domingo, 20 de enero de 2019

Biblioteca bizarra - Eduardo Halfon




Biblioteca bizarra, Eduardo Halfon, Jekyll&Jill, 2018, 120 págs., 18€.

En cada ocasión que escribo una reseña de un nuevo libro  de Eduardo Halfon, y esta es la cuarta, tengo la sensación de estar escribiendo lo mismo. Y es que la narrativa de este escritor guatemalteco, que ha vivido durante gran parte de su vida en Estados Unidos, posee una unidad poco común en la literatura contemporánea. Los lectores de Halfon sabemos que todos sus textos poseen un tono muy personal, entre la ternura y la ironía, y que giran en torno a unas pocas obsesiones: las relaciones familiares, el oficio de escritor o la identidad. Sin embargo, cada nuevo libro ofrece algo original a una trayectoria literaria que es una búsqueda constante de respuestas que no acaba con el punto y final. Lo que al principio podríamos considerar erróneamente como intentos de encontrar una voz son, en realidad, nuevos pasos hacia delante en una de las carreras más sólidas de la narrativa hispánica contemporánea.
Biblioteca bizarra es, por su propia concepción como una recopilación de textos publicados previamente en diversas revistas y periódicos, uno de los libros más heterogéneos de Halfon, si bien su manera de escribir provoca que cada una de las seis partes formen un continuum con las demás y con el resto de su obra. El primero de los capítulos, el que da título al volumen, integra una serie de anécdotas de variado origen todas ellas con los libros y las bibliotecas como nexo. El narrador nos presenta personajes en el límite de la verosimilitud que poseen relaciones con sus ejemplares que van de la excentricidad a la obsesión. No puede faltar entre este curioso catálogo una historia de índole familiar, la visita a la biblioteca sionista de una tía abuela, que acaba con otro de los temas habituales en su literatura: la difícil relación con el padre.
Los dos siguientes textos de Biblioteca bizarra se encuentran entre los más emotivos que recuerdo de la prosa del escritor guatemalteco. “Halfon boy” cuenta la gestación y el nacimiento de su hijo Leo con una ternura lógica en un padre primerizo. A pesar del carácter tan personal del momento, o quizás por ello, Halfon no puede evitar incluir referencias a su “otra familia”, la literaria, en este caso a la vida y a la obra del poeta William Carlos Williams. “Los desechables” tiene un punto de partida totalmente opuesto: al final de una gira promocional por Colombia se dirige a dar una charla a unos drogadictos en rehabilitación. El narrador opta por otorgarles la palabra y el lector conoce sus terribles historias y, como contraste, una serie de preguntas sobre lo que pueden aportar los escritores ante problemas de este cariz.
Tras un texto más breve, sobre Chejov y la ciudad francesa de Saint-Nazaire, el libro se cierra con dos capítulos que abordan la difícil relación con su país natal. En el primero, “La memoria infantil”, Halfon va hilando diversos recuerdos de sus primeros años que acaban con su salida de Guatemala con apenas diez años debido a la inestabilidad política. “Mejor no andar hablando demasiado” retoma su relación con el país tras una elipsis que coincide con su estancia de trece años en Estados Unidos y narra sus inicios como escritor. Como si de una situación pendular se tratara, una década después de establecerse de nuevo en el país tiene que salir debido a las amenazas que recibe tras publicar su primera novela.


Reseña publicada en El Noroeste:


lunes, 7 de enero de 2019

Fantasmas de la ciudad - Aitor Romero Ortega


Fantasmas de la ciudad, Aitor Romero Ortega, Candaya, 2018, 238 págs., 16€.

La narrativa española contemporánea es, salvo excepciones como, por ejemplo, El dolor de los demás (2018) de Miguel Ángel Hernández o Intemperie (2013) de Jesús Carrasco, eminentemente urbana. El porcentaje de población que habita en las grandes aglomeraciones hace tiempo que superó al de los pueblos, pero, además, en ellas se ubican los grandes centros de poder, incluidos los culturales, por lo que funcionan como polo de atracción para artistas de toda índole. Fantasmas de la ciudad, el primer libro de relatos de Aitor Romero, participa de esta tendencia general a utilizar espacios urbanos, el título ya nos da una pista, y ofrece ocho variantes de la relación que establece el hombre moderno con la metrópoli.
El primer cuento se aleja del tono del resto del libro ya que no ofrece un relato de ficción propiamente dicho, sino un texto de cariz histórico que repasa la vida de León Trotski y su paso por España en general y Barcelona en particular. Al igual que han hecho en épocas recientes autores como David Torres en Palos de ciego (2017) o Alicia Kopf en Hermano de hielo (2016), Romero entrevera episodios históricos con su propia experiencia. “El aeropuerto del sur” me parece el menos inspirado de un conjunto muy notable; aunque la elección del aeródromo, el “no lugar” por excelencia de nuestra sociedad, es original para este remedo de “La autopista del sur”, tanto el título como la cita inicial adelantan al lector que el relato seguirá unos derroteros similares al texto de Cortázar.
En “Naima” las ciudades se convierten en sitios de paso que apenas dejan huella en la enigmática protagonista, que se establece sucesivamente en París, Barcelona, Madrid y Buenos Aires sin encontrar nunca su sitio ni poder escapar de la canción de Coltrane que tanto gusta a su padre y que le dio nombre. “Hotel Torino” nos propone una forma de viajar diferente a la habitual: el protagonista vuelve a Roma para tratar de revivir un iniciático periplo de juventud y como homenaje tanto a su progenitor como al escritor Cesare Pavese. Un viaje a Nashville, una ciudad que obsesiona al narrador por un disco de Bob Dylan, es el punto de partida de la primera parte de “Spaguetti Western”; el texto se completa con una coda donde se narra el contexto de creación del relato en Grenoble. En “Puentes de Bosnia” las ciudades balcánicas heridas aún por la guerra sirven como metáfora para los dos amantes que las recorren y que también han sufrido la metralla de un divorcio y de la muerte de una hermana.
Barcelona, ciudad natal del escritor, es el escenario de los dos relatos restantes: “La colmena”, que narra la historia de Kubalita, un héroe de barrio que desentona con la urbe cosmopolita que ahora es la capital catalana, y “Fantasmas de la ciudad”, en la que la falta de inspiración de un autor de éxito le lleva a reencontrarse con su ciudad. Paradójicamente este relato termina con el escritor teniendo que huir a un pequeño pueblo de la costa para poder escribir desde allí su novela sobre sus años de juventud en la urbe. Romero parece decirnos que la atracción que sufren los personajes de sus estupendos relatos por las ciudades apenas les deja otra posibilidad que vivirlas con pasión.

Reseña publicada en El Noroeste: