domingo, 25 de diciembre de 2016

Las margaritas no tienen la culpa - Teresa Mateo




Las margaritas no tienen la culpa, Teresa Mateo, Balduque, 2016, 60 págs., 10€.

Existen numerosos ejemplos de que la Literatura es algo vivo, un ente heterogéneo que muta de piel con los tiempos y que sabe adaptarse a la sociedad en la que se desarrolla. Uno de estos casos es el de la rehabilitación que ha sufrido el aforismo en los últimos años gracias, principalmente, a Twitter. Hace apenas una década el aforismo era un género alejado del gran público, con cierto aroma a naftalina y al que muchos definían como acabado. Sin embargo, el nacimiento de una red social que limitaba los mensajes a 144 caracteres impulsó que muchos usuarios, la mayoría de los cuales jamás habían oído hablar del aforismo, comenzaran a escribir breves sentencias o reflexiones que actualizaban el género cultivado por Lichtenberg. Entre esos tuiteros ha destacado Teresa Mateo, la autora de Las margaritas no tienen la culpa.
Porque este libro selecciona trescientos de los tuits más ingeniosos de una usuaria que ha conseguido enganchar a casi treinta mil personas a su particular manera de condensar la realidad. Sin una ordenación aparente, el lector va descubriendo página a página el ingenio de la autora, que crea un mundo muy particular en el que la realidad está vuelta del revés y donde nada es lo que parece. Obliga así al lector a replantearse algunas de sus creencias mediante unos juegos de palabras en los que son habituales los sentidos literales de las frases hechas y el uso de la polisemia para crear una nueva perspectiva del lenguaje y de la vida.
Pero, ¿son aforismos los trescientos textos que integran este volumen? Si somos exactos la respuesta debería ser negativa, pero la Literatura nos ha enseñado a que los límites genéricos sirven para poco. Por eso creo que los 300 tuits recogidos en Las margaritas no tienen la culpa son los aforismos que escribiría una persona como Teresa Mateo. Es decir, una autora de 32 años, joven aún para los cánones literarios, que también cultiva la poesía, hace apenas un año apareció su poemario Cuando nos repartimos los bares (2015), y que escribe para publicar en Twitter. Este medio es el que ha provocado algunas de las características que encontramos en el libro de esta autora murciana: inmediatez, ingenio, brevedad y, este ya es un rasgo de su estilo, sentimentalidad.
Porque los aforismos (porque lo son, ¿no?) de Teresa Mateo no se quedan en la simple pirueta lingüística, sino que nos dejan entrever rasgos de la forma de ser de la autora. Si bien no de manera tan directa como ocurre con los poemas, una lectura de Las margaritas no tienen la culpa nos deja traslucir los problemas, las obsesiones, los afectos y los ideales de la autora. Se configura así el volumen como una especie de mosaico que, mediante trescientas teselas, nos acaban por descubrir una personalidad enamoradiza, idealista, un poco despistada y muy socarrona. Yendo un poco más allá, podríamos incluso vislumbrar los ecos de una ruptura amorosa en estas pequeñas rendijas a los sentimientos de Teresa Mateo que son algunos de los textos del conjunto.
Se trata, por lo tanto, de un libro que nace al albur de su tiempo y que puede ser degustado en pequeños tragos para centrarse en el sabor individual de cada uno de los aforismos o de golpe para percibir ese mosaico que se dibuja al unir los fragmentos.
Reseña publicada en El Noroeste:


domingo, 11 de diciembre de 2016

Vosotros, los muertos - Ginés S. Cutillas


Vosotros, los muertos, Ginés Cutillas, Cuadernos del Vigía, 2016, 101 págs., 14€.

Una de las particularidades del microrrelato, género peculiar en muchos aspectos, es su necesidad de impactar al lector. La famosa teoría de Julio Cortázar de que el cuento gana por K.O. se lleva al paroxismo en este hermano pequeño del relato, que posee apenas unas líneas para remover al receptor del texto. Por ello, muchos de los rasgos de la minificción están asociados a ese fin y existen temas que funcionan mejor que otros en estos parámetros textuales. Entre los que mejor acomodo encuentran está la presencia de la muerte, con sus múltiples variantes, de algún personaje. Se trata de un hecho trascendental, pero, a la vez, cotidiano  que desde siempre ha obsesionado al ser humano. En el caso concreto del microrrelato,  algunos de los mejores representantes del género han publicado libros en los que el tema de la muerte está muy presente; a los nombres de Max Aub, y sus Crímenes ejemplares, y Fernando Iwasaki, con Ajuar funerario, podemos unir el de Ginés Cutillas, que entra por derecho propio en esta selecta nómina con Vosotros, los muertos.
En Vosotros, los muertos encontramos diversas variantes sobre ese tránsito entre la vida y el más allá. Hay muertes alegres, “That`s life”; conciencia tras la muerte, “De lo efímero de los rectángulos azules”; extrañas personificaciones de la parca, “Desubicados”; personajes que se burlan de los fallecidos, “Interroguen al sepulturero”; decesos en pleno acto sexual, “La petite mort”; agobiantes descripciones del Más Allá, “El légamos del Hades”; resurrecciones por las que hay que pagar, “El negocio”; o asesinatos inesperados, “Asuntos de familia”. El libro es un amplio catálogo de las distintas maneras que tiene el ser humano de enfrentarse a la muerte y de las insospechadas formas que ésta le puede sobrevenir.
El autor incluye, además, alusiones a algunos de los grandes del género, reconociendo así la deuda contraída con estos referentes; destaca el homenaje a Borges, cuyo nombre de pila se le otorga al bibliotecario de “Recuerdos”. También encontramos lo que el propio autor define como una “micronovela policiaca en veinte capítulos y un epílogo”; se agradece la audacia de Cutillas de intentar dar una vuelta de tuerca al género, si bien el resultado no se encuentre entre lo mejor del libro. Entre los que sí están entre los microrrelatos más destacados del conjunto, que no escasean, podemos citar dos muy diferentes en cuanto a extensión: “El último hombre”, uno de los más largos y redondos, y “Terermoto”, un divertido juego de palabras de apenas un par de líneas.

 Cutillas nos ofrece una obra sólida y de gran interés, un excelente libro de minicuentos, algo no tan sencillo de lograr como la brevedad del género podría hacer pensar. Los autores de libros de minificción caen con demasiada frecuencia en el uso de trucos evidentes, en repeticiones de tono o estilo o en  la acumulación casi infinita de textos,  haciéndole un flaco favor al género, que, por culpa de estas publicaciones fallidas, parece que no resiste la repetición en un volumen de demasiados minicuentos del  mismo autor.  Pero Ginés Cutillas demuestra que conoce muy bien el género, al que le acaba de dedicar el ensayo titulado Lo bueno, si breve, etc. (2016), y evita esos errores en uno de los mejores libros de microrrelatos que se han publicado en España en los últimos años. 
Reseña publicada en El Noroeste.