domingo, 7 de enero de 2018

Hermano de hielo - Alicia Kopf



Hermano de hielo, Alicia Kopf, Alpha Decay, 2016, 256 págs., 20€.

Cada cierto tiempo aparecen iluminados en la Literatura que anuncian con gran boato el fin de la novela. Abogan por dejar atrás un género que consideran apolillado y que podía responder a las necesidades narrativas del siglo XIX, pero que no puede encerrar en su monotonía el vibrante y acelerado siglo XXI. Sin embargo, pasan los años y siguen apareciendo novelas que logran reflejar las cuitas del hombre contemporáneo, demostrando la capacidad de adaptación de este género que lo mismo sirve para definir monumentos como el Ulises como para agrupar en los centros comerciales los best sellers más tópicos.
A pesar de ello, la validez incuestionable de la novela, se agradecen que los nuevos tiempos traigan libros como esteHermano de hielo que se alejan de los formatos tradicionales para proponer un discurso novedoso y heterogéneo. Como un rompehielos que atraviesa los límites de los géneros, el segundo libro de Alicia Kopf transita por las llanuras del ensayo, sube las cotas heladas del diario más descarnado y termina en las costas de la literatura de viaje.
El libro comienza, tras ofrecer en uno de los primeros capítulos un texto un tanto confuso y metafórico que no termina de encajar con el resto de la obra, como una investigación sobre la historia de las expediciones polares. Este tema interesa a la autora de manera casi obsesiva durante unos años, durante los cuales va recopilando de manera desordenada libros o artículos que narran las grandes hazañas de los conquistadores de los Polos. De manera amena, documentada pero ágil, Kopf relata las razones que llevaron a estos intrépidos aventureros de principios del siglo XX a enfrentarse a las llanuras heladas de la Antártida o del Polo Norte.
Este primer tema le sirve a la autora para, de manera alegórica, introducir un segundo asunto que ha acabado dando nombre al libro: la enfermedad de su hermano. Debido a un tipo de autismo, M., el hermano mayor de Kopf, es incapaz de tomar decisiones por sí mismo y se queda “congelado” si su hermana o su madre no le dicen en cada momento lo que debe hacer. Aparecen en estas páginas el enorme trabajo que para su progenitora, separada del padre desde hace años, supone cuidar a M. o las dudas sobre su propia responsabilidad en el futuro de su hermano.
Este carácter confesional del libro, el más atractivo del conjunto, trata también otros temas personales como la rebeldía de su adolescencia, las parejas, el proceloso mundo de las exposiciones en las que Kopf participa como artista y la difícil relación con su padre y con la familia de este. Este último tema es sin duda el más duro de tratar por la autora, que usa la elipsis para evitarlo al reproducir la conversación que sobre este asunto tiene con su psicólogo. Emplea incluso la autocensura, evitando dar más datos sobre las causas de la ruptura con su padre.
El libro termina con un diario sobre un viaje en solitario a Islandia, un final lógico para un libro en el que la soledad y el hielo han estado tan presentes. Sin embargo, este periplo no ofrece a la autora la epifanía que algunos lectores esperábamos, sino que acaba convirtiéndose en uno de esos viajes anodinos con los que el turismo de masas ha logrado aplacar hasta las tierras más indómitas. 

Reseña publicada en El Noroeste.


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