El animal más triste, Juan Vico, Seix Barral, 2019, 200 págs., 16€.
Las dos primeras partes de El animal más triste, la última novela de Juan Vico, se desarrollan en la misma comarca del Prepirineo catalán. Sin embargo, mientras que en la primera, que tiene lugar en la actualidad, un grupo de amigos urbanitas se reúnen en el pueblo donde dos de ellas se han instalado, en la segunda sección un maestro de la República enseña en una aldea situada en un valle cercano que en el presente ha quedado abandonada. La cercanía geográfica contrasta con la diferencia de contexto de los personajes de ambas partes, marcada por las décadas que han transcurrido. Si el docente de 1936 debe luchar contra la incultura y la cerrazón de los habitantes del pueblo, los burgueses de la actualidad se enfrentan a situaciones de índole más personal. Vico muestra cómo ha cambiado la sociedad española en este tiempo y lo que nos pueden parecer, tras conocer las cuitas del maestro, problemas sin importancia, son, en realidad, síntoma de que el país logró hace tiempo gran parte de los avances por los que luchaba el profesor en la gris España previa a la Guerra Civil.
Este es sólo uno de los temas que pone en juego un libro que, a pesar de no sobrepasar las doscientas páginas, es rico en referencias de diverso tipo, erigiéndose como un relato heterogéneo que escapa a una fácil clasificación temática. La trama, especialmente en la tercera y última parte, avanza como fuera de plano y vamos conociendo de manera indirecta las separaciones, las infidelidades y los embarazos del grupo de amigos que se reúnen en el pueblo en la primera parte. Esta forma de narrar hace que el lector pueda terminar el libro con cierta insatisfacción, como necesitando saber más de los protagonistas.
La primera parte reúne en el pueblo a tres antiguos amigos, Marta, Roberto y Jonás (el narrador), y a sus respectivas parejas, Solange, la joven Paula y Cecilia. El grupo se completará con Silvia, una tatuadora vecina del pueblo donde Marta y Solange se han establecido y al que han invitado al resto. Durante unos días disfrutan de la gastronomía local, pasean por el pueblo y por la aldea abandonada del valle cercano y desconectan de sus interesantes trabajos de la ciudad. Sobrevuela el encuentro el peso del pasado, especialmente de la obra literaria de un amigo fallecido que se hace presente con el visionado de El animal más triste, un cortometraje que Roberto, Marta y Jonás filmaron en su época universitaria.
Tras la historia del maestro republicano, una reivindicación de aquellos héroes cuya vocación docente les llevó a los pueblos más aislados y que recuerda Historia de una maestra de Josefina Aldecoa, volvemos al presente del grupo de amigos que protagonizan el libro. En esta última sección los distintos personajes se van alternando en la narración de los meses que siguen a la reunión en el pueblo, lo que termina de otorgar al libro ese carácter proteico. Aunque los hechos relatados son similares, problemas de índole sentimental, profesional y artístico, los tonos empleados son muy diferentes. El estilo un tanto pedante de Jonás de la primera parte, con continuas referencias cinematográficas como corresponde a su trabajo como crítico, se ve sucedido ahora, por el irónico de Roberto, el lacónico de Cecilia, el erudito, plagado de citas literarias, de Marta, o el descriptivo, sin apenas verbos, de Solange.
Reseña publicada en El Noroeste:
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