viernes, 14 de diciembre de 2018

Mamíferos que escriben - Manuel Moyano


Mamíferos que escriben, Manuel Moyano, Newcastle, 2018, 101 págs., 8€.

Se pregunta Manuel Moyano al final de este libro si la literatura nos aísla del mundo o nos hace vivir la realidad de manera más intensa. Señala, además, que se trata de una enfermedad, de esas que se contraen en la infancia y que se convierten en crónicas ya que no te abandonan durante el resto de tu vida. No sé si el hecho de equipararla a una dolencia no es un tanto exagerado, pero sí es cierto que a los que nos apasiona leer solemos desarrollar cierta obsesión por la palabra impresa. Frente a aquellas personas que pueden subsistir sin libros a su alrededor o que apenas se dejan enganchar cada cierto tiempo por el fenómeno editorial de la temporada, los que leemos a diario formamos una religión peculiar en la que cada devoto tiene a unos cuantos autores en su panteón particular. Para estos pocos locos que veneran de manera obsesiva a los autores que les han impactado está dirigido Mamíferos que escriben.
El autor, como no podía ser de otra forma, se reconoce como parte de este tipo de lector para el que no es suficiente cerrar el libro y guardarlo en los anaqueles de su atiborrada biblioteca. Para Moyano, al igual que para tantos miles de letraheridos, la lectura no termina con la palabra “fin” y desea ir más allá, continuar en ese mundo de ficción en el que ha habitado durante días. Una de las maneras más eficaces de evitar la orfandad que provoca la última página es buscar información sobre el autor del texto, tratando de hallar en su biografía o en sus palabras ecos de la obra que nos ha impactado. A algunos de nosotros, Moyano se cuenta entre ellos, esta necesidad de conocer mejor el rastro que dejaron los autores nos lleva a emprender viajes a los lugares en los que vivieron en busca de no sabemos muy bien qué. Sin embargo, cuando estamos allí, en la mesa en la que pergeñó los primeros proyectos de su obra maestra o en el catre en el que expiró, nos sentimos más cerca de la concepción de ese libro que tanto nos hizo disfrutar.
Moyano incluye en su panteón personal a una docena de creadores y ofrece dos tipos de textos breves sobre ellos: los biográficos y los geográficos. En los primeros realiza un repaso de sus vidas, de sus obras o de alguna circunstancia poco conocida y llamativa; en los segundos cuenta viajes que él realizó a los lugares donde los autores vivieron. Aunque el narrador molinense (aunque nacido en Córdoba, reside desde hace décadas en Molina de Segura) muestra gran habilidad en resumir en unas pocas páginas las vivencias y las obras de creadores como Bioy Casares, Paul Auster, Bob Dylan, Stanley Kubrick, Bukowski o Lovecraft, mezclándolas siempre con su propia experiencia como lector, melómano o cinéfilo, son, a mi juicio, los relatos de viajes los más interesantes.
Así, acompañamos a Moyano mientras sigue las huellas de Cunqueiro en Mondoñedo, de Borges en Ginebra, de García Lorca en Granada, de Dylan Thomas en Gales, de Kipling en Sussex o lee los mensajes de los fans en la tumba de Cortázar en París. No es extraño que este pequeño homenaje a sus autores favoritos que es Mamíferos que escribe se cierre con un capítulo titulado “El viajero literario”, en el que resume otros periplos que ha realizado movido por los mismos motivos y en el que acaba reflexionando sobre esta enfermedad tan maravillosa que es la lectura. 

Reseña publicada en El Noroeste:


domingo, 25 de noviembre de 2018

El jardinero - Alejandro Hermosilla



El jardinero, Alejandro Hermosilla, Jekyll & Jill, 2018, 190 págs., 17,50€.

Desde el comienzo de los tiempos, si hacemos caso a la Biblia, los jardines han sido espacios valorado por los seres humanos; qué era si no el paraíso sino un jardín cuidado con mimo por Dios del que Adán y Eva fueron expulsados. Con el paso del tiempo, los jardines se convirtieron en un sucedáneo de esa naturaleza salvaje de la que habíamos huido, una manera de rodearnos de la vegetación de bosques y selvas pero de manera controlada. Es en uno de estos espacios donde se desarrolla la nueva novela del cartagenero Alejandro Hermosilla, publicada, de manera primorosa como suelen hacer, por Jekyll & Jyll con portada del ilustrador Tomás Hijo.
El libro parte de otro valor que se suele dar al jardín: el de estatus social. Hoy en día se valoran mucho más en el mercado inmobiliario aquellos barrios con abundantes zonas verdes. En siglos pretéritos los grandes señores no concebían sus mansiones sin el añadido de un enorme jardín perfectamente cuidado. Es una familia nobiliaria de época aparentemente medieval la protagonista de la novela de Hermosilla y la contratación de un extraño jardinero que se adueñará de su jardín el detonante de sus problemas. Por error el conde ofrece a este empleado un contrato vitalicio, lo que le permite holgazanear a su gusto sin miedo a ser despedido y a descuidar el trato de las plantas. Con el paso del tiempo, la dejadez del jardinero se torna en insubordinación y comienza a socavar el poder de la familia en el condado a la vez que va ganando influencia entre sus miembros.
Esta versión de los hechos está determinado por la fuente que el lector tiene de los mismos: el hijo menor de los condes. Este personaje, que cuenta en primera persona lo que va sucediendo en los dominios familiares, se nos presenta al principio como un ser obsesivo, que detesta al jardinero y que sueña con convertirse en el heredero por delante de sus hermanos mayores. Con el paso de las páginas, esa obsesión deviene en locura y el argumento se torna en una sucesión, a veces sin orden ni aparente lógica, de la violencia y las orgías que se suceden en el castillo y que no sólo están protagonizadas por el jardinero y sus secuaces, sino también por los padres, hermanos y por el mismo protagonista.
Esta narración enfebrecida, que va alternando párrafos breves y largos sobre distintos personajes y momentos de la historia, se alimenta de las imprecaciones al jardinero, de la lascivia de su familia (especialmente de la madre, que tiene una relación incestuosa con su hijo menor) y de las continuas alucinaciones del narrador. Hermosilla elabora un texto con un gran ritmo y con una trama abigarrada que se va enredando y bifurcando continuamente como la vegetación de un jardín descontrolado en la que lo real y lo aparente se mezclan a través de la voz del narrador. Además, pone en juego temas como las difíciles relaciones familiares, la amistad y las diferencias de clases sociales, el jardinero no deja de ser un vasallo que se niega a cumplir órdenes.
El relato principal se completa con una serie de fragmentos, de inspiración enciclopédica pero también con la original impronta de Hermosilla, en los que se citan libros y episodios históricos en los que los jardineros tuvieron protagonismo. 

Reseña publicada en El Noroeste:


lunes, 12 de noviembre de 2018

Lo que está y no se usa nos fulminará - Patricio Pron




Lo que está y no se usa nos fulminará, Patricio Pron, Random House, 2018, 172 págs., 17€.

La originalidad es un valor muy importante en la literatura. La mayoría de los escritores transitan por caminos ya desbrozados por sus antecesores, limitándose a ofrecer a los lectores sus historias de una manera similar, aunque nunca igual, a otros autores que les precedieron. Sin embargo, unos pocos escritores arriesgan nuevas formas de internarse en los espesos bosques de la narración. No siempre las trochas que abren llevan a algún sitio concreto o sirven de inspiración para posteriores expediciones, pero siempre se les debe el reconocimiento por el riesgo que corren. Dentro de este grupo de narradores que ofrecen al lector libros originales podemos encuadrar a Patricio Pron y su último volumen de relatos hasta la fecha: Lo que está y no se usa nos fulminará.
Desde el primer cuento, Pron, autor argentino afincado desde hace una década en España, sorprende por la manera de narrar la historia. En la mayoría de la docena de textos que integran el libro hallamos estructuras, perspectivas o estilos que producen un extrañamiento en el lector y que destacan, además, por su variedad. Hallamos, por ejemplo, un cuento en el que se mezclan varios idiomas; se trata de “La repetición” y posee fragmentos en inglés y en portugués. En “Quien te observa en el espejo desaparecerá contigo” se prescinde de los puntos y se multiplican, dificultando a veces la comprensión del texto, los paréntesis. “Salon des refusés”, por su parte, va ofreciendo varios desarrollos posibles para una acción, negando a continuación lo que se acaba de narrar, en una estrategia que se relaciona directamente con la cita de Ricardo Piglia que acompaña el relato.
También hay juegos con la identidad del autor, al protagonista de “La bondad de los extraños” se le llama P y el de “Este es el futuro que tanto temías en el pasado” recibe el nombre de Patricio Pron, y con la extensión de los textos, “Umeak kontatu zuena / Lo que contó la niña” es mucho más breve que el resto ya que tiene dos páginas. Además, y como se puede comprobar en los relatos citados, el autor rompe también con las convenciones de los títulos, muchos de ellos son largos y otros están en otro idioma, como deja patente el del libro, tomado de una canción de Luis Alberto Spinetta. En cuanto a la estructura del relato, también sorprende el uso de fragmentos de un formulario de inmigración para separar las partes de “Oh, invierno, sé benigno”, la inclusión de una historia resumida, por ejemplo en “Uno de esos padres”, o el salto temporal a su propio pasado que sufre el protagonista de “Las luces sobre su rostro”.
Comparados con estos recursos, los temas que Pron desarrolla no son tan originales y lo relacionan con algunos de sus compañeros de generación. Entre los habituales en otros narradores que también aparecen aquí podemos citar las relaciones familiares, las dudas sobre la identidad, las veleidades del mundo literario y la vuelta a la juventud. Más personal es el cuestionamiento de los movimientos revolucionarios argentinos de los años setenta que realiza el narrador de “Un divorcio de 1974”.
Lo que esta y no se usa nos fulminará es, en definitiva, un libro que aborda asuntos habituales en la narrativa contemporánea, pero desde perspectivas novedosas que ofrecen un enorme aliciente al lector sin dificultar la comprensión de las historias relatadas. 

Reseña publicada en El Noroeste:


lunes, 5 de noviembre de 2018

Dicen de mí - Gabriela Wiener




Dicen de mí, Gabriela Wiener, Esto no es Berlín, 2018, 159 págs., 18€.

Muchas personas suelen afirmar que somos la imagen que proyectamos de nosotros mismos hacia los demás. Según esta idea, una persona no puede ofrecer un retrato cabal de su forma de ser, sus defectos y méritos por falta de perspectiva y por ser parte interesada en esa labor. Sin embargo, los le que conocen pueden realizar una descripción mucho más objetiva aunque también mediatizada por la cercanía de la relación que tienen. Esta idea entra en contradicción con la mayoría de libros que podemos encuadrar en la llamada literatura del yo, con la salvedad de las biografías, ya que en memorias, diarios o autobiografías el narrador trata como tema su propia vida.
La periodista y escritora Gabriela Wiener apuesta en su último libro, Dicen de mí, por soslayar, dentro de lo posible, los peligros que puede provocar escribir sobre sí mismo y da la palabra a amigos y familiares que hablan sobre ella. En el prólogo asegura que no es “un libro sobre el yo”, algo con lo que estamos de acuerdo ya que tras su lectura se puede comprobar que aunque el tema principal sea ella, son otras personas las que toman la palabra, por lo que se puede decir que es un libro sobre el “tú”.
Tanto este punto de partida, una obra en la que se repasa la vida del autor dándole el protagonismo a otra gente, como la estructura, cada capítulo es una entrevista en la que Wiener escribe tanto la introducción como las preguntas, son bastante novedosos en la literatura actual. Pero lo que más llama la atención en una época en la que cada vez hay más libros con trasfondo autobiográfico en las estanterías de las librerías españolas es su crudeza. El que crea que la madre, el marido, la mujer, la hija o los amigos de Wiener iban a ofrecer una imagen edulcorada de la autora e iban a soslayar sus conflictos con ella se equivoca. La narradora peruana viene, como recuerda su primer jefe en una de las entrevistas, del periodismo gonzo y ofrece en el libro un retrato crudo de sus intimidades para comprenderse mejor a sí misma y su relación con los demás.
A lo largo de la quincena de entrevistas que conforman el volumen, vamos conociendo en profundidad la forma de ser y las obsesiones de Wiener, en un retrato colectivo que está determinado por la relación entre la persona que responde y la autora y por las preguntas que ella va haciendo, que, si bien le permiten siempre tener cierto control sobre los temas tratados, no evitan nunca asuntos escabrosos. Así, se nos presenta a una persona con un fuerte carácter pero también con grandes inseguridades, que demanda mucha atención de los demás que no siempre devuelve. En el lado positivo de este completo retrato de Wiener, aparece una mujer valiente, que ha superado algunos complejos que lastraron su infancia y primera juventud en Lima y que desarrolla una interesante trayectoria literaria y periodística.
La única entrevista que carece de esa impronta de verdad que poseen todas no es, frente a lo que podría parecer, la que realiza a su hija de diez años, que muestra la conflictiva relación que existe entre una preadolescente y su madre, sino con el padre. Quizás sea por el hecho de que lleve gravemente enfermo mucho tiempo o que haya fallecido antes de que el libro se terminara, pero Wiener tiene un registro muy diferente en las preguntas que le realiza a su progenitor. La autora se sale del guion que sigue en el resto de cuestionarios y apenas le pregunta por ella misma, sino que se centra en la vida del padre y en su militancia política; además, evita cuestionarle por un tema que sí citará más tarde: el hecho de que su padre tuviera una familia paralela formada con otra mujer y una hija.
Uno de los temas que más aparece a lo largo del libro es el feminismo, movimiento en el que Wiener milita y que le lleva a cuestionar algunas situaciones del pasado. Especialmente revelador es el epílogo con el que se cierra el volumen y que narra el intento de realizar una entrevista a su antiguo novio que no llegó a buen puerto debido a la incapacidad de él de reconocer como un acto machista el brutal puñetazo que le asestó. Frente a ello, el novedoso proyecto de familia que comparten Wiener, su marido y su esposa, junto a los hijos que han tenido cada una de las mujeres con el hombre, es presentado como un triunfo frente a la sociedad patriarcal.
En definitiva, un libro distinto, valiente en su acercamiento al yo y que nos muestra que, en gran medida, somos la huella que dejamos en los demás.

domingo, 28 de octubre de 2018

Mujeres en la oscuridad - Ginés Sánchez

domingo, 30 de septiembre de 2018

Qué mundo tan maravilloso - Lola López Mondéjar


Qué mundo tan maravilloso, Lola López Mondéjar, Páginas de Espuma, 2018, 186 págs., 17€.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Que la ciudad se acabe de pronto - Trifón Abad


Que la ciudad se acabe de pronto, Trifón Abad, Malbec, 2018, 180 págs. 10€.

La literatura fantástica actual no necesita de monstruos, vampiros o fantasmas para despertar la inquietud en los lectores. Incluso cuando estos aparecen lo hacen desde la cotidianidad y no provoca un susto en los personajes, sino más bien perplejidad, como si no terminaran de entender que en el mundo seguro en el que viven puedan existir este tipo de seres o de fenómenos. La mayoría de los cuentos que integran Que la ciudad se acabe de pronto, el primer libro publicado por el murciano Trifón Abad, siguen esta orientación ya que en ellos irrumpe algo extraño que provocará el giro en la trama.
Abad dispone una gran variedad de irrupciones en unos relatos que destacan por su prosa sencilla y directa y por sus personajes aparentemente normales pero que suelen esconder tras su fachada algún tipo de obsesión. Esa mecha que los lleva a recorrer un camino diferente al trazado y a provocar ese giro en el argumento puede ser algo tan importante como encontrar un cadáver en mitad de un camino o algo tan banal como la llamada de un compañero de trabajo en la madrugada. Con estos elementales mimbres, el autor de Que la ciudad se acabe de pronto nos ofrece una serie de cuentos que mantienen siempre el interés del lector, despojándose de todo lo superfluo y huyendo de la excesiva reflexión, y que están protagonizados por personajes comunes pero de orígenes geográficos muy distintos.
Así, el primer relato, “Ciento treinta coronas”, se desarrolla en la República Checa y nos muestra a un viajante que se encuentra un cuerpo y la extraña relación que establece con él. Vlasta, que así se llama  el protagonista del relato, se beneficiará de una confusión provocada por el traslado del cadáver en su carro que determinará el sorprendente final del cuento. En “Silenter” nos trasladamos a los Estados Unidos de los años 70, donde un extraño invento elimina el ruido; con el paso del tiempo, los habitantes del pueblo donde se desarrolla la acción descubrirán los peligros de este artilugio. Lo más parecido que hay en el libro a ese monstruo al que hacíamos referencia es la hiedra descontrolada que da título a “Parthenocissus tricuspidata” y que avanza sin control en el chalé de una familia.
Otro relato que también sigue este esquema de introducir la inquietud en las apacibles vidas de sus protagonistas es “Humo en la casa azul”, uno de los mejores del conjunto. Este cuento narra la decadencia física y mental de un profesor español que pasa una temporada en Canadá y que achaca a su extraño vecino indio. También se obsesiona con otra persona, en este caso con un antiguo compañero de colegio que resultó ser un genio, el narrador de “Kulzom”. En “Sobre el corazón de mi padre”, también escrito en primera persona, el elemento fantástico de nuevo vuelve a ser de carácter vegetal y crece en el interior del progenitor del narrador.
Los tres últimos relatos del libro están ubicados en un contexto actual y cercano y cuentan la relación de un hombre con su pareja y con el juego, “Timbas”, las dificultades de cultivar la amistad y el amor en un entorno laboral, “Marketing de guerrilla”, y la complicidad entre un niño y su abuelo, “Filias”. El volumen se completa con dos relatos cercanos a la fábula: “El diestro”, narrado por una mano derecha que odia a la izquierda, y “Reino del silencio”, una distopía ubicada en un país donde los habitantes tienen prohibido hacer casi cualquier sonido.

Reseña publicada en El Noroeste:


miércoles, 29 de agosto de 2018

Ordesa - Manuel Vilas


Ordesa, Manuel Vilas, Alfaguara, 2018, 387 págs., 19€.

Se enfrenta Manuel Vilas en su último libro a una de las mayores paradojas que le pueden acaecer a un adulto: ser padre sin dejar de ser hijo. En nuestra infancia y juventud los roles parecen estar muy claros: nosotros somos los vástagos de dos personas con más experiencia en la vida que nos reñirán y guiarán para ir escribiendo nuestro camino. Las personas que, años después, se convierten en padres, también tienen, a priori, los roles claros e intentan repetir con sus hijos los aciertos y evitar los errores que sus progenitores tuvieron con ellos. Pero a menudo nos olvidamos de que un adulto también puede ser un hijo. De esto trata, entre otras muchas cosas, Ordesa, que arranca cuando el autor se queda huérfano pasados los cincuenta años.
Vilas relata en este libro a través de su propia experiencia la dolorosa huella que deja, también en una persona de cincuenta años, la desaparición de dos figuras fundamentales en nuestras existencias como son la de nuestro padre y nuestra madre.
Mediante la rememoración de episodios de distintas épocas de su vida, el autor nos va contando los altibajos que sufre su relación con sus padres a lo largo de los años. Desde la idolatría que siente por ellos en su infancia, al desapego de la juventud y ciertos desencuentros, especialmente con la madre, en la edad adulta. Con esa mira irónica tan propia de Vilas, asistimos al retrato de una familia bastante peculiar, incluyendo casos rayanos en la locura de varios de sus tíos. El autor relata escenas que supusieron hitos importantes en la historia familiar, pero también momentos más anecdóticos que vuelven a la memoria del narrador tras el fallecimiento primero del padre y después de la madre.
El Vilas huérfano que escribe Ordesa es un hombre sumido en una crisis personal provocada por alcoholismo, su divorcio y el abandono de su profesión de docente. Es un hombre que acaba de perder a su madre y que trata de salvar su relación con sus dos hijos adolescentes, en una situación que le pone en la piel de sus propios padres.
A partir del recuerdo de la vida de sus desaparecidos progenitores, aparece otro de los temas habituales en la narrativa de Vilas: España, título de uno de sus libros, por cierto. Describe, a partir de su experiencia personal, los anhelos y fracasos de las familias de clase media de los años sesenta y setenta y cómo ha cambiado el país desde que su padre, representante de productos textiles, recorriera las carreteras aragonesas  y catalanas hasta sus propios viajes entre Zaragoza y Madrid. En la capital, Vilas asiste como invitado a una recepción del Rey a Luis Goytisolo, el premio Cervantes del año. Esta escena, contada con el sarcasmo propio de Vilas, simboliza de alguna manera un triunfo para una familia humilde como la suya.
Además de por la valentía al mostrar las intimidades familiares y personales, Ordesa  destaca por su estilo. Manuel Vilas es, al fin y al cabo, uno de los mejores poetas del país, de hecho, en el epílogo se incluyen varios poemas de temática similar al libro, por lo que su manera de escribir no es la de un narrador al uso. Además de por sus metáforas y el empleo de frases sentenciosas cercanas al aforismo, la prosa del autor de Barbastro destaca por un ritmo muy peculiar determinado por las enumeraciones y la frecuente concatenación de oraciones breves.


lunes, 20 de agosto de 2018

Temporada de huracanes - Fernanda Melchor




Temporada de huracanes, Fernanda Melchor, Random House,  2017, 224 págs., 17€.

Existen muchas formas de narrar un asesinato en una novela. El autor puede centrarse en la víctima y ofrecer su punto de vista hasta que fallece. También puede optar por lo contrario y relatar lo sucedido desde el punto de vista del asesino. Una opción muy habitual en la literatura es emplear la perspectiva del policía o detective que investiga lo sucedido; se trata de la estructura más habitual en la novela negra. Sin embargo, Fernanda Melchor opta en esta magnífica y cruda obra que es Temporada de huracanes por una opción diferente: darle la voz a varios personajes secundarios que fueron testigos o colaboradores en el homicidio.
A través de una narración enfebrecida, compuesta por oraciones extensísimas y carentes de puntos y aparte, el lector acompaña a cinco personajes cuya versión sobre el asesinato van introduciendo junto a las palabras del narrador mediante el estilo indirecto libre. Las dos únicas excepciones a esta forma de narrar tan absorbente son el primer capítulo, en el que se relata brevemente el descubrimiento del cadáver de la Bruja, y el último. Además, en el segundo la voz que se escucha parece ser colectiva y representa a los vecinos de la asesinada; en este capítulo se nos cuenta de manera sucinta la biografía de la Bruja, un personaje en cuya historia se mezcla lo real y lo legendario y que vive atrincherada en la casa que heredó, junto al apelativo y el trabajo de curandera, de su madre.
En los demás capítulos vamos descubriendo poco a poco más sobre la existencia de la víctima, la identidad del asesino y los motivos que le llevaron cometer el crimen. Además de todo lo que rodea al homicidio, a lo largo del libro vamos descubriendo la desolada realidad de los habitantes de La Matosa, el pueblo mexicano donde habitaba la Bruja, y de la cercana y también ficticia ciudad de Villa. Se trata de hombres y mujeres cuya vida está azotada por la violencia, la pobreza, la falta de expectativas y la desesperanza.
Se puede percibir una brecha entre la configuración de los personajes masculinos y los femeninos. Los hombres aparecen, en su mayoría, como unos vagos que dependen económicamente de las mujeres y que pasan su tiempo entre los burdeles, las cantinas y los catres en los que sudan sus resacas. Ellas, por el contrario, tienen mucha más fuerza de decisión y a pesar de que sufren la rémora de los hombres y, a menudo, su violencia, tienen claro su objetivo e intentan lograrlo con determinación.
Otro tema importante en Temporada de huracanes es el sexo, casi nunca asociado al amor y siempre descrito de manera descarnada. Así, encontramos un catálogo de comportamientos de distinto tipo que van de la zoofilia a la pederastia pasando por la masturbación compulsiva y la prostitución masculina y femenina. Además, los conflictos con la identidad sexual propia con los que conviven varios de los personajes tendrán mucha importancia en el asesinato de la Bruja.
Con su estilo descarnado y su temática brutal, Temporada de huracanes se convierte en una obra de referencia por su maestría a la hora de tratar sin ambages temas de gran dureza. 

Reseña publicada en El Noroeste.



jueves, 26 de julio de 2018

Estrella distante - Javier Fernández y Fanny Marín



Estrella distante, Javier Fernández y Fanny Marín (sobre la novela de Roberto Bolaño), Random House, 2018, 180 págs., 18€.

¿Qué hace que un escritor sea considerado un clásico? Desde luego todos estaremos de acuerdo en que lo primero y fundamental es que sea leído durante mucho tiempo. En segundo lugar, podemos añadir otros criterios más etéreos como su importancia en la historia de la Literatura, su carácter original o su calidad. Sin embargo, creo que existe en nuestra época un tercer criterio que debemos añadir para considerar a un autor como un referente y es que sus libros hayan inspirado a otros artistas, no sólo escritores, en obras posteriores.  Este volumen, en el que Javier Fernández y Fanny Marín adaptan al formato de la novela gráfica una de las obras menores de Roberto Bolaño, viene a demostrar que la trascendencia del narrador y poeta chileno se mantiene intacta quince años después de su muerte.
Calificar de menor Estrella distante no es en absoluto un desprecio a esta novela, sino una manera de calibrar su impacto cuando la comparamos con esos monumentos narrativos que son Los detectives salvajes (1998) y 2666 (2004). Este libro no se puede entender sin las obras que la preceden y la suceden en la línea cronológica de las publicaciones de Bolaño y en el contexto en el que apareció. Tras varios años viviendo en Cataluña alejado de los focos del éxito editorial y labrándose una carrera jalonada por premios menores, aquel casi desconocido escritor latinoamericano publica en 1996 dos libros en Seix Barral y en Anagrama, dos de los sellos barceloneses de referencia. El primero de estos volúmenes fue el originalísimo La literatura nazi en América, una supuesta antología, en la estela de las que perpetraron décadas antes Borges y Bioy Casares, de escritores ultraderechistas del continente. Entre ellos aparecía un tal Carlos Wieder, que protagonizaría Estrella distante, la  otra novela de Bolaño que apareció en aquel 1996.
La adaptación que Fernández y Marín han llevado a cabo es fiel al original, pero, obviamente, adaptándolo al lenguaje de la novela gráfica. Como es natural se prescinde de gran parte del texto original y se juega con él; percibimos un adelgazamiento extremo de la parte escrita, incluso si lo comparamos con otras novelas gráficas, mientras que se le otorga un mayor protagonismo a lo visual, para la que Fanny Marín emplea exclusivamente el blanco y negro. Aunque en esta reseña no calificaremos la calidad del dibujo, por desconocimiento de este arte no porque no nos haya encantado, podemos señalar varios aspectos destacados de las ilustraciones como el cambio en el tipo de trazo en la historia de Petra o el carácter desdibujado que siempre tienen los retratos de Wieder, acorde con su misteriosa personalidad.
En cuanto al guion, Fernández, especialista en la obra de Bolaño y vinculado desde hace años al mundo del cómic, nos ofrece desde la perspectiva del alter ego del escritor chileno, Arturo Belano, la errática trayectoria de Wieder. Comienza con su asistencia, bajo un nombre falso, a un taller poético en el Chile de Allende y la creación de artefactos poéticos en el cielo cuando se descubre que es piloto militar. Tras una exposición fotográfica en la que sale a la luz su sádico carácter, Wieder desaparecerá durante años aunque tiempo después un detective le seguirá la pista a través de sus publicaciones en extraños fanzines europeos. Este peculiar artista comparte protagonismo con otros personajes que el joven Belano/Bolaño conoce en los talleres poéticos, como sus profesores Soto y Stein y sus compañeros Bibiano y las hermanas Garmendia. Este grupo literario se verá sacudido por el golpe de Estado tras el cual conocen la verdadera identidad de Wieder.

Reseña publicada en El Noroeste:


sábado, 7 de julio de 2018

Mandíbula - Mónica Ojeda


Mandíbula, Mónica Ojeda, Candaya, 2018, 288 págs., 17€.

Narrar la adolescencia siempre me ha parecido uno de los objetivos más ambiciosos a los que se puede enfrentarse un escritor. El proceloso mundo interior de un joven que vive un proceso de cambio tan brutal como al que nos enfrentamos a esa edad suele ser difícil de reproducir en un relato. Sin embargo, la ecuatoriana, afincada en España, Mónica Ojeda logra ese objetivo en esta estupenda novela que es Mandíbula. Lo consigue quizás gracias a su juventud, acaba de cumplir treinta años, que la acerca generacionalmente a las adolescentes a las que retrata, pero, sobre todo, por una solvencia como narradora que ya anunció en su anterior novela, Nefando, y que confirma en esta.
La primera herramienta que utiliza para este adentramiento en el mundo adolescente es el lenguaje; especialmente logrados son los párrafos en los que escuchamos la voz de Fernanda, una de las chicas protagonistas, en sus conversaciones con su psicólogo. Ojeda reproduce con frescura y sin caer en la parodia, el lenguaje propio de una quinceañera ecuatoriana de clase alta que mezcla las palabras propias del dialecto de la zona con numerosas expresiones en inglés.
Además de mediante el lenguaje, el retrato del grupo de jóvenes protagonistas se completa con la descripción de su vida diaria, de sus aficiones y de sus clases. Asistimos con ellas a una exclusiva fiesta en la que Fernanda y Annelise, las dos cabecillas, logran impresionar a los universitarios que las han invitado creyéndolas inocentes púberes. Ellas dos también serán las que ideen las peligrosas pruebas de valentía a las que someten al resto de sus amigas en el edificio abandonado en el que pasan las tardes. Allí, e inspiradas en los relatos de terror que leen en Internet, las creepypastas, las chicas realizan una serie de ceremonias de inspiración satánica dedicadas a un dios blanco cuya teogonía Annelise va inventado sobre la marcha.
Como es lógico por la juventud de las protagonistas, el colegio forma una parte sustancial de sus vidas. Las seis asisten a un centro elitista del Opus Dei donde juegan, a veces de manera un tanto sádica, a rebasar los límites que sus profesores les imponen. Allí será donde Fernanda y Annelise se encuentren con Clara, una profesora de Literatura que acaba de llegar al colegio tras una traumática experiencia en su anterior centro de trabajo. Su vulnerabilidad y su carácter nervioso provocarán que las chicas centren en ella sus dotes de manipulación y la lleven a situaciones límites.
Este último personaje protagonista, Clara, es otro de los hallazgos de Mandíbula. Se trata de una mujer atenazada por el miedo, que disfruta corrigiendo con minuciosidad las redacciones de sus alumnas, pero que se paraliza cuando alguna de ellas la toca. Además, está marcada por la extraña relación que mantuvo con su madre, que se adentró en terrenos incestuosos, y que han marcado su forma de relacionarse con los demás e incluso su manera de vestirse. A lo largo del libro iremos conociendo las motivaciones que llevaron a la atormentada Clara a la situación que se expone en el capítulo inicial y que nos muestra a su alumna Fernanda secuestrada por ella en una remota cabaña.
Con estos mimbres, Mónica Ojeda crea una novela polifónica, de ritmo vigoroso y ambiente opresivo que la confirma como una de las narradoras latinoamericanas del momento.

Reseña publicada en El Noroeste:


viernes, 22 de junio de 2018

Si sale cara - Rubén J. Triguero



Si sale cara, Rubén J. Triguero, Boria, 2018, 144 págs., 15€.

Hasta hace unos años se hablaba mucho de la “crisis de los 40”; con este término se hacía referencia a la supuesta decadencia física que las personas vivimos cuando encaramos esa década. Afortunadamente, la actitud de los “cuarentones” ha cambiado mucho en los últimos tiempos y las personas de esta edad suelen llevar una vida tan activa como los veinteañeros. Sin embargo, sí que se mantiene, aunque no quizás a esa edad concreta, la parte existencial de esa crisis. Me refiero a ese momento en el que las esperanzas e ilusiones de la juventud chocan con la realidad más prosaica y con la rutina diaria. Sobre este tema versan los tres primeros cuentos de Si sale cara, el primer libro publicado por Rubén J. Triguero.
Se trata de tres relatos muy diferentes pero que comparten el desasosiego que aborda a tres hombres de mediana edad al constatar que sus proyectos vitales no han podido ser llevados a cabo. En “El viento que azota las copas de los árboles”, una mujer le echa en cara a su marido que su empeño por centrarse en una carrera literaria que no termina de arrancar está provocando que la situación económica familiar sea insostenible. Mientras, la hija de ambos juega despreocupada en el parque donde sus padres discuten en una escena que acabará centrando la atención del texto. Otra difícil situación familiar es la que vive el protagonista de “Estación lejano paraíso”. En este relato encontramos una minuciosa descripción, quizás demasiado, de la triste jornada laboral de un hombre que odia su trabajo casi tanto como a su hija adolescente y a su mujer. El último de los cuentos de esta trilogía inicial es “Migración de aves”; en él, el desengaño de dos antiguos amigos viene determinado por la corrupción del sistema judicial en el que ambos trabajan. La actitud ante esta situación será muy distinta y mientras que el abogado no la soporta, el juez sabe aguantar e intenta convencerse de que no existe alternativa.
En los otros cuatro relatos de este libro cuya lectura va mejorando con el paso de las páginas, encontramos dos textos centrados en la relación entre un niño y su padre. De nuevo, Rubén J. Triguero nos enfrenta ante dos situaciones opuestas, ya que mientras que en “El río que se desborda” el progenitor cuida de su hijo y le protege de las críticas de los demás por el origen de su fortuna, en “Una larga espera” se relata como la esperanza de un chaval por pasar una tarde con su padre va desapareciendo.
Como podemos comprobar, la ordenación de los relatos de Si sale cara posee una lógica interna que también se observa en los dos últimos relatos. Si bien no tienen un tema común como las anteriores secciones, ambos comparten cierto tono alegórico y el hecho de que sus protagonistas se enfrenten a sus respectivos destinos. “Un dios irrevocable” es un cuento ambientado en una férrea dictadura en la que un escritor de renombre debe elegir si colaborar u oponerse al régimen. El volumen se cierra con la fábula titulada “Ízar”, nombre de un pésimo escalador que decide romper con su pasado y con la desconfianza de sus amigos ascendiendo una montaña de enorme dificultad.

Reseña publicada en El Noroeste.