martes, 31 de enero de 2017

Tuyo es el mañana - Pablo Martín Sánchez


Tuyo es el mañana, Pablo Martín Sánchez, Acantilado, 2016, 218 págs., 18€.

La Transición ha sido quizás, tras la Guerra Civil, la etapa de la Historia de España más tratada por los novelistas del país. Se trata de algo normal si se tiene en cuenta que fueron años en los que se produjeron grandes cambios políticos y sociales en muy poco tiempo. Pablo Martín Sánchez ofrece una nueva y fresca perspectiva de esta etapa tan llena de tópicos y generadora de dogmas que aún soportamos; lo hace desde la visión de un autor que nació en ella, de hecho, tomando como punto de partida de su novela el nacimiento de un niño el mismo día que lo hizo él: el 18 de marzo de 1977.
En torno a la paternidad de este bebé, que acabará llamándose Pablo como el autor, se desarrolla una trama en la que participarán, de una forma u otra, los seis protagonistas de la novela. Estos personajes, cuyo peso en la obra y labor como narradores son parejos, están, a su vez, ordenados por parejas. Por un lado, tenemos a una sagaz y valiente niña y a un veterano galgo de carreras; por otro, a un empresario perteneciente a la burguesía barcelonesa y a su difunta madre, que comenta la acción desde un cuadro en la pared; y, por último, a una joven estudiante de periodismo y a su amante: un profesor muy comprometido políticamente.
Si no fueran suficientes estos seis narradores, siete si contamos la segunda persona mediante la cual conocemos las primeras horas del bebé, la estructura temporal es también compleja. La acción transcurre de manera cronológica y abarca completas las veinticuatro horas de ese 18 de marzo del año 77; además, cada personaje se va sucediendo en la labor de narrador interno, relatando lo ocurrido en presente. Si bien esta complejidad estructural lastra en algunos momentos la novela, se detiene demasiado en la madrugada, el autor logra que la acción avance con fluidez a pesar de la multiplicación de narradores y de la peculiaridad del tiempo del relato.
Esta complejidad que posee Tuyo es el mañana se observa también en el retrato del momento histórico: son muchos y diversos los temas que se tratan. Desde las manifestaciones estudiantiles, hasta el acoso escolar, pasando por la apertura en materia sexual y la adaptación de la burguesía a la incipiente democracia. 1977 fue un año de muchos cambios en España y los personajes de la novela ven sus vidas sacudidas por algunos de ellos. Si bien el retrato de la Transición no es el objetivo primordial del autor, es un telón de fondo importante que ocupa un segundo plano frente a la historia principal, este mosaico de personajes y ambientes distintos que es el libro es bastante eficaz a la hora de conocer la España, y también parcialmente Italia, de la época.
Esta complejidad, en la composición que no en la lectura, que es la marca de la novela como estamos comprobando, se observa también en el cuidado por el lenguaje. El autor elige con esmero el léxico utilizado por cada personaje, que responde a su edad, clase social y a la época en la que viven. Este es un detalle más de la habilidad, casi de orfebre, que ha demostrado Pablo Martín Sánchez al escribir esta interesante novela ambientada en la Barcelona de la Transición.
Reseña publicada en El Noroeste:


lunes, 16 de enero de 2017

La trayectoria de los aviones en el aire - Constanza Ternicier


La trayectoria de los aviones en el aire, Constanza Ternicier, Comba, 2016, 206 págs, 15€.

La escena elegida por un autor para ser ubicada al comienzo de una novela es una de las decisiones más importantes que ha de tomar a la hora de escribirla. El inicio de todo relato, más aún si estamos ante un cuento o un microrrelato, marca el paso del resto y debe enganchar al lector o, al menos, intrigar a ese tipo de receptor perezoso que abandona los libros que no lo atrapan en unas pocas páginas. Por eso, el primer acierto de Constanza Ternicier en La trayectoria de los aviones en el aire, la segunda novela de esta narradora chilena, es el inicio; las primeras líneas del libro nos describen el despertar de Amaya, la protagonista, del coma.
Este episodio impactante es, como parece obvio, axial en la historia narrada, ya que va a dividir en dos la vida de la joven chilena que es el personaje principal de la novela. Lo sucedido en los días inmediatamente posteriores se irá narrando de manera cronológica y detallada en el libro, mientras que su vida previa y, especialmente, el brote psicótico que la llevó al hospital, aparecerán de manera fragmentaria y desordenada. Amaya, y con ella el lector, irán descubriendo poco a poco que se encuentra en un hospital de Londres, ciudad a la que había ido de visita desde Barcelona, donde residía, y que está acompañada por sus padres, que cuidarán de ella antes de poder volver a Chile.
La lenta recuperación de Amaya provocará una regresión en la familia, que hará que sus padres, divorciados desde hace años, vuelvan a estar juntos y que ella sea de nuevo una niña desvalida que necesita el apoyo de sus progenitores para salir adelante. Además de estos tres personajes presentes en la clínica londinense, el otro actante fundamental en la historia es Aleix, el compañero de piso de la chica en Barcelona, con quien mantenía una relación ambigua, entre la amistad y el amor, afectada por las enfermedades de ambos (él sufre terribles migrañas) y la distancia.  
El relato, que avanza con la lentitud propia de las rehabilitaciones de los enfermos graves, se ubica en casi su totalidad en el hospital inglés de Charing Cross. Desde la mirada irónica de Amaya, se nos descubre un microcosmos muy particular habitado por diligentes médicos, enfermeras solícitas y un cariñoso cocinero oriental que no deja de traerle galletas y té. Este entorno acogedor y lleno, según la a veces alucinada imaginación de Amaya, de personas de ojos azules, contrasta con las clínicas chilenas y, por extensión, todo el país natal, descrito casi siempre desde una perspectiva negativa.
También destaca La trayectoria de los aviones en el aire por la variedad discursiva que encontramos en sus páginas y que ofrece una perspectiva múltiple de la historia de Amaya. Por un lado tenemos al narrador principal, que alterna capítulos en segunda persona, más cercanos a la protagonista, con otros en la habitual tercera persona. Por otro, encontramos fragmentos del diario que lleva el padre de Amaya mientras su hija está internada y que ella le roba en un descuido. Además, las canciones que va escuchando la protagonista, al menos una por cada capítulo, adquieren importancia en la historia.
Con todo ello construye Ternicier una novela interesante y profunda que retrata algunas de las obsesiones de su generación (la emancipación, el amor, la relación con su país) a partir de una experiencia traumática. 
Reseña publicada en El Noroeste: