Por qué la literatura experimental amenaza
con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos.
Con unos pinitos de pedantería, Ben Marcus y Rubén Martín Giráldez,
Jekyll & Jill, 2018, 160 págs. 15€.
En uno de los fragmentos más delirantes de este
ensayo, Ben Marcus cuenta que el escritor norteamericano Jonathan Franzen
recibió un día un extraño paquete cuyo remitente firmaba como FC2. El hecho de
que Franzen no lo esperara, de que el nombre recordara a firma del terrorista
Unabomber (FC por Freedom Club) y, también reconozcámoslo, cierto alarmismo, le
llevaron a creer que podía tratarse de un artefacto explosivo. Sin embargo, aquel
paquete contenía solamente un libro editado, eso sí, por un sello, FC2,
dedicado a esa literatura experimental que tanto odia el autor de Las
correcciones. Cuando llegó a mi casa un paquete de parte de la editorial
Jekyll & Jyll no pensé en que se trataba de una bomba, no soy tan paranoico
como Franzen, pero después de leer el libro me he dado cuenta de que se trata
de un artefacto de potente onda expansiva.
Ya el título es una bofetada a las convenciones
de la literatura actual: un ataque directo a un autor famoso, el reconocimiento
de la pedantería de uno de sus textos y una extensión que hace casi imposible
citarlo en cualquier artículo o conversación. El contenido no rebaja el nivel
de mordacidad e ironía a lo largo de los tres textos independientes que integran
el volumen y que tienen el mismo objetivo: defender la literatura experimental
frente a los ataques de aquellos que abominan de la dificultad lingüística o
estructural.
He de reconocer que mi primera reacción ante el
texto de Marcus fue de sospecha; me gustan las novelas de Jonathan Franzen y
temía que un intelectual sabihondo destrozara la trilogía con la que tanto he
disfrutado (Las correcciones, Libertad y Pureza). Sin
embargo, Marcus no lanza sus dardos contra el Franzen escritor, sino a sus
artículos críticos en los que ha sido especialmente beligerante con los
escritores que se alejan de la claridad. El autor del texto, muy acertadamente,
pone en entredicho que un grupo de literatos de escasa repercusión supongan,
tal y como sostiene el afamado narrador norteamericano, un peligro para la
literatura. Además, Ben Marcus lanza un ataque directo a la argumentación de su
oponente dialéctico asegurando que sus novelas son, según los tests que miden
la claridad de un texto (sí, los yanquis tienen este tipo de herramientas), más
difíciles que las de autores supuestamente experimentales como William Gaddis.
El segundo texto del volumen es un ensayo que su
autor, Rubén Martín Giráldez, define con ironía como “pinitos en pedantería”. El
texto es una muestra de erudición sobre el tema: hay decenas de citas,
especialmente importantes son las de Rafael Sánchez Ferlosio, y hasta 64 notas
al pie de página, mezclada con altas dosis de humor y con un manejo exuberante
del lenguaje que se aleja de la prosa funcionarial que tanto abunda por estos
lares. Además, Martín Giráldez se adelanta a sus críticos y reconoce que no
puede ofrecer un catálogo de narrativa experimental. Quizás peque aquí de
exceso de humildad ya que sus últimos libros, Magistral (2016) y El
fill del corrector/Arre, arre, corrector (2018), este último pergeñado
junto Adrià Pujol, se encuentran entre lo más original publicado en España en
esta década.
El libro, que se cierra con otro breve artículo
de Marcus (una especie de captatio benevolentia irónica), es, en su
conjunto, una lúcida e interesantísima defensa de la literatura más arriesgada
y menos acomodaticia.
Reseña publicada en Manifiesto Azul 19.
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