Vosotros, los muertos, Ginés Cutillas, Cuadernos del Vigía, 2016, 101
págs., 14€.
Una de las particularidades del microrrelato, género peculiar en muchos
aspectos, es su necesidad de impactar al lector. La famosa teoría de Julio
Cortázar de que el cuento gana por K.O. se lleva al paroxismo en este hermano
pequeño del relato, que posee apenas unas líneas para remover al receptor del
texto. Por ello, muchos de los rasgos de la minificción están asociados a ese
fin y existen temas que funcionan mejor que otros en estos parámetros
textuales. Entre los que mejor acomodo encuentran está la presencia de la
muerte, con sus múltiples variantes, de algún personaje. Se trata de un hecho
trascendental, pero, a la vez, cotidiano
que desde siempre ha obsesionado al ser humano. En el caso concreto del
microrrelato, algunos de los mejores
representantes del género han publicado libros en los que el tema de la muerte
está muy presente; a los nombres de Max Aub, y sus Crímenes ejemplares,
y Fernando Iwasaki, con Ajuar funerario, podemos unir el de Ginés
Cutillas, que entra por derecho propio en esta selecta nómina con Vosotros,
los muertos.
En Vosotros, los muertos encontramos diversas variantes sobre
ese tránsito entre la vida y el más allá. Hay muertes alegres, “That`s life”;
conciencia tras la muerte, “De lo efímero de los rectángulos azules”; extrañas
personificaciones de la parca, “Desubicados”; personajes que se burlan de los
fallecidos, “Interroguen al sepulturero”; decesos en pleno acto sexual, “La
petite mort”; agobiantes descripciones del Más Allá, “El légamos del
Hades”; resurrecciones por las que hay que pagar, “El negocio”; o asesinatos
inesperados, “Asuntos de familia”. El libro es un amplio catálogo de las
distintas maneras que tiene el ser humano de enfrentarse a la muerte y de las
insospechadas formas que ésta le puede sobrevenir.
El autor incluye, además, alusiones a algunos de los grandes del
género, reconociendo así la deuda contraída con estos referentes; destaca el
homenaje a Borges, cuyo nombre de pila se le otorga al bibliotecario de
“Recuerdos”. También encontramos lo que el propio autor define como una
“micronovela policiaca en veinte capítulos y un epílogo”; se agradece la
audacia de Cutillas de intentar dar una vuelta de tuerca al género, si bien el
resultado no se encuentre entre lo mejor del libro. Entre los que sí están
entre los microrrelatos más destacados del conjunto, que no escasean, podemos
citar dos muy diferentes en cuanto a extensión: “El último hombre”, uno de los
más largos y redondos, y “Terermoto”, un divertido juego de palabras de apenas
un par de líneas.
Cutillas nos ofrece una obra
sólida y de gran interés, un excelente libro de minicuentos, algo no tan
sencillo de lograr como la brevedad del género podría hacer pensar. Los autores
de libros de minificción caen con demasiada frecuencia en el uso de trucos
evidentes, en repeticiones de tono o estilo o en la acumulación casi infinita de textos, haciéndole un flaco favor al género, que, por
culpa de estas publicaciones fallidas, parece que no resiste la repetición en
un volumen de demasiados minicuentos del
mismo autor. Pero Ginés Cutillas
demuestra que conoce muy bien el género, al que le acaba de dedicar el ensayo
titulado Lo bueno, si breve, etc. (2016), y evita esos errores en uno de
los mejores libros de microrrelatos que se han publicado en España en los
últimos años.
Reseña publicada en El Noroeste.
No hay comentarios:
Publicar un comentario