Bebop Café, Luis Sánchez Martín, Boria, 2016, 170 págs., 14€.
La
novela negra parece resumirse a un único
argumento que se repite hasta el infinito: hay un asesinato y alguien tiene que
averiguar quién ha sido el causante. A partir de este esqueleto cada escritor aporta su
maestría y ofrece diferentes variantes, temáticas, estilísticas o argumentales,
para atraer la atención del lector. Éste, el de la novela negra, suele ser
aficionado al género y detecta rápidamente cuando el narrador ofrece algo
original. Por ello, esta obra, la primera novela de Luis Sánchez Martín y
también la referencia inaugural de la editorial murciana Boria, gustará a los
amantes del género negro.
Porque
en Bebop Café hallaremos los elementos habituales de este tipo de
novelas (misterio, asesinatos, enamoramientos) y los personajes que suelen
aparecer en ellas (detectives, hombres solitarios, mujeres con fuerte
personalidad) pero, además, varios elementos diferenciadores que la convierten
en un relato de interés. Junto con un final sorprendente que dejará descolocado
al lector, y del que no daremos más pistas, el libro apuesta por una vertiente
metaliteraria que también llama la atención. La obra tiene dos planos
paralelos: el de la historia principal y el de una novela, titulada también en
un juego de espejos ficcional Bebop Café, que escribe el protagonista
contando parte de los hechos vividos. Ambos textos quedan claramente
diferenciados tanto tipográfica (el relato que escribe el protagonista está en
cursiva) como discursivamente (mediante el uso de voces narrativas diferentes:
la primera y la tercera persona).
La
trama se centra en Fran, un joven desorientado que comienza a recibir una serie
de notas anónimas y crípticas que cree obra de Ana, su antigua novia. Decidido
a resolver sus dudas sobre la autoría de estos mensajes, pide ayuda a los
personajes que le rodean: Esther, un antiguo ligue y dueña del café Bebop del
que Fran es parroquiano y con la que ahora tiene una relación ambigua entre la
amistad y el amor; a Jorge, su mejor amigo, un Peter Pan que pasa las horas
muertas en el apartamento de Fran; e incluso a Genaro, un estrafalario
vagabundo que cuida el coche del protagonista a cambio de unas monedas. Para
terminar de aclarar el asunto, se dirige a Granada, ciudad citada en una de las
notas y a la que Fran fue con Ana durante su relación, aunque él haya borrado
de su memoria esa visita. Allí entrarán en juego dos oscuros y grotescos
personajes, un enano llamado Facu y Trinidad, un travesti, y la vida de Fran se
complicará.
Aunque
la novela posee una nómina de personajes secundarios amplia y entre la que
encontramos caracteres llamativos, es sin duda el protagonista el eje de Bebop
Café. Se trata de un joven que está dejando de serlo, de un economista con
alma de escritor, de un ser antisocial que no puede pasar sin sus amigos. Además,
y conforme vamos descubriendo con el paso de las páginas, Fran tiene un pasado
bastante turbio, relacionado con su familia, que acabará volviendo. También es
un hombre obsesionado con Ana, que aparece de nuevo en su vida a través de las
misteriosas notas, que tratará de entender mejor transformando su relación con
ella en un texto de ficción.
Mezclando una historia de
amor y una investigación, añadiéndole varios actos violentos, un humor cáustico
y varios arriesgados giros en la trama, Luis Sánchez Martín ha creado una
novela entretenida con un final inesperado.
Reseña publicada en El Noroeste:
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