra a unos jóvenes alienados  e incapaces de permitirse cualquier tipo de individualismo, una herejía en el país. Sin embargo, la cordial relación con la profesora Kim, una americana al fin y al cabo, abrirá pequeñas grietas en su monolítica mentalidad y las clases de inglés les provocarán, por primera vez, ciertas dudas sobre la excelencia de Corea del Norte.
Junto con la posibilidad de conocer a los estudiantes norcoreanos de cerca, el otro punto de interés del libro es la autora. Su propia biografía es un ejemplo de los vaivenes que ha sufrido el pueblo coreano en el último siglo: su familia, antes de emigrar a Estados Unidos, sufrió la guerra e incluso uno de sus tíos desapareció en el norte. Kim describe de manera precisa la asfixiante experiencia norcoreana; por un lado, debe estar siempre pendiente de lo que dice en las clases o en cualquier conversación ya que es espiada las veinticuatro horas del día; por otro, debe ocultar su condición de escritora con sus jefes y compañeros y hacerse pasar por una fervorosa cristiana. Además, la imposibilidad de salir sin permiso del recinto universitario, donde vive y trabaja, termina por aumentar la sensación de claustrofobia que acaba afectándola psicológicamente.
Aunque se eche en falta cierta crítica a la política de Estados Unidos, su cultura aparece un tanto idealizada en contraposición a la norcoreana,  Suki Kim sabe crear una narración vibrante sobre los meses que pasa en el país, en el que conoce de primera mano y gracias a sus alumnos la verdadera cara del régimen, y que terminan, precisamente, el día de la muerte de Kim Jong-il.