Si sale cara, Rubén J. Triguero, Boria, 2018, 144 págs., 15€.
Hasta hace unos años se hablaba mucho de la “crisis de los 40”; con este término se hacía referencia a la supuesta decadencia física que las personas vivimos cuando encaramos esa década. Afortunadamente, la actitud de los “cuarentones” ha cambiado mucho en los últimos tiempos y las personas de esta edad suelen llevar una vida tan activa como los veinteañeros. Sin embargo, sí que se mantiene, aunque no quizás a esa edad concreta, la parte existencial de esa crisis. Me refiero a ese momento en el que las esperanzas e ilusiones de la juventud chocan con la realidad más prosaica y con la rutina diaria. Sobre este tema versan los tres primeros cuentos de Si sale cara, el primer libro publicado por Rubén J. Triguero.
Se trata de tres relatos muy diferentes pero que comparten el desasosiego que aborda a tres hombres de mediana edad al constatar que sus proyectos vitales no han podido ser llevados a cabo. En “El viento que azota las copas de los árboles”, una mujer le echa en cara a su marido que su empeño por centrarse en una carrera literaria que no termina de arrancar está provocando que la situación económica familiar sea insostenible. Mientras, la hija de ambos juega despreocupada en el parque donde sus padres discuten en una escena que acabará centrando la atención del texto. Otra difícil situación familiar es la que vive el protagonista de “Estación lejano paraíso”. En este relato encontramos una minuciosa descripción, quizás demasiado, de la triste jornada laboral de un hombre que odia su trabajo casi tanto como a su hija adolescente y a su mujer. El último de los cuentos de esta trilogía inicial es “Migración de aves”; en él, el desengaño de dos antiguos amigos viene determinado por la corrupción del sistema judicial en el que ambos trabajan. La actitud ante esta situación será muy distinta y mientras que el abogado no la soporta, el juez sabe aguantar e intenta convencerse de que no existe alternativa.
En los otros cuatro relatos de este libro cuya lectura va mejorando con el paso de las páginas, encontramos dos textos centrados en la relación entre un niño y su padre. De nuevo, Rubén J. Triguero nos enfrenta ante dos situaciones opuestas, ya que mientras que en “El río que se desborda” el progenitor cuida de su hijo y le protege de las críticas de los demás por el origen de su fortuna, en “Una larga espera” se relata como la esperanza de un chaval por pasar una tarde con su padre va desapareciendo.
Como podemos comprobar, la ordenación de los relatos de Si sale cara posee una lógica interna que también se observa en los dos últimos relatos. Si bien no tienen un tema común como las anteriores secciones, ambos comparten cierto tono alegórico y el hecho de que sus protagonistas se enfrenten a sus respectivos destinos. “Un dios irrevocable” es un cuento ambientado en una férrea dictadura en la que un escritor de renombre debe elegir si colaborar u oponerse al régimen. El volumen se cierra con la fábula titulada “Ízar”, nombre de un pésimo escalador que decide romper con su pasado y con la desconfianza de sus amigos ascendiendo una montaña de enorme dificultad.
Reseña publicada en El Noroeste.
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