Oriente Medio, Oriente roto, Mikel Ayestarán, 17€, Península, 2017, 302 págs.
Muchos de los que hemos estudiado Periodismo hemos fantaseado alguna vez con ser corresponsales de guerra. Esa imagen clásica y romántica del reportero que se jugaba el tipo en contiendas lejanas para poder mandar una crónica desde primera línea de frente atrajo la febril imaginación de muchos jóvenes periodistas. Sin embargo, con el paso del tiempo, la mayoría hemos acabado en cómodas redacciones o en otros trabajos diferentes; sólo unos pocos, entre los que se encuentra Mikel Ayestarán, el autor de este libro, consiguieron llevar a cabo ese sueño que, como comprobamos en este Oriente Medio, Oriente roto, muy poco tiene que ver con lo imaginado.
Y es que en pleno siglo XXI, tanto el periodismo como las guerras han cambiado mucho con respecto a esa época dorada del reporterismo bélico que se vivió hace ya varias décadas. Tal y como refleja el periodista vasco, la atención de los medios de comunicación occidentales hacia las guerras que asolan con tanta frecuencia Oriente Medio, el espacio geográfico en el que se ha especializado Ayestarán, fluctúa rápidamente. Lo que hoy es portada, en unas semanas apenas tendrá espacio en informativos y periódicos, por lo que el reportero debe acostumbrarse a visitar numerosos lugares en guerra en poco tiempo.
Un episodio del libro que muestra cómo la actualidad manda la vive el autor en Saná, la capital de Yemen. Mientras cubre las protestas que se viven en este convulso país, Ayestarán recibe una llamada desde la redacción de su periódico que le informa de la muerte de Bin Laden y le conmina a viajar a la ciudad pakistaní donde ha sido asesinado por tropas de élite nortemericanas. El periodista guipuzcoano cuenta esas gestiones que nunca aparecen en las crónicas y que lo llevan a aporrear, literalmente, la puerta de la embajada pakistaní en Saná para hacerse con un visado que le permita cubrir la candente noticia.
Ayestarán organiza el libro geográfica y cronológicamente, de tal forma que cada capítulo resume su cobertura de distintas guerras o crisis políticas en países como Afganistán, Túnez, Egipto, Georgia, Siria o Líbano. Así, las grandes contiendas internacionales se mezclan con otras guerras menos conocidas y con los estallidos de la llamada Primavera Árabe, que el periodista vasco sigue con cercanía y conocimiento. En cada capítulo se cuenta brevemente la historia reciente del país, para, a continuación ofrecer episodios concretos y declaraciones de los protagonistas en las revueltas o de miembros de esa población civil tan vulnerable a estos avatares. A veces, la narración posee una gran tensión, como el relato de la emboscada de la que escapa por los pelos en Siria, mientras que otras la emoción de lo relatado embarga al reportero, como el bebé que es engullido por la multitud de refugiados que invade un tren en Macedonia.
La propia naturaleza fragmentaria del libro y su ordenación cronológica hace que el lector acabe algunos capítulos, especialmente aquellos que narran sucesos más alejados en el tiempo, con ganas de saber más. Sin embargo, Ayestarán consigue con este entretenido libro un doble objetivo: informarnos sobre la última década de conflictos políticos y bélicos en Oriente Medio y dar a conocer las interioridades de la profesión de reportero de guerra, desterrando muchos de los tópicos que se le asocian.
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