martes, 3 de marzo de 2020

Mañana me largo de aquí - Santini Rose



Mañana me largo de aquí, Santini Rose, La Marca Negra, 2017, 120 págs.,  10€.

Puede cometer algún lector, especialmente aquel con un gusto literario más clásico, a desdeñar este libro por el uso frecuente que hace su autor de un registro coloquial, vulgar en algunos casos. Se equivocará si cree que tras términos como “zurullo”, “gargajo” o “follar” se esconde una obra insustancial, en la que tan sólo se cuentan cuatro anécdotas de jóvenes obsesionados con el sexo, el alcohol y la música. Porque tras ese rostro desenfadado en forma de lenguaje directo y anécdotas divertidas, Mañana me largo de aquí esconde una enorme profundidad existencial que el lector hallará en muy pocos libros y que no es otra cosa que el grito de toda una generación.

Santos Martínez, pseudónimo del periodista murciano Santos Martínez, nos ofrece en estos diez relatos un retrato discontinuo y ficcionalizado de un joven con los mismos problemas y las mismas frustraciones de todos aquellos nacidos con una meta: salirse del rebaño a través de la cultura. Y es que el innonimado protagonista de los cuentos de Mañana me largo de aquí tiene un único agujero por el que sacar la cabeza de esa realidad que lo ahoga: la ficción. Funcionan las canciones de los Housemartins o los libros de Irvine Welsh como salvavidas a los que agarrarse para no hundirse definitivamente en la desesperación. Sus héroes musicales y literarios, aquellos que escucha y lee encerrado en su mugrienta habitación, son los únicos que parecen no fallarle cuando ni el trabajo, ni la familia, ni el amor ni siquiera la amistad están ahí para ayudarle.

Además de tres relatos que se salen de la norma y que están ubicados respectivamente en la infancia, “Es porque no son mis amigos”, la adolescencia, “Es lo de menos”, y la primera juventud, el romántico “¡Oh, Alice!”, los textos nos presentan a su protagonista en esa encrucijada vital que los universitarios encuentran a mitad de la veintena. Con gran formación gracias a una licenciatura en Periodismo y un máster y con una vasta cultura, el protagonista se da de bruces con la precariedad laboral, con la imposibilidad de encontrar una habitación decente, con la incomprensión cuando vuelve al pueblo en Navidad o con que algunos de sus amigos han decidido aburguesarse. Ante tales amargos golpes de realidad, nuestro héroe sólo puede refugiarse en el alcohol, en la ficción o, finalmente, largarse.

A pesar de esta amargura que subyace en la mayoría de relatos del libro, Mañana me largo de aquí es un libro muy divertido en el que pululan personajes caricaturescos y tan estrafalarios como la compañera del taller de escritura con tendencia a la verborrea, el encargado de la FNAC que acaba perdiendo su rectitud o el vecino del pueblo dueño de una forma imposible de bailar. Ellos y muchos otros se mueven en las calles y en los bares del pueblo de origen, Fuente Librilla, la gran ciudad en la que se prueba suerte, Barcelona, o la capital provincial que parece ser el lugar asignado para alguien como el narrador, Murcia.

Toda esta desesperanza, mezclada con mucho humor, escatología, referencias culturales y futbolísticas y un lenguaje entre lo descarnado y lo metafórico (ese compañero que pasó por la juventud “como un turista” o la comparación de la vida del narrador con el devenir de un equipo de la parte baja de la tabla) hacen de Mañana me largo de aquí un gran debut literario.

Reseña publicada en El Noroeste. 


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