lunes, 31 de octubre de 2016

Bebop Café - Luis Sánchez Martín


Bebop Café, Luis Sánchez Martín, Boria, 2016, 170 págs., 14€.
La novela negra  parece resumirse a un único argumento que se repite hasta el infinito: hay un asesinato y alguien tiene que averiguar quién ha sido el causante. A partir de  este esqueleto cada escritor aporta su maestría y ofrece diferentes variantes, temáticas, estilísticas o argumentales, para atraer la atención del lector. Éste, el de la novela negra, suele ser aficionado al género y detecta rápidamente cuando el narrador ofrece algo original. Por ello, esta obra, la primera novela de Luis Sánchez Martín y también la referencia inaugural de la editorial murciana Boria, gustará a los amantes del género negro.
Porque en Bebop Café hallaremos los elementos habituales de este tipo de novelas (misterio, asesinatos, enamoramientos) y los personajes que suelen aparecer en ellas (detectives, hombres solitarios, mujeres con fuerte personalidad) pero, además, varios elementos diferenciadores que la convierten en un relato de interés. Junto con un final sorprendente que dejará descolocado al lector, y del que no daremos más pistas, el libro apuesta por una vertiente metaliteraria que también llama la atención. La obra tiene dos planos paralelos: el de la historia principal y el de una novela, titulada también en un juego de espejos ficcional Bebop Café, que escribe el protagonista contando parte de los hechos vividos. Ambos textos quedan claramente diferenciados tanto tipográfica (el relato que escribe el protagonista está en cursiva) como discursivamente (mediante el uso de voces narrativas diferentes: la primera y la tercera persona).
La trama se centra en Fran, un joven desorientado que comienza a recibir una serie de notas anónimas y crípticas que cree obra de Ana, su antigua novia. Decidido a resolver sus dudas sobre la autoría de estos mensajes, pide ayuda a los personajes que le rodean: Esther, un antiguo ligue y dueña del café Bebop del que Fran es parroquiano y con la que ahora tiene una relación ambigua entre la amistad y el amor; a Jorge, su mejor amigo, un Peter Pan que pasa las horas muertas en el apartamento de Fran; e incluso a Genaro, un estrafalario vagabundo que cuida el coche del protagonista a cambio de unas monedas. Para terminar de aclarar el asunto, se dirige a Granada, ciudad citada en una de las notas y a la que Fran fue con Ana durante su relación, aunque él haya borrado de su memoria esa visita. Allí entrarán en juego dos oscuros y grotescos personajes, un enano llamado Facu y Trinidad, un travesti, y la vida de Fran se complicará.
Aunque la novela posee una nómina de personajes secundarios amplia y entre la que encontramos caracteres llamativos, es sin duda el protagonista el eje de Bebop Café. Se trata de un joven que está dejando de serlo, de un economista con alma de escritor, de un ser antisocial que no puede pasar sin sus amigos. Además, y conforme vamos descubriendo con el paso de las páginas, Fran tiene un pasado bastante turbio, relacionado con su familia, que acabará volviendo. También es un hombre obsesionado con Ana, que aparece de nuevo en su vida a través de las misteriosas notas, que tratará de entender mejor transformando su relación con ella en un texto de ficción.
Mezclando una historia de amor y una investigación, añadiéndole varios actos violentos, un humor cáustico y varios arriesgados giros en la trama, Luis Sánchez Martín ha creado una novela entretenida con un final inesperado. 

Reseña publicada en El Noroeste:


viernes, 14 de octubre de 2016

Qué vergüenza - Paulina Flores


Qué vergüenza, Paulina Flores, Seix Barral, 2016, 293 págs., 18€.
Muchos lectores somos bastantes desconfiados al leer excesivos elogios hacia el libro de un autor novel. Aceptamos que las fajas con las que las editoriales envuelven un libro estén repletas de elogios desmesurados, pero si, además, es la primera obra de un escritor y éste es joven, la desconfianza se torna en aprensión. Sin embargo, a veces las loas están justificadas y, tras unas pocas páginas,  nos sumamos a la euforia de haber encontrado a una voz interesante cuya existencia desconocíamos.  Esto es lo que ocurre al leer Qué vergüenza, la opera prima de la chilena Paulina Flores que se publica en España con la expectación que ha provocado su éxito en su país natal.
Es cierto que el libro no supondrá un punto y aparte en la literatura en español, tampoco se le debe pedir esto a una autora que aún no ha llegado a la treintena, pero estamos ante una obra lo suficientemente sólida como para esperar con optimismo nuevas entregas de sus narraciones. Varios críticos chilenos han coincidido en que no parece una obra de una autora debutante, sino de alguien con mayor madurez como autor. Si bien entendemos, y compartimos, que estas frases funcionan como un elogio a su capacidad como narradora, no coincidimos en que la juventud de la autora no se vislumbre en los textos. Es cierto que el manejo del estilo es comparable al de otros escritores con carreras más longevas, pero existe en los textos un acercamiento a la juventud y, sobre todo, a la infancia, con una frescura que sólo se puede conseguir cuando aún son vívidos en el autor  los recuerdos de esta época.
Qué vergüenza está compuesto por nueve relatos de extensiones que oscilan entre las doce y las ochenta y cinco páginas, pero con varios elementos que otorgan homogeneidad al conjunto. En primer lugar, está el contexto espacial y temporal de los relatos: todos están ubicados en Chile, si bien en distintas localidades y en barrios de diferente clase social, y en el presente o en un pasado reciente: los años noventa. En segundo lugar, el ya apuntado protagonismo dado a niños y a jóvenes ofrece un nuevo elemento cohesionador. Por último, la mayoría de los relatos se mueven dentro del ámbito familiar o, al menos, íntimo, y se puede percibir en varios de ellos una tendencia a definir a las mujeres como personajes fuertes dentro de la familia, mientras que los hombres ocupan un lugar secundario o pasivo por encontrarse ausentes, en la cárcel o en el paro.
Entre los nueve textos podemos destacar el que da nombre al volumen, que muestra la vergüenza que sufre una niña al provocar, sin pretenderlo, que su padre caiga en el ridículo.  Un tema similar, un padre caído en desgracia y un niño responsable de salvarlo, se pone en juego en “Talcahuano”. Por su parte, “Últimas vacaciones” y “Tía Nana” tienen como eje la afirmación de la infancia como etapa definitoria de nuestra personalidad. Más ambiguos son “Teresa”, sobre las apariencias, y “Laika”, que trata una primera experiencia erótica. El volumen acaba con el relato más extenso y complejo, “Afortunada de mí”, en el que se narran de manera paralela dos episodios de la vida de una chica, uno en la actualidad y otro en su niñez, relacionados entre sí. 
Reseña publicada en El Noroeste: