sábado, 28 de mayo de 2022

Sulfuro - Fernanda García Lao



 Sulfuro, Fernanda García Lao, Candaya, 2022, 171 págs., 16€.

 

Quizás uno de los temas más comunes en la literatura fantástica sea el de los fantasmas. Estos personajes representan uno de los miedos atávicos del ser humano: la vuelta a la vida de los que ya han fallecido. Zombis, renacidos, espíritus… su presencia en este tipo de narrativa ha sido tan abundante que cabría preguntarse si es posible arrojar nuevas perspectivas sobre el tema. Fernanda García Lao nos demuestra que la (buena) literatura es capaz de encontrar nuevos caminos que transiten hasta por los territorios más trillados y nos ofrece en Sulfuro, su última novela, una inquietante novela de aparecidos en el que el tema de los fantasmas se conjugan con otros de gran calado, como más adelante veremos.

El libro está protagonizado por una mujer que tiene una estrecha relación con los muertos. Caminando siempre entre la cordura, desde su perspectiva es algo lógico hablar con fantasmas, y la locura, el resto de personajes la ven como alguien extraño y peligroso, la protagonista posee una relación mucho más fluida con los espíritus que con los que aún permanecen en el mundo de los vivos. García Lao opta para acercarnos a este carácter tan peculiar por la segunda persona, con un narrador muy cercano al personaje que se dirige a ella y que siempre la acompaña, convirtiéndose en una especie de espejo de sus vicisitudes y pensamientos. Además, la narradora argentina emplea un lenguaje muy poético, con frases breves que se organizan también en capítulos de escasa extensión en los que es más importante lo inferido que lo narrado, creando así la atmósfera misteriosa perfecta para esta historia.

Aunque está lejos de ser una narración lineal y de explicitar todos los pasos que da la protagonista, en consonancia a ese tipo de prosa que, como acabamos de señalar, define al libro, el argumento de Sulfuro se puede resumir en apenas unas líneas. Una mujer se vuelve a casar, tras un matrimonio fallido con un concejal con el que tuvo dos abortos, con un escribano que tiene dos hijos de una mujer ya fallecida; la casa en la que se instala con su segundo marido está situada justo enfrente de un cementerio y comenzará a relacionarse con algunos de los muertos que allí “residen”, buscando conocer más sobre el fallecimiento de su madre y de la antigua mujer del escribano.

Esta importancia que poseen los espíritus en Sulfuro se relaciona con otros tres temas que, a mi juicio, también son fundamentales para entender esta historia que camina entre lo sórdido y lo macabro. En primer lugar, la religión sería un elemento fundamental; la protagonista lee constantemente un libro sobre las vidas de santos y también entra en contacto, durante un periodo, con una secta de la que intenta encontrar respuestas a sus dudas existenciales. El sexo sería otro de estos temas fundamentales; si las relaciones con los hombres que tiene la protagonista se caracterizan por la falta de interés cuando no se convierten en verdaderas violaciones, ella muestra un gran interés por los fallecidos, alguno de los cuales le atraen mucho más que los vivos. A estos temas debemos añadir el de la familia, fundamental para entender la novela. El deseo de ser madre de la protagonista desemboca en una disyuntiva que será fundamental al final del libro: elegir entre los hijos de su segundo marido y los abortos que ha trasplantado a una maceta y que cuida de forma maternal.   


Reseña publicada en El Noroeste:



sábado, 14 de mayo de 2022

Todo en orden - Luis Sánchez Martín

 


Todo en orden, Luis Sánchez Martín, Chamán, 2022, 15€, 194 págs.

 

Noto ciertas reticencias en algunos autores a la hora de escribir sobre un tema tan importante en la vida de la mayoría de nosotros como es el laboral. A menudo, y salvo excepciones notables, las obras narrativas desarrollan temáticas más sentimentales o familiares olvidando o pasando de puntillas por las consecuencias que el trabajo del protagonista tienen en su devenir. Por eso es de agradecer la propuesta de Luis Sánchez Martín, que en varios de los once cuentos de Todo en orden afronta sin cortapisas esta temática, centrándose, especialmente, en las consecuencias de la precariedad en la salud mental, en las relaciones y, en definitiva, en la vida de los personajes.

Son varios los relatos en los que los protagonistas viven atrapados en un trabajo que odian, que no les deja tiempo para tener aficiones y que, sin embargo, tampoco les ayuda a escapar de una existencia miserable rayana en la pobreza. La que es una de las lacras de nuestra sociedad, atenaza a estos personajes que ofrecen varias respuestas a sus problemas laborales. En “Todo en orden”, el más extenso y crudo del conjunto, el antiguo jefe de Gregorio es una de las cuatro personas, junto a su ex novia, su hermano y un abusón del colegio, que sufren su venganza tras haberlo vejado durante años cuando él descubre que tiene una enfermedad incurable. Similar argumento, aunque centrado sólo en lo laboral desarrolla “De nueve a dos (y de cuatro a siete y media)”, cuyo título ya adelanta esa condena que es para el protagonista ir a trabajar. En “El graznido”, el mejor del libro en mi opinión, esa “trampa” metafórica que es el empleo de muchos de los personajes se convierte en algo literal cuando el protagonista se queda encerrado en la nave donde trabaja.

Este relato posee un componente fantástico que comparte con otros dos de los cuentos, dentro de un conjunto de un gran realismo (a veces “sucio”), como son “Doscientas cincuenta pesetas”, donde un joven iracundo recibirá una lección de quien menos se lo espera, y “El del gato”, sobre una divertida reencarnación. Las relaciones tóxicas, presentes también en el ya citado “Todo en orden”, serían el tema central de cuentos como “Distrito federal”, sobre la violencia que sufre como una lacra toda una familia, y “Siempre a tu lado”, sobre un marido controlador y machista. Ambos son relatos, como muchos de los del conjunto, con un tono desesperanzado y sombrío que muestran la crudeza que pueden tener las relaciones humanas. Esta violencia que aparece en varios de los cuentos llega a su paroxismo, además de en el último relato, en “Nada en el buzón”, sobre la doble vida de un hombre aparentemente apacible.

Dentro de este contexto tan pesimista, solo unos pocos temas parecen mostrar la esperanza a los personajes; uno de ellos sería la lectura. La que era prácticamente la única motivación del resentido protagonista de “Todo en orden”, se convierte en una obsesión para el de  “Páginas en blanco”; la biblioteca aparece como una isla de paz en medio de un océano de violencia y apatía. La amistad sería otro de esos islotes, como muestra el narrador de “En doble fila”, que mantiene la fidelidad hacia el conflictivo Marcos a pesar del largo historial de problemas que este arrastra.

Reseña publicada en El Noroeste: