lunes, 10 de noviembre de 2025

Auge y caída del conejo Bam - Andrés Barba




Una fábula sobre nosotros 


Podría sorprender la longevidad y la pervivencia de un género tan extraño como es, si se piensa bien, el de la fábula. Poner a hablar a animales que acaban comportándose como seres humanos es un ejercicio literario al que nos hemos habituado a pesar de su rareza, que lleva haciéndose desde hace siglos y que todavía hoy demuestra su vigencia. Y es que con este género el autor puede ofrecer una perspectiva distinta a la habitual de la novela realista de las sociedades humanas empleando para ello a personajes que si bien parecen animales terminan siendo, en esencia, personas. Andrés Barba vuelve a emplear este añejo recurso en ‘Auge y caída del conejo Bam’ y nos muestra que toda fábula, aunque esté protagonizada por conejos como es el caso, acaba tratando sobre todos nosotros. 

Barba nos ofrece una historia enormemente contemporánea, como más adelante defenderé, pero que posee referentes claros en la literatura de centurias pasadas. La editorial alude, en su sinopsis del libro, a ‘Rebelión en la granja’ de George Orwell y a las fábulas de Esopo; si bien veo acertada esta genealogía, quiero apuntar otros dos referentes quizás menos obvios. El primero es el mito de la caverna de Platón; al igual que en esta alegoría, Bam, el conejo protagonista lucha para ofrecerles al resto de conejos una visión diferente de su vida y de sí mismos. Además, la Gran Madriguera en la que viven estos mamíferos y sus salidas a la superficie también recuerdan al espacio donde se desarrolla el mito platónico. El segundo precedente estaría en el Evangelio, con el que, creo, comparte incluso más coincidencias esta novela que con las obras previamente citadas. Bam se erige en una especie de Mesías, aunque luego evolucionará hacia otro tipo de líder, que ha venido a liberar a su pueblo (los conejos en este caso). También, su historia es narrada por uno de sus discípulos, Copito, y con el paso del tiempo el recuerdo de sus acciones y de sus palabras se van convirtiendo en material legendario en el que es difícil discernir la verdad de la invención. 

Otro aspecto que emparenta ‘Auge y caída del conejo Bam’ con los relatos bíblicos es su estilo.  Además de concomitancias en aspectos temáticos como la conciencia de pueblo elegido de los conejos y la figura de Bam como mesías, la manera de narrar de Copito tiene ecos de cosmogonías como la judeocristiana en, por ejemplo, sus alusiones a espacios prohibidos, como “el río que no se debe cruzar y la montaña que no se debe subir”, que recuerdan el Árbol del Bien y del Mal del Génesis, y a ese lugar paradisíaco junto a un arroyo que hallan los conejos y que se convierte en su tierra prometida. A todo ello debemos añadir la manera de expresarse del líder de la manada; si Jesús enseñaba a través de parábolas, Bam lo hace mediante aforismos o sentencias breves que dejan admirados pero también algo confusos a los demás conejos. Copito recuerda en su narración frases como “mejor inventar un gesto nuevo que insistir en uno falso” (74) o “la violencia, igual que el miedo, es comprometedora” (60), el uso de expresiones como “esto es nuevísimo” o incluso de una única y poderosa palabra, “más”; esta personal forma de expresarse es fundamental para la creación del mito de Bam. 

Además de mediante la palabra, el líder se va creando a través de una serie de acciones que sorprenden al resto de conejos y que van creando en él un aura de ser superior que acaba llevándolo de ser un mesías a convertirse en un caudillo. Son hechos cotidianos pero tremendamente importantes en el ecosistema de estos pequeños mamíferos, aunque hablen como humanos no dejan de ser conejos. Por ejemplo, Bam es el primero que se atreve a comer junto a las patas de los poderosos ciervos o a quien se le ocurre pedirle a un compañero que le describa su rostro para poder imaginarse a sí mismo o incluso el que resignifica un acto tan común como el de la cópula. Quizás la más significativa de estas epifanías, y en la que de nuevo entra en juego el poder de la palabra, sea el hecho de dar nombre a todos los conejos de la madriguera. Cuenta para ello con la ayuda de Copito, el único de entre sus congéneres que poseía un apelativo al haber sido, antes de llegar a la pradera donde reside la manada, un animal doméstico. 

Pero si bien estas acciones propias y exclusivas de los conejos son importantes en la trama del libro, creo que las más decisivas son aquellas en las que nos volvemos a encontrar a nosotros mismos y donde el libro nos pone sobre ese espejo deformado que es la fábula y retrata algunos comportamientos de la sociedad actual. En este ámbito destacan la relevancia dada a algunos conceptos, como el de libertad, la manera de afrontar una epidemia, que recuerda nuestra reciente pandemia, los privilegios de la aristocracia, representada aquí por unos conejos más grandes y fuertes llamados “los mejores de entre nosotros” y, especialmente, la guerra contra los topos. En ella es donde la sátira es más potente y hallamos los habituales eufemismos (el ejército de la paz), la creación de un enemigo (los topos se eligen casi por azar y por razones estúpidas), el nacionalismo (los conejos como la raza elegida), el caudillo (Bam) y la aquiescencia del pueblo, como en Israel, Alemania o tantos otros sitios (“la guerra no exigía de nosotros más que la connivencia” (130).

Andrés Barba, con su maestría habitual en la narración, ya sea para la biografía, como hizo en ‘Vida de Guastavino y Guastavino’ (2020) o para el retrato de la infancia, en su genial ‘República luminosa’ (2017), sorprende con esta fábula con la que actualiza un género que demuestra una vez más su utilidad para retratar las sociedades humanas.


Reseña publicada en La Verdad: