martes, 13 de octubre de 2020

La máscara humana - José Lorente


La máscara humana, José Lorente, Ediciones en Huida, 2020, 138 págs., 15€. 

La etiqueta de “literatura generacional” suele ser bastante engañosa, ya que se suele circunscribir a novelas o colecciones de relatos escritos por jóvenes que crean personajes que descubren la vida mediante hechos significativos y a veces traumáticos. En cualquier caso, es muy habitual que el autor ofrezca al lector tramas protagonizadas por alguien que atraviesa la misma etapa de la vida que él. Es lo que ocurre en La máscara humana, el excelente debut del murciano José Lorente, que nos ofrece un conjunto de cuentos protagonizados mayoritariamente por personas en la treintena.  

Los personajes de estos relatos han llegado a esos años en los que se cumple el verso de Gil de Biedma y la vida comienza a ir en serio. Los planes de la primera juventud, los sueños de la adolescencia y las fabulaciones de la infancia se han convertido para ellos en una realidad que no siempre es agradable y que parece que protagonizará el resto de sus existencias. Así, encontramos a prometedores escritores que se han tenido que conformar con el oscuro pero seguro trabajo de negro literario, “Punto y coma”, hombres que no son capaces de enfrentarse a una infidelidad, “Aurora boreal”, mujeres que no saben cómo deshacerse de sus ligues, “Vienen los amigos a cenar”, o padres que manejan mal la paternidad tras el divorcio, “En la oscuridad”. Son muchos de estos treintañeros personas varadas en un presente del que no saben cómo escapar aunque lo intenten con un embarazo, “Uróboros”, con una cita con el amor platónico de la época del instituto, “El hombre Omega”, o con una nueva relación, “Balconing”. La amargura y la desesperanza marcan todos estos relatos que ofrecen un retrato acre y afilado de la llegada a la madurez.  

Mucho mayor empuje vital parece existir en los personajes que aún transitan la adolescencia, una etapa en la que todavía se tiene toda la vida por delante y en la que un error o una experiencia negativa, como las que experimentan los protagonistas de estos cuentos, no son definitivos. Esta sección de La máscara humana estaría formada por “Toda la tarde comiendo pipas en el parque”, en el que el personaje principal se debate entre su grupo de amigos de siempre y sus nuevas aficiones, “Lesbianas de temporada”, sobre la dificultad para establecer relaciones para una chica lesbiana que, además, vive en una zona de veraneo, y “La vegetación de un planeta extraño”, sobre los suicidios de varios adolescentes.  

Aunque los relatos de Lorente son mayoritariamente realistas y ubicados en un entorno cercano y reconocible, el autor sabe romper la monotonía en la que podría caer un libro como este, repleto de historias cotidianas y reconocibles, con giros sorprendentes en algunos finales y con dos recursos de gran eficacia. El primero sería el uso de la alegoría, mecanismo sobre el que se construyen varios de los relatos; por ejemplo, dos amantes vistos desde una cámara térmica se convierten en una aurora boreal y los miembros de una pareja en caída libre (literal y metafórica) se asemejan a las piezas del Tetris. El segundo recurso es el tono fantástico de algunos de los relatos, en los que encontramos muertos revividos, textos con el poder de provocar el suicidio y el tema del doble. Este último es tratado de manera muy original en “Estrella de mar”, uno de los cuentos más redondos de un conjunto más que notable.


Reseña publicada en El Noroeste:



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