sábado, 23 de agosto de 2025

La víctima perfecta - Trifón Abad


 
La víctima perfecta, Trifón Abad, Grijalbo, 2025, 348 págs. 


Las novelas negras suelen basar gran parte de su interés en el magnetismo del detective protagonista. Desde aquellos que responden a los tópicos de este tipo de caracteres (un hombre solitario, con problemas de adicciones y relaciones personales insatisfactorias) hasta los que en los últimos años han dado una vuelta de tuerca (personajes más metódicos o mujeres, tanto tiempo olvidadas en este tipo de novelas), todos se sitúan habitualmente en el foco del libro. Trifón Abad, sin ir más lejos, creó en su primera obra de este género, La noche de arena (2024), a un investigador de un enorme carisma que se convirtió en uno de los principales alicientes de su estupendo debut novelístico: Robles. Sin embargo, creo que en La víctima perfecta es precisamente el niño al que alude el título, Gonzalo, el personaje mejor logrado del libro. 

A menudo las víctimas, en este caso de un secuestro, se convierten en este tipo de tramas en medios para que el detective o el policía de turno se luzca en su investigación. Abad, por su parte, le otorga un gran protagonismo al chaval y lo convierte en un personaje muy interesante. Gonzalo es un preadolescente caracterizado por su enorme inteligencia, pero también por sus problemas para relacionarse con los demás, especialmente con sus compañeros de colegio o del equipo de hockey en el que es portero. Su sagacidad, entrenada por su padre, profesor de matemáticas, en el ajedrez le servirá para analizar con una frialdad impropia de su edad su situación durante su cautiverio y las posibilidades de escape. Son las páginas en las que acompañamos a Gonzalo durante su encierro por parte de sus desconocidos secuestradores las mejores del libro en mi opinión.

Como en toda novela negra aquí también se lleva a cabo una pesquisa para encontrar a la víctima; en este caso son dos los investigadores que siguen las pocas pistas que ha dejado la desaparición del niño. En primer lugar tenemos al irónico y algo desastrado Suances, eterno fumador y en proceso de separación, y junto a él a la metódica e hiperprofesional inspectora Alarcón; entre ambos y sus respectivas formas de entender el oficio policial se lleva a cabo la investigación. Este reparto de protagonismo no permite, desde mi punto de vista, identificarnos con ninguno de ellos tanto como lo hacíamos en la anterior  novela con Robles, que precisamente aparece aquí como personaje secundario. Entre ellos y el resto de profesionales tratarán de hallar a Gonzalo y a sus secuestradores entre los muchos sospechosos que van apareciendo en la historia. 

Si en La víctima perfecta Abad optaba por situar la acción en los bajos fondos de un pueblo de la Región de Murcia, aquí cambia de ambiente. La madre de Gonzalo es una rica empresaria y el padre, separado de la progenitora, un profesor universitario. La trama se desarrolla principalmente en la capital murciana y en sus alrededores y los investigadores visitan los elitistas ambientes en los que se mueve la familia. En cualquier caso la novela, que posee un ritmo ágil y una estructura precisa, demuestra que en todas las clases sociales se pueden hallar desalmados que pongan en riesgo la integridad de un niño para conseguir sus objetivos personales.