jueves, 26 de julio de 2018

Estrella distante - Javier Fernández y Fanny Marín



Estrella distante, Javier Fernández y Fanny Marín (sobre la novela de Roberto Bolaño), Random House, 2018, 180 págs., 18€.

¿Qué hace que un escritor sea considerado un clásico? Desde luego todos estaremos de acuerdo en que lo primero y fundamental es que sea leído durante mucho tiempo. En segundo lugar, podemos añadir otros criterios más etéreos como su importancia en la historia de la Literatura, su carácter original o su calidad. Sin embargo, creo que existe en nuestra época un tercer criterio que debemos añadir para considerar a un autor como un referente y es que sus libros hayan inspirado a otros artistas, no sólo escritores, en obras posteriores.  Este volumen, en el que Javier Fernández y Fanny Marín adaptan al formato de la novela gráfica una de las obras menores de Roberto Bolaño, viene a demostrar que la trascendencia del narrador y poeta chileno se mantiene intacta quince años después de su muerte.
Calificar de menor Estrella distante no es en absoluto un desprecio a esta novela, sino una manera de calibrar su impacto cuando la comparamos con esos monumentos narrativos que son Los detectives salvajes (1998) y 2666 (2004). Este libro no se puede entender sin las obras que la preceden y la suceden en la línea cronológica de las publicaciones de Bolaño y en el contexto en el que apareció. Tras varios años viviendo en Cataluña alejado de los focos del éxito editorial y labrándose una carrera jalonada por premios menores, aquel casi desconocido escritor latinoamericano publica en 1996 dos libros en Seix Barral y en Anagrama, dos de los sellos barceloneses de referencia. El primero de estos volúmenes fue el originalísimo La literatura nazi en América, una supuesta antología, en la estela de las que perpetraron décadas antes Borges y Bioy Casares, de escritores ultraderechistas del continente. Entre ellos aparecía un tal Carlos Wieder, que protagonizaría Estrella distante, la  otra novela de Bolaño que apareció en aquel 1996.
La adaptación que Fernández y Marín han llevado a cabo es fiel al original, pero, obviamente, adaptándolo al lenguaje de la novela gráfica. Como es natural se prescinde de gran parte del texto original y se juega con él; percibimos un adelgazamiento extremo de la parte escrita, incluso si lo comparamos con otras novelas gráficas, mientras que se le otorga un mayor protagonismo a lo visual, para la que Fanny Marín emplea exclusivamente el blanco y negro. Aunque en esta reseña no calificaremos la calidad del dibujo, por desconocimiento de este arte no porque no nos haya encantado, podemos señalar varios aspectos destacados de las ilustraciones como el cambio en el tipo de trazo en la historia de Petra o el carácter desdibujado que siempre tienen los retratos de Wieder, acorde con su misteriosa personalidad.
En cuanto al guion, Fernández, especialista en la obra de Bolaño y vinculado desde hace años al mundo del cómic, nos ofrece desde la perspectiva del alter ego del escritor chileno, Arturo Belano, la errática trayectoria de Wieder. Comienza con su asistencia, bajo un nombre falso, a un taller poético en el Chile de Allende y la creación de artefactos poéticos en el cielo cuando se descubre que es piloto militar. Tras una exposición fotográfica en la que sale a la luz su sádico carácter, Wieder desaparecerá durante años aunque tiempo después un detective le seguirá la pista a través de sus publicaciones en extraños fanzines europeos. Este peculiar artista comparte protagonismo con otros personajes que el joven Belano/Bolaño conoce en los talleres poéticos, como sus profesores Soto y Stein y sus compañeros Bibiano y las hermanas Garmendia. Este grupo literario se verá sacudido por el golpe de Estado tras el cual conocen la verdadera identidad de Wieder.

Reseña publicada en El Noroeste:


sábado, 7 de julio de 2018

Mandíbula - Mónica Ojeda


Mandíbula, Mónica Ojeda, Candaya, 2018, 288 págs., 17€.

Narrar la adolescencia siempre me ha parecido uno de los objetivos más ambiciosos a los que se puede enfrentarse un escritor. El proceloso mundo interior de un joven que vive un proceso de cambio tan brutal como al que nos enfrentamos a esa edad suele ser difícil de reproducir en un relato. Sin embargo, la ecuatoriana, afincada en España, Mónica Ojeda logra ese objetivo en esta estupenda novela que es Mandíbula. Lo consigue quizás gracias a su juventud, acaba de cumplir treinta años, que la acerca generacionalmente a las adolescentes a las que retrata, pero, sobre todo, por una solvencia como narradora que ya anunció en su anterior novela, Nefando, y que confirma en esta.
La primera herramienta que utiliza para este adentramiento en el mundo adolescente es el lenguaje; especialmente logrados son los párrafos en los que escuchamos la voz de Fernanda, una de las chicas protagonistas, en sus conversaciones con su psicólogo. Ojeda reproduce con frescura y sin caer en la parodia, el lenguaje propio de una quinceañera ecuatoriana de clase alta que mezcla las palabras propias del dialecto de la zona con numerosas expresiones en inglés.
Además de mediante el lenguaje, el retrato del grupo de jóvenes protagonistas se completa con la descripción de su vida diaria, de sus aficiones y de sus clases. Asistimos con ellas a una exclusiva fiesta en la que Fernanda y Annelise, las dos cabecillas, logran impresionar a los universitarios que las han invitado creyéndolas inocentes púberes. Ellas dos también serán las que ideen las peligrosas pruebas de valentía a las que someten al resto de sus amigas en el edificio abandonado en el que pasan las tardes. Allí, e inspiradas en los relatos de terror que leen en Internet, las creepypastas, las chicas realizan una serie de ceremonias de inspiración satánica dedicadas a un dios blanco cuya teogonía Annelise va inventado sobre la marcha.
Como es lógico por la juventud de las protagonistas, el colegio forma una parte sustancial de sus vidas. Las seis asisten a un centro elitista del Opus Dei donde juegan, a veces de manera un tanto sádica, a rebasar los límites que sus profesores les imponen. Allí será donde Fernanda y Annelise se encuentren con Clara, una profesora de Literatura que acaba de llegar al colegio tras una traumática experiencia en su anterior centro de trabajo. Su vulnerabilidad y su carácter nervioso provocarán que las chicas centren en ella sus dotes de manipulación y la lleven a situaciones límites.
Este último personaje protagonista, Clara, es otro de los hallazgos de Mandíbula. Se trata de una mujer atenazada por el miedo, que disfruta corrigiendo con minuciosidad las redacciones de sus alumnas, pero que se paraliza cuando alguna de ellas la toca. Además, está marcada por la extraña relación que mantuvo con su madre, que se adentró en terrenos incestuosos, y que han marcado su forma de relacionarse con los demás e incluso su manera de vestirse. A lo largo del libro iremos conociendo las motivaciones que llevaron a la atormentada Clara a la situación que se expone en el capítulo inicial y que nos muestra a su alumna Fernanda secuestrada por ella en una remota cabaña.
Con estos mimbres, Mónica Ojeda crea una novela polifónica, de ritmo vigoroso y ambiente opresivo que la confirma como una de las narradoras latinoamericanas del momento.

Reseña publicada en El Noroeste: