domingo, 3 de noviembre de 2019

El boxeador polaco - Eduardo Halfon



El boxeador polaco, Eduardo Halfon, Libros del 
Asteroide, 2019, 194 pags., 18€.

El judaísmo es el tema que recorre la mayoría de los libros de Eduardo Halfon. Su relación con su familia, sus visitas a Israel o lo sufrido por sus antepasados durante el Holocausto han ocupado muchas de las páginas publicadas por el escritor guatemalteco en los últimos años. Por ello puede sorprender al lector el hecho de que gran parte de El boxeador polaco, su libro de 2008 reeditado ahora en un volumen que incluye también La pirueta (2010), esté protagonizado por la etnia gitana.
Sin embargo, esta sorpresa inicial ante el hecho de que Halfon abandone las habituales reflexiones sobre el pueblo hebreo, se esfuman pronto al encontrar bastantes similitudes entre este y el gitano. Ambas culturas se han caracterizado desde hace siglos por mantener sus costumbres, tradiciones e incluso su propia lengua en el corazón de Europa. También coinciden en el rechazo que han sufrido en muchos países, llegando a ser perseguidos en épocas como la Segunda Guerra Mundial, en la cual gitanos y judíos compartieron destino en los campos de concentración nazi. Así pues, podemos leer las historias de gitanos que se reproducen a lo largo de El boxeador polaco como una forma de reconocer a su propio pueblo en la experiencia de otro, del que le separan muchas cosas, el carecer de una religión propia es la más evidente, pero en la que se reconocen en no pocos avatares.
El detonante de este interés es el encuentro en un festival musical celebrado en Antigua Guatemala de un misterioso pianista llamado Milan Rakic, de origen serbio por parte de madre y gitano por su padre. La conexión entre el narrador y el músico es instantánea y, a pesar de que apenas comparten un par de ratos antes y después del concierto del pianista, su historia y su pasión por la música fascinan a Halfon. Esta atracción hacia Rakic se acrecienta con las postales que, desde diferentes partes del mundo, va recibiendo y en las cuales el pianista le va relatando pequeñas historias sobre el pueblo gitano. Cuando la correspondencia cesa, el narrador decide viajar hasta Belgrado para tratar de reencontrarse con el músico. Allí, sufre toda serie de peripecias provocadas por lo esquivo del personaje, por los pocos datos que Halfon tiene para realizar su búsqueda y por su desconocimiento de los usos y costumbres de los gitanos a los que acude en busca de ayuda para hallar a Rakic.
Además de esta historia, la principal del libro por su peso en el conjunto, el libro incluye otros textos de diferente temática. En “Lejano” Halfon relata su experiencia como profesor de Literatura y su relación con Juan Kalel, un estudiante que destaca en la apatía de la clase. “Twaineando” narra un encuentro de especialistas sobre Mark Twain en Estados Unidos en el que el narrador se siente siempre fuera de lugar. El judaísmo vuelve a cobrar importancia en “Fumata blanca”, sobre su encuentro con una chica israelí en un bar guatemalteco, y, especialmente, en “El boxeador polaco”, donde relata el momento en el que su abuelo le cuenta cómo sobrevivió en Auschwitz.
En El boxeador polaco tenemos el inicio del proyecto narrativo que el escritor guatemalteco ha desarrollado durante la última década y que está protagonizado por “ese otro Edurado Halfon”, tal y como el autor define en el prólogo de esta edición al álter ego que protagoniza sus relatos. Encontramos ya esas obsesiones sobre la identidad, la literatura, el pasado y ese estilo plagado de asombrosas metáforas (“sus manos me parecieron […] dos tarántulas hinchadas y tristes”) que convierten a este narrador en uno de los más interesantes de la literatura en español actual.  
Reseña publicada en El Noroeste.


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