lunes, 22 de junio de 2015

Convivir con el genio - Juan Bautista Durán



Convivir con el genio, Juan Bautista Durán, Comba, 2014, 150 págs., 15€.

                Una de las claves más importantes y a menudo olvidadas del éxito de un libro de relatos es la ordenación de los textos. Al igual que ocurre con los poemarios, em las colecciones de narraciones el autor y el editor presentan al lector un itinerario que influirá decisivamente en la recepción. Juan Bautista Durán, autor de este Convivir con el genio, y los editores de Comba distribuyen los cuentos de este volumen en tres secciones con tres tonos muy diferentes. Cada una de ellas está integrada por cuatro, cinco y tres relatos respectivamente y poseen una coherencia interna que nos permite comentarlas por separado.
                El primer bloque del libro es, desde nuestro punto de vista, el que integra los textos menos logrados. Son cuatro historias que comparten la temática amorosa y una estructura un tanto desmadejada, con finales abiertos o, al menos, no conclusivos que provocan en el lector cierta sensación de levedad. Más que narraciones bien ejecutadas, como sí lo son las del resto del libro, estamos ante episodios de temática sentimental sobre las relaciones entre varias parejas. De este cuarteto inicial, que no provoca al lector el deseo de continuar con la lectura del resto, destaca “Au-pair”, protagonizado por un joven argentino que vive un amor de verano en la localidad inglesa donde cuida a las hijas de un matrimonio en cuya casa se aloja. El autor sabe caracterizar bien al narrador, incluyendo el léxico rioplatense que emplea, pero el relato no termina de proporcionarnos una historia enjundiosa.
                Mucho más interesantes son los cinco cuentos que Durán nos ofrece en la segunda sección de Convivir con el genio y que tienen como elemento común a unos protagonistas que podríamos definir como particulares y, en algunos casos, extravagantes. Son relatos con una estructura interna mucho más sólida, con historias elaboradas dentro de la sencillez que implica el género cuento y con finales cerrados y, a veces, sorprendentes. En las páginas de este quinteto encontramos a unos maquinistas jubilados que se reúnen en el metro para rememorar tiempos mejores, en “Nicolás de las doce”; la peculiar vigilancia al casi ermitaño Bonald, en “Acerca de Bonald”; las extrañas relaciones familiares que establecen los protagonistas de “Blasi a tres bandas”; y el recuerdo de un verano de juventud, en “Planchar divisas”.
                Termina el volumen con otros tres cuentos que tienen en común el tema de la identidad y la presencia de personas reales entre sus protagonistas. En el primero de ellos, “Aviario”, aparece la poeta Nora Almada y un personaje, Octavio Larralde, que centrará la atención del resto. El siguiente, “Convivir con el genio”, es el más extenso de todo el volumen y cuenta la singular historia de un argentino que desea que el narrador le apadrine para poder cambiar su nombre. Se da la circunstancia de que se llama igual que el futbolista Ariel Ortega, lo que, según él, ha marcado su devenir. En este cuento se cita a un tal Eduardo Goitia, cuyo nombre reaparecerá en el papel de un amigo del narrador que cruza media España en bicicleta en el último cuento: “Sueños con tesoro”. En él aparece también la historia real del cantante Óscar D’aniello.
                En esta docena de cuentos de irregular calidad encontramos los mimbres de un autor aún joven, tiene treinta años, pero cuya evolución como narrador seguiremos con interés. 

Reseña publicada en El Noroeste


lunes, 8 de junio de 2015

El camino de Ida - Ricardo Piglia



El camino de Ida, Ricardo Piglia, Debolsillo, 2013, 238 págs., 10€.
            Existe en la literatura norteamericana una tradición de libros ambientados en la universidad. En nuestra lengua son muchas menos las obras que integran este subgénero de novelas de campus, aunque existen algunos ejemplos recientes como Un momento de descanso (2011) de Antonio Orejudo o la obra que nos ocupa hoy: El camino de Ida del argentino Ricardo Piglia. Ambos autores poseen experiencia como docentes universitarios, precisamente en Estados Unidos, y han sabido seguir la estela de narradores norteamericanos como Philip Roth, cuya novela La mancha humana (2000) posee algunas semejanzas, más en el ambiente que en la trama, con la de Piglia.
Este contexto universitario es el escenario de la primera parte de la novela, que cuenta la llegada de Emilio Renzi, un escritor argentino sumido en una crisis existencial, a la selecta universidad estadounidense donde impartirá un curso de literatura. Allí, inicia una relación amorosa con Ida Brown, seductora y brillante profesora, que deberán mantener en secreto ante el resto de compañeros y alumnos. Esta primera sección del libro se cierra con un incidente en el que se ve implicada Ida y que se presenta envuelto en el misterio.
A partir de ese momento, la novela vira y dejando atrás las referencias literarias y universitarias, se va acercando a la novela policiaca para seguir la pista de un solitario e intelectual terrorista cuya relación con Ida tratará de descubrir Renzi. De nuevo se sitúa Piglia en esta parte del libro en unas coordenadas que nos pueden recordar a otros autores norteamericanos contemporáneos. En primer lugar, la importancia del ecologismo en una sociedad tan industrializada como la yanqui ya aparecía en la última novela de Jonathan Franzen, Libertad (2010). Por otro lado, ese terrorista salido de la universidad y que en solitario y con una sólida base ideológica pone en jaque a la sociedad, posee semejanzas con el protagonista de Leviatán (1992), de Paul Auster.
Además de estos referentes norteamericanos, Piglia también pone en juego otros recursos que lo acercan a algunos de sus coetáneos hispanos, como el uso de la meta y la autoficción. Renzi escribe en primera persona no sólo sus indagaciones sobre Munk, el terrorista, y sobre Ida, que lo llevan a hacerse pasar por un detective, sino que son también frecuentes las referencias a cómo fue redactando el libro. En cuanto a la autoficción, esa técnica mediante la cual se filtra parte la vida real del autor en la historia que él mismo inventa, la observamos en el ya citado ambiente universitario de parte del libro y que remite a la experiencia de Piglia como profesor en Princeton.
Además de por estas razones de índole más teórica, el libro es atractivo al lector por el tono ágil de su narración y por la estupenda construcción de los personajes. Además de los tres principales, Renzi, Ida y Munk, destacan algunos de los secundarios que poseen un peso menor en la trama pero a los que Piglia convierte en caracteres muy interesantes. Entre ellos estarían la profesora rusa vecina de Renzi, confidente y apoyo esencial para el narrador, el peculiar detective privado y el jefe del departamento, un antiguo soldado obsesionado con la obra de Melville.

            El camino de Ida demuestra la madurez de Piglia como narrador y justifican la importante presencia de sus obras en el canon actual de escritores en español. 
Reseña publicada en El Noroeste.