jueves, 30 de noviembre de 2023

Biografía del fuego - Carlota Gurt




 Biografía del fuego, Carlota Gurt, Libros del Asteroide, 2023, 195 págs.

 

Tras su excelente novela Sola (2021), Carlota Gurt retorna al cuento con esta Biografía del fuego, una colección de relatos algo irregular, pero en la que se agradece su valentía y su apuesta por hacer que el género abandone sus caminos más trillados.

Los cuentos a menudo evitan la estructura clásica de presentación, nudo y desenlace para ofrecer narraciones mucho más abiertas, en las que con frecuencia el lector queda sorprendido por un final abierto o por la (aparente) incoherencia de la trama. En muchas ocasiones Gurt sale airosa de este riesgo que corre y nos ofrece relatos magnéticos como “Prohibido especular”, sobre una taquillera de un lugar cuya verdadera naturaleza ella misma desconoce, “Todavía queda oxígeno”, esa biografía del fuego de la protagonista a la que alude el título de la colección, o “Y muy raramente, la muerte”, en el que un hombre se aísla en una casa de campo durante una semana. Sin embargo, otros cuentos quedan demasiado en el aire y no he terminado de engancharme a historias sobre la obsesión de un hombre por la estrechez de su dormitorio, “Tectónica de placas”, sobre un vuelo parabólico, “Amor”, o al último del libro, “Balas de paja”, el más ambiguo del conjunto.

Junto a estos textos de estructura más abierta existen otros de planteamiento más habitual en los que encontramos varias tendencias que otorgan una unidad, que como más tarde veremos, es esencial para Carlota Gurt. En primer lugar, tenemos el carácter metaliterario de algunos relatos, en los que se pone el foco en la propia escritura del texto. En relación a esta tendencia podemos citar “La máquina inmensa”, sobre una mujer que imagina un relato mientras se despide de su pareja, con la que acaba de romper, o el final de “Dinosaurios”, donde el narrador conjetura posibles finales de la historia. Otro elemento en común es el carácter cinético de muchos de los relatos, que se estructuran como pequeñas road movies en las que la presencia de los personajes en los coches cobra gran importancia. En este grupo están el ya citado “Dinosaurios”, sobre una pareja que recoge a una autoestopista, “Todavía queda oxígeno”, en la que la protagonista conduce acompañada por sus hijos, y, especialmente, “Los tullidos”, sobre el viaje por Francia de una familia.

Pero quizás el hecho que más llame la atención de Biografía del fuego tenga que ver con el aviso que la autora incluye al principio del libro: “Instrucciones de uso: leer los cuentos en orden y no más de dos seguidos”. Mientras que la segunda recomendación tiene que ver más con la intención de que el lector dosifique la lectura del libro, la primera es muy interesante en cuanto a la composición del volumen. Si bien en ningún caso se trata de una de esas novelas que actualmente comienzan a proliferar y que están compuestas por capítulos que se pueden leer como relatos, cada texto de este libro posee un carácter independiente, existen ciertas alusiones entre ellos. No se trata de continuaciones ni siquiera de distintas versiones de la misma historia, estamos ante relaciones más sutiles, como un personaje que aparece en un cuento y protagoniza otro. Es el caso, por ejemplo, de la ingeniera que acepta la complicada construcción de un túnel en Japón de “Hokkaido” o de la mujer de “Mis tanques”, que vive dentro de ellos.

Con sus momentos más inspirados y con otros que no hacen la lectura tan atractiva, Biografía del fuego es un volumen interesante y que muestran, al igual que hacía Sola, a una autora muy personal y a la que hay que seguir la pista. 

domingo, 22 de octubre de 2023

Los que escuchan - Diego Sánchez Aguilar

 


Los que escuchan, Diego Sánchez Aguilar, Candaya, 2023, 540 págs.

 

Uno de los mayores males de nuestra época es la ansiedad. Numerosas personas sufren en mayor o menor medida esta enfermedad que está profundamente arraigada en la sociedad actual por su frenético ritmo de vida y por las exigencias del mercado laboral, principalmente. Asunción y Esperanza, las dos protagonistas de la nueva novela del cartagenero Diego Sánchez Aguilar, sufren ansiedad, como tantos otros miles de ciudadanos. A pesar de ser hermanas, la raíz de la dolencia en cada una de ellas es totalmente diferente, como diferentes son sus vidas y su forma de enfrentarse al futuro. Haciendo un paralelismo con la dicotomía de actitudes que antes los medios de masas definió Umberto Eco en los años sesenta, podemos señalar que Esperanza sería “apocalíptica”, “antisistema” con un término más actual, mientras que Asunción asume (el simbolismo de los nombres es claro) las reglas del juego y sería, por lo tanto, “integrada”.

Esperanza representa ante los desmanes del capitalismo una actitud de rechazo que la ha llevado durante toda su vida a militar en diferentes movimientos como el okupa, a residir en una comuna hippie, a practicar el ecologismo más radical y, finalmente, acercarse a una especia de secta liderada por Ulises, un artista que conoció en sus años universitarios y cuyos postulados extremos provocan que la propia Esperanza dude de su cordura. Y es que a pesar de rechazar desde su adolescencia los mecanismos de la sociedad capitalista, mediante el misticismo religioso primero y después con el ejercicio del arte, el hecho de no encontrar en nada el alivio a la ecoansiedad que padece le hace replantearse las ideas que han sostenido su ideología. Esperanza parece haber claudicado al abandonar la vida alternativa que ha llevado y su militancia para volver al seno de la familia, que abandonó a los dieciocho años, para cuidar de su madre, enferma de Alzheimer.

Además de su desencanto, el detonante de su vuelta al redil familiar ha sido la llamada de Asunción, que le urge a ocuparse de su progenitora ya que “no tiene nada”. En el sistema de valores de la hermana mayor, Esperanza es una descarriada que ha de cuidar a la madre al no poseer nada de lo que para ella es la base de una vida plena: un marido, un hijo, un trabajo, una hipoteca. Asunción, desde su integración en el sistema, sí que posee todo ello, pero es, paradójicamente, el miedo a perderlo todo a partir de unos cambios en su empresa lo que le provoca la ansiedad. Además, comienza a escuchar un ruido (que el médico diagnostica como tinnitus, pero que ella asocia al extraño zumbido que miles de personas más oyen en todo el mundo sin que nadie les haga caso) que parece abocarla hacia la misma locura en la que acabó su padre.

Este extraño sonido obsesionará también a Ulises, cuya secta cree que en ese ruido y en otros infrasonidos que solo pueden escuchar unos pocos elegidos, “los acusmáticos”, están las claves para interpretar el futuro. Esta parte parece la más cercana a lo fantástico del libro, pero nos ofrece una perspectiva, representada en la propia Esperanza, que duda de su implicación en el grupo, de cómo en la actualidad muchos activistas son fácilmente eliminados del sistema tachándolos de locos. Además, el ruido parece ser hereditario ya que también comenzará a ser escuchado por Andrés, el hijo de doce años de Asunción. A pesar de que posee menos peso en la trama que su madre y su tía, considero a este personaje como una de las mejores creaciones del libro; Diego Sánchez Aguilar describe de manera excelente el hostil ambiente al que un niño “extraño” como Andrés, solitario, algo tartamudo y con un gran mundo interior, debe enfrentarse en el instituto al que asiste. El chaval recibe la enorme presión que sus padres ejercen sobre él para que triunfe en el deporte y en la escuela, para conseguir así la integración en el sistema que ellos mismos luchan por mantener y que simboliza su vivienda en una cara urbanización.

Las vidas de estos cuatro personajes y el desarrollo de la trama alcanzan un momento decisivo en el fin de semana en el que se celebra la Cumbre del Futuro en su ciudad, una importante reunión al más alto nivel para luchar contra el cambio climático. Este encuentro nos es narrado desde la perspectiva de Francia, una asesora que recibe el apelativo de la nación del presidente cuya imagen pública cuida. Desde la sala que comparte con el resto de asesores de los mandatorios, la mujer intenta asimilar el extraño suceso que ha tenido lugar en el momento culminante de la Cumbre del Futuro, que no tenía otra razón de ser para ellos que el “ecolavado” de sus jefes, y que ha sido saboteado por una famosa niña activista contra el cambio climático que recuerda a Greta Thunberg. En los tejemanejes de los asesores y en la agresiva campaña de la compañía de alarmas en la que trabaja Asunción descubrimos algunos de los aspectos más siniestros de la manipulación de masas que a través de las redes sociales se lleva a cabo con fines políticos o comerciales. Se trata de un tema que remite a Factbook. El libro de los hechos (2018), la anterior novela de Sánchez Aguilar, en la que un grupo de disidentes se unían en la aplicación que da título al libro para luchar contra el sistema ultraliberal que gobierna en la España imaginada por el autor.

Tanto por la extensión (más de medio millar de páginas) como por la densidad del libro, Los que escuchan se nos presenta como una obra apabullante, en la que el autor nos ofrece una potente sátira contra varios aspectos claves de nuestra sociedad. Desde el capitalismo al arte, pasando por el ecologismo, la familia o los límites del propio lenguaje, son muchos los temas sobre los que Sánchez Aguilar reflexiona en una novela que ofrece acertadas claves sobre cómo vivimos y, especialmente, cómo nos enfrentamos al futuro.


Reseña publicada en La Verdad. 



viernes, 15 de septiembre de 2023

Mi padre alemán - Ricardo Dudda

 


Mi padre alemán, Ricardo Dudda, Libros del Asteroide, 2023, 213 págs.

            Existe una tradición en la historia de la literatura de obras sobre la relación del autor con su progenitor. Podemos citar entre ellas a las Cartas al padre de Franz Kafka o la más reciente Saturno de Eduardo Halfon, pero son muchos los libros que ofrecen desde la perspectiva del hijo la imagen un hombre que se convierte, por motivos obvios, en un modelo fundamental en la vida del escritor. No siempre son sencillas estas relaciones, los dos casos citados están protagonizados por progenitores especialmente duros y severos, pero son interesantes para indagar en cómo se construye la masculinidad por imitación. Afortunadamente para él, el padre de Ricardo Dudda no fue un modelo tóxico y la relación entre ambos es cordial; sin embargo, la peculiar vida de Gernot Dudda convence a su hijo para contar su historia en este interesante libro.

            Se suele utilizar con demasiada frecuencia el sintagma “vida de película”, pero la del protagonista del libro realmente hace honor a esta expresión. Nacido en 1940 en Prusia Oriental, con cinco años debe abandonar su ciudad natal ya que esta pasa al final de la Segunda Guerra Mundial de ser alemana, como la mayoría de sus habitantes, a polaca. La familia Dudda comienza entonces un exilio que los llevará primero a la que pronto sería la Alemania Democrática para establecerse finalmente en Essen, en la Alemania Federal. Parece que esta vida itinerante de sus primeros años caló en el espíritu de Gernot que, tal y cómo cuenta su hijo en el libro, emigra a España (en un movimiento contrario al que hacían en esos años sesenta miles de españoles) y se establece en Burgos. Su vida en nuestro país está llena de cambios de domicilio, de empleo, hasta convertirse en un publicitario de éxito en los años noventa, y también de pareja. Cuando Ricardo entrevista a Gernot para reconstruir su vida, este es ya un octogenario que se ha establecido en la costa murciana.

            Ya esta existencia itinerante sería suficientemente relevante para justificar la lectura de Mi padre alemán, pero el autor va más allá y convierte el libro en una obra notable. Lo hace, en primer lugar, con su sagaz indagación sobre la personalidad de su padre, que describe al detalle (desde sus gestos hasta su alimentación pasando por su relación con la religión y la música o su peculiar forma de hablar castellano), y sobre las posibles razones de algunas lagunas en su historia (Gernot se niega a hablar de su primera mujer). Otro elemento fundamental en la reconstrucción del mito familiar es el descubrimiento por parte de Ricardo de que probablemente su abuelo participó activamente en la limpieza étnica nazi, algo que desconocía Gernot hasta ese momento.

La participación de la familia Dudda en la Segunda Guerra Mundial es uno de los ejes del libro ya que pasan de verdugos (son alemanes y el padre de Gernot es policía) a víctimas (deben abandonar aprisa su casa ante el avance del ejército rojo y se convierten en refugiados). Ricardo, desde pequeño, acompaña a su padre cuando este vuelve a algunos de los escenarios de su infancia, en un proceso muy similar al que realiza Eduardo Halfon, autor cuyo ciclo sobre su familia judía puede servir como espejo de este libro. De hecho, hay una escena muy similar en ambos autores cuando visitan la casa que sus familiares abandonaron en la actual Polonia (una por el Holocausto, la otra por la inminente llegada de los rusos) y que ahora, como es lógico, ocupa otra familia. Curiosamente, en el libro de Dudda hay también un boxeador polaco, personaje fundamental en el ciclo de libros de Halfon.

En definitiva, un libro de gran interés sobre las relaciones paterno-filiales y sobre el concepto de víctima con la convulsa historia de Europa como telón de fondo.   

domingo, 20 de agosto de 2023

Las vidas que no viví - Patricia Almarcegui

 


Las vidas que no viví, Patricia Almarcegui, Candaya, 2023, 140 págs.

Existe una tentación en la que los críticos literarios solemos caer con demasiada frecuencia: analizar una novela a la luz de la biografía de su autor o autora. Creo que, en su justa medida y justificando el vínculo, puede ser esclarecedor para la lectura de la obra. Obviamente no me refiero a ciertos intentos de psicoanalizar la mente del escritor deduciendo de los problemas de sus personajes supuestos traumas personales del creador. Este tipo de elucubraciones deben quedar fuera de una crítica literaria seria, pero algunos datos de la biografía de la autora pueden arrojar luz a la hora de estudiar su obra. En el caso que nos ocupa, Las vidas que no viví, creo que resulta obvia la importancia que han tenido dos lugares que son centrales en la novela, Menorca e Irán, en la vida de la escritora. Patricia Almarcegui reside en la isla balear y es una profunda conocedora del país asiático, al que ha dedicado su libro Conocer Irán (2018).  

Ambas coordenadas vitales explican la relación que se establece en el libro entre dos territorios que, aparentemente, nos pueden estar más alejados (geográfica y culturalmente). De un lado tenemos una apacible y pequeña isla mediterránea que solo en las últimas décadas ha visto su idiosincrasia amenazada por un turismo que poco a poco la va tomando como ya hizo con sus vecinas Mallorca, Formentera e Ibiza. De otro lado, está la magnética Persia, nación con una rica cultura pero con un presente político convulso y vista desde ojos europeos con demasiados prejuicios basados, en su mayor parte, en el desconocimiento de su realidad. Almarcegui otorga el protagonismo a estos dos lugares para ir mostrándonos en fragmentos que va intercalando a lo largo de la novela episodios de la historia de Irán (un terrible atentado, pero también el gusto de uno de sus gobernantes del pasado por la fotografía o la filmación de la primera de sus películas que ganó un premio en el festival de Cannes) y de Menorca (naufragios, el asedio por una imponente flota turca o el asentamiento en la isla de unos guerreros fenicios).  

Esta dicotomía que en toda la novela se establece entre Irán y Menorca queda personificada por las dos protagonistas del libro: la iraní Pari y la española Anna. Se trata de dos mujeres fuertes, con un pasado complicado y que, tras encontrarse en un hotel abandonado de la isla que ha sido ocupado por un grupo de ciudadanos hartos de la especulación, se hacen amigas. La amistad entre Anna y Pari echa raíces, y nunca mejor dicho, en el huerto del hotel ocupado que ambas cuidan incluso cuando son conscientes de que pronto serán desahuciadas. La iraní fue la primera en trabajar el bancal abandonado, arriesgándose a penetrar en una propiedad que no era suya a pesar de ser una mujer inmigrante. Para Anna, bióloga especializada en paisajismo y jardines, el lugar es una forma de reencontrarse con el hortal familiar en el que pasó lo mejor de su infancia y del que sus padres se tuvieron que deshacer. Las referencias a las plantas son frecuentes en todo el libre; Almarcegui las incluye en la narración con una prosa cuidada y poética en la que destacan las alusiones cromáticas. Por ejemplo, deslumbra la maestría con la que la autora describe las distintas tonalidades del mismo color que se pueden encontrar en las distintas zonas de Menorca: verde pistacho, verde esmeralda, verde jade, verde menta… 

En esta reivindicación de la naturaleza laten dos tendencias que se van abriendo paso en la literatura contemporánea cada vez con mayor frecuencia. Por un lado, el ecologismo que, ejemplificado especialmente en Anna, alerta de las consecuencias del cambio climático y de la necesidad de adaptar nuestros jardines a climas cada vez más áridos. Por otro lado, la lucha vecinal por dotar de vida al hotel abandonado, antes de que se convierta en un establecimiento de lujo, está determinada por los estragos que el turismo desbocado está causando en Menorca y en tantos otros rincones del Mediterráneo. Almarcegui resume perfectamente lo que sufren islas como esta (que van poco a poco expulsando a sus propios habitantes) en la siguiente frase: “Ese deseo que no cesa de vivir en el paraíso” (pág. 39). 

Estos problemas que la sobreexplotación turística ha traído a la isla balear contrastan con la acogida a migrantes que el hotel ocupado ofrece. Entre ellos destacan los de la pequeña comunidad iraní en Menorca, que a menudo usan este enclave como punto de paso hacia otros países. El libro nos muestra las dificultades de la emigración narrando el largo periplo (de aeropuerto en aeropuerto, de un control fronterizo a otro) que lleva a Mana, el nieto de Pari desde su Irán natal hasta la localidad en la que se ha establecido su abuela. Allí llega el joven en plena transición a mujer, uniéndose así a una especie de comunidad femenina creada por las dos protagonistas, su amiga Laia y la pequeña hija de Anna. La sororidad que se establece entre todas contrasta con las dificultades que han tenido que sufrir a lo largo de su vida Pari y Anna por su condición de mujeres independientes: marginación, incomprensión familiar, maternidad en solitario, relaciones tóxicas, etc.  

A pesar de que el encuentro entre ambas mujeres en torno al hotel menorquín ocupado es el punto culminante de la novela, en realidad, esta se centra más en la trayectoria previa de las dos antes de llegar a este momento que a lo sucedido allí. Almarcegui opta por otorgar mayor relevancia al pasado, creando una novela que, si le sumamos los episodios ya citados de la historia de Irán y Menorca, acaba poseyendo una estructura fragmentaria y en la que son frecuentes los saltos temporales. En cualquier caso, estas características convierten a Las vidas que no viví en una novela sugerente en la que pese a su brevedad (apenas ciento cuarenta páginas) la autora trata numerosos e interesantes temas en torno a dos mujeres, Anna y Pari, y dos lugares, Menorca e Irán, que se hermanan en la obra.   


Reseña publicada en La Verdad 



viernes, 30 de junio de 2023

Viejas danzas españolas - Cristina Morano

 


Viejas danzas españolas, Cristina Morano, La Marca Negra, 2023, 260 págs., 20€. 

 

            Desde 2008 hay una tendencia muy interesante (y necesaria) en la narrativa española que pone el foco en las causas y en las consecuencias de la crisis que comenzó alrededor de aquel año y cuyos efectos aún hoy estamos sufriendo. Dentro de esta temática social se puede encuadrar este peculiar e intenso libro de Cristina Morano, autora que ya se ocupó de la precariedad en su confesional y estupendo Hazañas de los malos tiempos (2014).  

            Esta nueva novela, una más de una autora que parece haberse asentado en la narrativa mientras que mantiene su fructífera carrera como poeta, tiene como tema principal la corrupción, mal que Morano sitúa en el centro de una sociedad, la nuestra, corrompida por los favores entre empresarios y políticos que debilitan el correcto funcionamiento de nuestra democracia. Si bien no existen alusiones directas a ningún espacio real, la ciudad en la que se desarrolla la trama guarda muchos parecidos con Murcia, y, en concreto, con algunos de sus clubes de fútbol, universidades privadas o empresas cárnicas. 

            Para crear esta sátira política que es Viejas danzas españolas, la autora opta por el protagonismo político, repartido en tres grupos de personajes. Los primeros serían aquellos que luchan contra la corrupción desde un partido político asambleario de izquierdas. Morano rinde homenaje a todas aquellas personas que desde orígenes muy distintos y situaciones personales dispares se unen para enfrentarse a un enemigo mucho más poderoso. El libro nos muestra con cierta desesperanza los problemas (económicos, legales, organizativos) a los que se enfrentan estos militantes, pero también la importancia de su labor para señalar las irregularidades cometidas por los mandamases. En este grupo de ciudadanos que decide ir un paso más allá de la mera protesta y buscar las pruebas que lleven a juicio a los corruptos, destaca Roseta Cacho, una antigua camarera de hotel a la que la precariedad laboral y económica llevaron a la militancia.  

            El segundo colectivo, el opuesto al anterior, estaría formado por aquellos políticos, empresarios y esbirros de estos últimos que buscan enriquecerse a toda costa y para los que las leyes son molestas trabas que hay que evitar. Con gran acidez, Morano describe las (tristemente) habituales corruptelas que se cocinan en despachos públicos, en reservados de restaurantes o en el propicio espacio del palco de un estadio de fútbol. Este último lugar es el lugar donde reina el presidente del club local, un siniestro personaje que tiene a su cargo a un pequeño ejército de antiguos futbolistas sin éxito que lo mismo le sirven una copa de escocés que le dan una paliza a quien se interfiere en sus turbios negocios. Otro de los personajes que se mueve como pez en el agua en este mundo de favores, recalificaciones y connivencia con el delito es el presidente de la universidad privada local, Salcedo.  

            Junto a estos dos bandos existen dos personajes fundamentales también en el libro. Por un lado está Inmaculada Sinaí, una cantante de origen humilde, acostumbrada desde joven a animar las fiestas de los ricos y que es requerida para cantar en el palco del campo de fútbol. El otro es el jaguar Darién, cuyas andanzas seguimos desde su selva originaria hasta un circo local de donde escapa y se convierte en una especie de fantasma en la ciudad que acabará interaccionando con la trama principal. Su presencia otorga al libro ese aire de fábula que el subtítulo adelanta.  






jueves, 22 de junio de 2023

Gozo - Azahara Alonso



Gozo, Azahara Alonso, Siruela, 2023, 230 págs., 15€.

Gran parte de nuestra sociedad está construida sobre los cimientos del valor del trabajo. Ya saben aquello de que el trabajo es salud. Azahara Alonso realiza en este ensayo con tintes de novela autobiográfica un potente alegato contra esa necesidad de trabajar que se ha convertido para mucha gente en el único eje de sus vidas. Lo hace, además, vinculando sus reflexiones teóricas, sustentadas en una amplia y variada bibliografía sobre el tema del abandono del empleo y otros aledaños, con una experiencia personal muy concreta que estructura el libro mediante un relato de su año en Gozo. 

Y es que el Gozo del título, además del sustantivo común que hace referencia al hedonismo que parecen buscar aquellos que abandonan el trabajo, es también el topónimo de la isla de Malta en la que la autora pasó una temporada. En plena crisis económica de 2010, este libro se une a la amplia e interesante bibliografía literaria sobre esta coyuntura, Alonso y su pareja deciden trasladarse a un desconocido territorio en el centro del Mediterráneo. Con una extensión de unos 67 km2, algo inferior a la de Formentera, por ejemplo, Gozo es un enclave que vive de los turistas que recalan allí para pasar un día o, como mucho, una semana, desde la isla principal del país. Los protagonistas realizan con su mudanza la primera transgresión de una serie de ellas: se convierten en habitantes de un lugar en el que normalmente solo habitan los nacidos allí. La segunda y principal ruptura de expectativas (con respecto a las de sus vecinos pero también a las de familiares y amigos) es que más allá de un curso de inglés que recibe durante las primeras semanas, la protagonista se dedica al dolce far niente, aunque con la precariedad que unos menguantes ahorros le permiten.  

A raíz de esta situación, poco habitual en una sociedad regido por el utilitarismo de sus acciones, la autora reflexiona con inteligencia sobre hasta qué punto se puede escapar del trabajo. A parte de este tema central, aborda también asuntos relacionados con la inacción; por ejemplo, cuestiona las supuestas bondades del turismo, que se muestra aquí como un engranaje más de la sociedad capitalista para tener contento a sus trabajadores. Para ejemplificar las contradicciones de esta industria, relata el caso de Ruth, una habitante de Gozo que ha viajado a numerosos países pero que no había vuelto desde su niñez al punto más emblemático y fotografiado de su pequeña isla. Aboga también por la necesidad del ocio y de la pereza y recuerda con nostalgia los largos veranos de su infancia en los que había tiempo suficiente para una sensación de la que el adulto contemporáneo parece huir: el aburrimiento. 

A partir de las situaciones peculiares que vive en Gozo, donde poco a poco va integrándose en la pequeña sociedad local aunque no consiga entender la compleja lengua autóctona, Alonso construye un estupendo libro en el que confluyen elementos de la novela, las memorias y el ensayo. 


lunes, 19 de junio de 2023

Maddie y las fronteras - Edurne Portela

 Maddie y las fronteras, Edurne Portela, Galaxia Gutenberg, 2023, 248 págs, 18,50€.


Propone el género de la biografía lo que podemos considerar una premisa imposible: resumir en unas cuantas páginas toda la vida de una persona. Hasta las existencias más breves y, aparentemente, anodinas se pueblan de recovecos difíciles de recorrer en su totalidad en un solo libro. Estamos acostumbrados a que las grandes biografías de personajes históricos alcancen extensiones de varios centenares de páginas, cuando no se acercan al millar. El biógrafo trata de recopilar el mayor número de detalles posibles de la vida del biografiado para que el lector pueda hacerse una idea aproximada, incompleta pero veraz, de lo que significó su existencia. Este carácter de obra necesariamente parcial que tienen todas las biografías convenció a la escritora Edurne Portela de que la novela era el género más adecuado para reconstruir la vida de María Josefa Sansberro.

Tal y como explica en el extenso y crucial epílogo de Maddie y las fronteras, la autora conoció a través de dos investigadores de Oiartzun la historia de una mujer que llevó una vida repleta de desventuras en el País Vasco francés de la primera mitad del siglo XX. Además de ser testigo, y a veces protagonista, de algunos de los hechos históricos más destacados de las primeras décadas de la centuria, María Josefa, Maddi (pronunciado “Mayi”) tal y como se la conocía, tuvo una personalidad poco habitual entre las mujeres de su época. Ante la escasez de los datos históricos sobre ella que con tesón y mucho trabajo recopilaron los dos investigadores locales, Izarraitz Villaluce y Joxemari Mitxelena, Portela optó por la novela antes de por la biografía. Según explica en el prólogo, la ficción le permitía otorgar a su historia una mayor profundidad y viveza y aunque los detalles o diálogos del libro hayan sido creados siguiendo motivaciones literarias, los principales hechos se ajustan a lo ocurrido en la realidad.

La escritora vasca opta, además, por un tipo de focalización muy peculiar y arriesgada, que justifica en el epílogo, y que nos lleva a conocer la historia de Maddi en primera persona, contada por ella misma, y en presente. Este último recurso a veces ralentiza la narración, ya que obliga a la narradora a contar la acción mientras que está siendo testigo de ella, pero también posee un gran valor: nos permite identificarnos con la protagonista de manera mucho más eficaz que con otro tipo de focalización. Además, la escritora emplea en algunos momentos otras dos técnicas muy útiles para la historia: la segunda persona (con la que Maddi se dirige a Dios o a San Ignacio) o el flujo de conciencia (con el que se recogen de manera directa y desordenada los pensamientos de la protagonista en episodios marcados por la tensión).

Pero si relevantes para determinar la calidad de la novela son las elecciones técnicas de la autora, definitiva es la creación del personaje de ficción de Maddi a partir de la persona real de la que tan pocos datos han conseguido rescatar del olvido los investigadores de Oiartzun. Estamos ante una mujer fuerte, con una personalidad determinada por una vida repleta de dificultades que, sin embargo, no la han llevado a moverse un ápice de sus convicciones e ideales. Así, por ejemplo, a pesar de que se le prohíbe recibir la comunión por ser una mujer divorciada, Maddie no duda en acudir al cura durante la misa en la iglesia del pueblo para que sea él el que se niegue a darle el cuerpo de Cristo a una persona tan religiosa como ella. Estamos, por lo tanto, ante una mujer normal y corriente, no esperen aquí narraciones de aventuras extraordinarias, pero que pasó toda su vida traspasando algunos de las barreras que se le imponían. La lucha de Maddi contra varios de estos impedimentos se convierte en el eje principal de la novela.  

El primer límite que marca la existencia de la protagonista es de carácter geográfico: la frontera. Tras nacer en Oiartzun, Maddi pasa pronto a Francia y vive casi toda su vida en Iparralde, el País Vasco francés. Tras un matrimonio fallido y varios empleos precarios, consigue convertirse en la directora, en realidad, en prácticamente su única trabajadora, de un pequeño hotel rural que ha comprado su amigo Louis. La privilegiada situación de este establecimiento, situado cerca de la montaña que separa Francia de España, permiten que Maddie se convierta en parte de un grupo de contrabandista, a los que da apoyo, esconde y a los que, en ocasiones, se une. El trasiego entre ambos lados de la frontera que en principio tiene una motivación económica, completar los magros beneficios del hotel, deviene en una red de asistencia a disidentes políticos y refugiados cuando las consecuencias de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial llegan hasta este rincón de los Pirineos.

El segundo tipo de límite que traspasa Maddie es simbólico, ya que está dibujado por las convenciones sociales. Su carácter fuerte y decidido, su independencia y la peculiar relación que establece con Louis, una sólida amistad que acaba convirtiéndose en un matrimonio de conveniencia, se convierten en el combustible ideal para avivar las habladurías del pueblo. Si a la ecuación se le suma un niño de origen incierto y el divorcio de Maddie de su primer marido, estamos ante uno de esos habituales episodios de marginación que sufren muchas mujeres en los pueblos por no seguir las convenciones, por ser diferentes. Sin embargo, ni esta ni otras muchas dificultades que sufre la protagonista a lo largo la novela consiguen mellar su fuerza y determinación.

Maddie y las fronteras es un libro cuya mayor virtud es conseguir rescatar del olvido a una mujer valiente y fuerte que supo romper muchas de las barreras que su época le imponía. Además, nos muestra situaciones terribles sufridas por personas cuyo único delito fue el de la valentía y que jamás deben caer en el olvido. Portela consigue, en definitiva, una novela vibrante mediante la creación de un personaje de ficción magnético que recorre los mismos y difíciles caminos que la auténtica Maddie tuvo que recorrer.


Reseña publicada en La Verdad. 



domingo, 28 de mayo de 2023

El año del desierto - Pedro Mairal



El año del desierto, Pedro Mairal, Libros del Asteroide, 2023 (2005), 365 págs., 21€.

 

Tras el éxito de La uruguaya (2016), novela que encumbró a Pedro Mairal y cuya adaptación cinematográfica pronto se estrenará, la editorial Libros del Asteroide continúa con las reediciones de las novelas del autor argentino. Después de publicar en España Una noche con Sabrina Love (1998) y Salvatierra (2008), el sello barcelonés nos trae El año del desierto, dieciocho años después de que apareciera en el país natal del autor. Si bien esta obra mantiene el cronotopo de las anteriores, la Argentina (o el Uruguay) contemporáneo, ofrece un gran giro con respecto a las demás determinada por el carácter distópico de la obra.

Y es que desde el principio nos encontramos con un Buenos Aires muy parecido al real en 2005 pero que está sufriendo dos ataques simultáneos que determinarán que estemos ante un plano temporal alternativo al real. El primero es una insurrección de la población del resto del país que se enfrentan a los de la capital en una especie de guerra civil que convierte a Buenos Aires en una ciudad sitiada. El otro ataque posee un carácter más difuso y paranormal, ya que bajo el nombre de “la intemperie” se define un fenómeno que acaba con los edificios convirtiendo las manzanas en baldíos. Simultáneamente al avance de la “intemperie”, que va poco a poco acercándose al centro de la capital desde los barrios del extrarradio, se ha producido una especie de regresión tecnológica, provocada por el hecho de que los ordenadores primero, los móviles después y la televisión finalmente dejen de funcionar.

A este incierto contexto se debe enfrentar María, la protagonista y narradora del libro, una joven secretaria veinteañera que ve cómo su mundo se derrumba (a veces, literalmente). Así, sufre en poco tiempo una mudanza con su padre, la expulsión de su trabajo en una torre de oficinas y la pérdida de contacto con su novio, Alejandro, que se ha unido a las facciones que se oponen a un gobierno cada vez más autoritario. Ante esta situación totalmente nueva e inesperada, la chica parece optar por el desconocimiento, ya que nunca termina de comprender el nuevo mundo en el que vive. En él María irá siendo víctima de durísimos golpes que se encadenan durante un libro que no da tregua ni a la protagonista, por sus continuos problemas, ni al lector, por una prosa de ritmo vertiginoso en el que los episodios se suceden quizá a veces cayendo en la monotonía.

En esta caída a los infiernos de María lo más interesante son los distintos escenarios que Pedro Mairal imagina y que se sitúan siempre en lo inconcebible pero sin entrar en lo imposible. Así, por ejemplo, al comienzo de la novela las distintas manzanas de la ciudad de Buenos Aires se convierten en repúblicas autónomas primero, con su propia organización interna, y en islas unidas con puentes y túneles después, cuando el miedo a salir a la calle, donde parece que campan a sus anchas los criminales, se acentúa. Más tarde será descrito el campo argentino, que parece haber retrocedido varios siglos y por donde pululan bandas de criminales y extrañas tribus.

Como toda novela distópica, El año del desierto puede tener una lectura social; en concreto, el libro de Mairal encuentra muchos (demasiados) ecos en la historia de Argentina (desapariciones, dictaduras militares, crisis económicas). 

Reseña publicada en El Noroeste. 



sábado, 27 de mayo de 2023

Martinete del rey sombra - Raúl Quinto


 

Martinete del rey sombra, Raúl Quinto, Jekyll & Jill, 2023, 176 págs, 17€.

    Dice un viejo adagio que la historia la escriben los vencedores. Las guerras, las conquistas o los choques entre pueblos o facciones se nos narran desde la perspectiva de aquel bando que consiguió imponer su fuerza y que acaba, también, imponiendo su relato. Esta ley es especialmente rígida cuando el lado derrotado o maltratado está formado por personas alejadas del acceso a la cultura o, incluso, a la alfabetización. Es lo que ha ocurrido en casi toda la historia de España con el pueblo gitano, etnia que secularmente ha ocupado un espacio marginal en la sociedad peninsular, lo que ha provocado que siempre hayan aparecido como sospechosos o, directamente, culpables de cualquier crimen.

La práctica ausencia de registros escritos propios sobre el pueblo gitano determina la finalidad pero también la configuración textual de ‘Martinete del rey sombra’. Raúl Quinto pretende sacar a la luz uno de los tantos episodios vergonzantes que ha sufrido este grupo: la Gran Redada de 1749. Sin embargo, la escasez de información provoca que los gitanos acaben siendo personajes secundarios de una obra protagonizada por los culpables de esta terrible persecución: Fernando VI y el marqués de la Ensenada.

Con un estilo lleno de metáforas y símiles, recordemos que Quinto posee una larga trayectoria como poeta, algo que queda patente en su prosa, el autor nos ofrece veintidós capítulos a modo de viñetas en las que se relatan, con numerosos saltos espaciales y temporales, algunos de los episodios más significativos pero también simbólicos de este intento de exterminio que llevó a cabo el ilustrado estado español del siglo XVIII. Entre ellas destaca la segunda, la que describe la noche del 30 de julio de 1749 en la que la Gran Redada dio comienzo. Son páginas muy líricas pero también de una gran dureza en la que el lector asiste a la violencia del asalto de los soldados a las casas de los gitanos y al desamparo de estos. Se trata de una noche que remite irremediablemente a la que sufrirían casi dos siglos después los judíos en Alemania, pero que emparenta también con el “Romance de la Guardia Civil española” de García Lorca.

A partir de ahí acompañamos la penitencia de un pueblo que no ha cometido otro delito que el de ser “el otro”. Las autoridades separan a los hombres de las mujeres y los niños pequeños, empleando a los primeros prácticamente como esclavos en los astilleros de Cádiz o Cartagena con el fin de actualizar la anticuada flota militar española. Por su parte, las mujeres y los bebés son aislados en distintos espacios en los que deben sobrevivir entre la miseria y la desorganización de los gobernantes, que nunca saben qué hacer con este pueblo indomable. Quinto espiga los pocos testimonios escritos sobre el pueblo gitano para reconstruir su nebuloso origen y su sufrimiento durante este intento de genocidio.

Mucho más documentados están los pormenores de la política española de la época y las biografías de los responsables de la Gran Redada, que fue ideada por el obispo Vázquez Tablada, organizada por el marqués de la Ensenada y sancionada por el rey Fernando VI. Son estos dos últimos los personajes principales del libro, que penetra con sagacidad en sus respectivas personalidades, tan diferentes como sus orígenes. Ensenada aparece como un político habilísimo, de cuna menos noble que la de sus competidores, pero con un don de gentes que lo convirtió en el hombre más poderoso del reino. Fernando VI es retratado, por el contrario, como un rey débil, acuciado por las intrigas palaciegas y que solo obtiene apoyo total en su esposa, cuya muerte acabará con su ya precaria estabilidad mental.

Al igual que el pueblo que la protagoniza, del que según se cuenta probablemente se mezcló con los moriscos en algún momento de la historia de España, ‘Martinete del rey sombra’ es mestizo, un híbrido entre varios géneros. El ya citado tono lírico que poseen muchos de los fragmentos atraviesa unas páginas que se mueven casi siempre entre lo factual y lo inventado, entre la historiografía y la novela. Quinto se ha documentado profusamente para reconstruir todas las piezas de esta historia, tal y como queda consignado en la nota final, donde cita las obras de varios historiadores que le han servido de apoyo bibliográfico. Es especialmente palpable esta veta ensayística del libro en los vericuetos de la alta política del siglo XVIII que se nos desgranan en varios de los episodios, pero también en el capítulo titulado “El largo pueblo de los caminos”. En él se nos narran las principales hipótesis, nunca confirmadas, sobre el origen del pueblo gitano; su posible germen en la expulsión que sufrieron en la lejana ciudad de Kannauj, situada en la India, y el nomadismo que desde entonces fue su sino parecen explicar su carácter errante. 

La naturaleza más ficcional del libro se observa en aquellos sucesos sobre los que existen menos datos o en los que se quiere mostrar una cercanía que la historiografía no suele ofrecer, como ocurre con algunos de los capítulos dedicados a Ensenada o Fernando VI. Especialmente palpable es esta tendencia en el relato de las vicisitudes sufridas por los gitanos durante los años que siguieron a la Gran Redada, donde se mezcla la poca información disponible con una reconstrucción novelada de los hechos. Un ejemplo de ello lo encontramos en el capítulo sobre la reclusión de las mujeres y los niños pequeños en la casa de misericordia de Zaragoza; allí asistimos a cómo las indomables gitanas se rebelan continuamente contra sus carceleros o intentan, a veces con éxito, huir de lo que no era otra cosa que un presidio.

‘Martinete del rey sombra’ es, en definitiva, un libro necesario, que con su pulso literario nos sumerge en un suceso casi desconocido y vergonzante de nuestro pasado. Raúl Quinto arroja luz sobre un intento de exterminio que ha ocupado demasiado tiempo las sombras de la historia de España. 

Reseña publicada en La Verdad:



miércoles, 17 de mayo de 2023

Cerbantes Park - Carlos Robles Lucena


 


Cerbantes Park, Carlos Robles Lucena, Navona, 2022, 280 págs., 19€.

    Los parques de atracciones suelen ser vistos con cierta superioridad, cuando no con verdadero desprecio, por los intelectuales. Las élites culturales, si tal sintagma mantiene hoy en día lógica y vigencia, los consideran burdos lugares de esparcimiento para la clase media creados por grandes compañías que buscan más que su entretenimiento su dinero. Incluso los parques temáticos, que parecen estar sostenidos por un entramado intelectual algo más sólido que los que simplemente son una mera acumulación de atracciones de feria, suelen vincularse a fenómenos de lo que un día fue considerado la “baja cultura”. Muchos de estos prejuicios sobre los parques de atracciones en sí y sobre las diferencias entre la “alta cultura” y el consumo de productos culturales aparecen en Cerbantes Park, la inteligentísima y mordaz novela de Carlos Robles Lucena.

            En ella el Comisario, uno de los dos protagonistas del libro, idea la construcción de un parque temático literario diferente, menos orientado al consumo que a conseguir que sus clientes (“lectores” en la terminología de la empresa) vivan una experiencia cultural inmersiva relacionada con algunas de las grandes obras de la literatura universal. Su obsesión por los parques de atracciones se remonta a su juventud, cuando consiguió una beca que le iba a permitir viajar por las ferias clásicas de Europa para después escribir un ensayo que reivindicara este tipo de espacios. Sin embargo, el proyecto encalló en la primera escala, Viena, donde visitó el famoso Prater pero donde también conoció a su futura mujer, la adinerada Almudena, de la mano de la cual entra en el lucrativo mundo del arte contemporáneo. Es solo años después, al volver a su localidad natal, una ciudad dormitorio trasunto de Tarrasa, cuando decide retomar su afición y ofrecer a la ciudad donde creció en una familia obrera un aliciente cultural y económico. Las contradicciones entre sus aspiraciones y sus ideales acabarán afectando a la propia naturaleza del proyecto.  

            El contrapunto al resuelto, exitoso y algo snob Comisario lo representa Jacob, un antiguo amigo del barrio de aquel que, al contrario que el otro protagonista, no ha conseguido triunfar y al que su experiencia como editor lo dejó en una situación económica de precariedad. Si el Comisario es el empresario cuyos contactos ponen en marcha Cerbantes Park, Jacob es el intelectual comprometido hasta el integrismo con la cultura que vela por la ortodoxia de un proyecto cuyo nombre ha de llevar incluso la grafía original del apellido del creador del Quijote. Entre ambos, y con la ayuda de un equipo multidisciplinar, crean en la riera de su ciudad natal un peculiar parque en el que los “lectores” pueden vivir en primera persona experiencias como la de degustar la casa de dulces de Hansel y Gretel, recibir en una playa artificial los ladridos del perro de Ulises o visitar el Nautilus. 

            Con estos mimbres, Robles Lucena crea una historia plagada de referencias literarias, donde la intertextualidad desborda el espacio del Cerbantes Park para rebosar las páginas del libro con la presencia de numerosas citas a autores y libros, algunos de los cuales quedan consignados en la nota final, que convierten a la novela en una reivindicación de la literatura. Además, Cerbantes Park es una potente sátira que dispara con gracia pero sin piedad contra los esnobismos de la élite cultural, las ínfulas de la burguesía, los tejemanejes de las instituciones y las contradicciones del mercado editorial (Jacob define Sant Jordi como “una fiesta literaria realizada con todo aquello que les gusta de la literatura a los que no les gusta la literatura”).


Reseña publicada en La Verdad: