domingo, 16 de febrero de 2020

El corazón de la fiesta - Gonzalo Torné



El corazón de la fiesta, Gonzalo Torné, Anagrama, 2020, 255 págs., 18€.

En una escena que considero definitoria de El corazón de la fiesta por su fuerza simbólica, se nos presenta a la amante del presidente de Cataluña alarmada porque han mantenido una relación sexual en el despacho del gobernante sin cerrar la puerta. El Rey, apelativo que como veremos define perfectamente el perfil de este político, le responde tranquilizándola y  asegurándole que no han corrido ningún riesgo por la sencilla razón de que nadie se atrevería a entrar en su despacho sin llamar. Esa suficiencia en un asunto que podría ser escabroso es sólo una pequeña muestra del poder omnímodo que Pere Masclans llega acumular en la Cataluña de esta ácida novela de Gonzalo Torné, tan parecida a la real.

Y es que las actuaciones del Rey de Cataluña en el territori, sus corruptelas, el poder que acumula su familia y la caída final convierten a Masclans en una figura que podríamos confundir con Jordi Pujol, el  “honorable” presidente que gobernó esta comunidad autónoma durante más de dos décadas y cuya trama familiar ha provocado su desprestigio. Torné, además, utiliza algunas referencias al pasado político de Pujol (ese “catalán en la intimidad” que afirma practicar un presidente madrileño o la rima con la que se le conmina a hablar castellano) que parecen llamar a la identificación entre personaje y persona real. Sin embargo, la figura del Rey de Cataluña va más allá y se configura como un epítome de todos los políticos corruptos que han gobernado como pequeños sátrapas nuestros ayuntamientos o comunidades. Incluso hay un guiño a Juan Carlos I cuando el protagonista del libro pide perdón a la prensa contrito y devastado, caído por fin de su trono.

Tanta o más importancia que Pere Masclans en El corazón de la fiesta tienen algunos de los miembros de la “familia real”. Junto a la amante, la nórdica Astrid, la esposa, la catalanísima Montse, y el benjamín Pere, Yúnior, destaca el hijo que el Rey tuvo con Astrid y que es apodado, siguiendo la terminología de la realeza, como el Bastardo. Se trata de un personaje que marcado por su origen se mueve entre la fidelidad a su padre y a sus hermanastros y la venganza por ser considerado un mero subalterno. Este resquemor latente se ve azuzado por su pareja: la volcánica Violeta. Es este el personaje más magnético de la novela, el verdadero centro de la trama y la desencadenante de la pelea entre Yúnior y el Bastardo. Su origen humilde y castellano, le llega a gritar a su padre (el desconfiado Juan Mancebo) que ella también es catalana, hace que sea vista por la “Primera Familia” como una mera advenediza, una “charnega”. Al principio queda obnubilada por el dinero que sin freno gasta el Bastardo pero poco a poco su ambición la lleva a provocar que los pilares de los Masclans tiemblen.

Torné opta por una perspectiva que podríamos llamar lateral; los narradores, Clara Montsalvatges y Joan-Marc, son una pareja intermitente que descubre que los gritos que vienen del otro lado de la pared son los del Bastardo del Rey y de su mujer. A través de los testimonios de Violeta y de otros miembros de la familia reconstruirán los sucesos principales de la historia.

Con un ritmo rapidísimo, una ironía acerada y un estilo de gran riqueza en el que se intercalan algunas frases de canciones de Astrud, Torné nos ofrece una novela notable, en la que con una enorme agudeza retrata las miserias de la corrupción política.

Reseña publicada en El Noroeste.


martes, 4 de febrero de 2020

Sintaxis - José Luis Martínez Valero



Sintaxis, José Luis Martínez Valero, La Fea Burguesía, 2019, 160 págs., 10€.

¿Influye la edad del autor en la naturaleza de un libro? Normalmente podríamos responder negativamente a esta cuestión, pero existen algunas obras que sólo se imaginan escritas por autores de una u otra edad. Por citar dos casos significativos, podemos pensar que la inocencia que destila el terrible Diario de Ana Frank no hubiera sido posible sin que la autora no hubiera sido una adolescente; el Quijote, por su parte, fue escrito por un hombre en el tramo final de su vida, aunque Cervantes tenía cincuenta y ocho años cuando se publicó  la primera parte, esta era ya una edad respetable para la época, que volcaba en su novela una experiencia vital larga y tortuosa. A este grupo de obras marcadas, de manera positiva, por la edad de su autor podemos añadir Sintaxis, el último libro del escritor murciano José Luis Martínez Valero.

Y es que si algo destaca en las páginas de esta obra es la sabiduría que rezuman las palabras de un antiguo profesor que cerca de cumplir los ochenta años ofrece una mirada reposada y lúcida sobre temas muy diversos. Dueño de una extensa obra lírica, el literato aguileño opta aquí por la prosa para ofrecernos más que su opinión, su manera de ver asuntos tan dispares como la enseñanza, la literatura, la pintura o la amistad. En las páginas de Sintaxis Martínez Valero imprime a su estilo una cadencia poética que a menudo se acerca al poema en prosa sin llegar nunca a serlo. Estamos ante un libro difícil de definir genéricamente; aunque no es narrativo, algunos fragmentos se pueden leer como cuentos o incluso como microrrelatos, “Caperucita”. Si bien no es un ejercicio de crítica literaria, son varios los textos que se ocupan de la obra de sus escritores predilectos, entre los que se encuentran Gabriel Miró, Antonio Machado o Santa Teresa, e incluso se citan fragmentos significativos de los mismos, “La correspondencia”. Aunque no estamos ante unas memorias, el recuerdo de la infancia protagoniza capítulos de nombres tan significativos como “Cuando era niño”.

En estas estampas, algo más de medio centenar cuya extensión oscila entre las pocas líneas y las pocas páginas, adquieren a menudo protagonismo un pueblo y una ciudad. La localidad más pequeña va unida a las vivencias infantiles y se puede identificar con la Águilas natal del autor, espacio de aventuras que quedaron impresas en la memoria. La ciudad, que no es otra que Murcia, se asocia, por el contrario, con la madurez; se trata de un espacio para recorrer con calma y en el que el autor se convierte en flaneur por el Malecón o en una especie de arqueólogo que descubre el origen de un fragmento de pared de la calle Sociedad, “El palimpsesto urbano”.

A pesar de que estamos ante un libro con un fuerte componente autobiográfico, o quizás por ello, el autor se inventa un álter ego que protagoniza varios de los fragmentos. Se trata de Amancio, un poeta cuyas anécdotas y reflexiones escuchamos y que se va a encontrando a amigos con los que entabla conversaciones que parecen accidentales pero que no tienen nada de banal.

Reseña publicada en El Noroeste.