Los huéspedes, Pedro Pujante, Ediciones Irreverentes, 2016, 180 págs., 15€.
Maneja con soltura la técnica y los temas propios de la narrativa el autor murciano Pedro Pujante, tal y como demostró en obras previas. Por ello, no es una sorpresa que su nueva novela, Los huéspedes, sea una obra bien construida. Si en su anterior libro, El absurdo fin de la realidad(2013), Pujante coqueteaba con la ciencia ficción, en su último lanzamiento editorial se mete de lleno en este subgénero y pone en juego varios de los tópicos que le son propios.
En primer lugar debemos citar, por su importancia en la trama, el viaje en el tiempo. Se trata de un recurso muy habitual en este tipo de narraciones porque permite subvertir una de los límites más sólidos de nuestro mundo: la inexorabilidad del paso del tiempo. En el caso de Los huéspedes, el viaje en el tiempo es doble: por un lado tendríamos la ubicación de los personajes en una época futura a la que han llegado sin tener conciencia del traslado; por otro, se presenta, como suele ocurrir en la ciencia ficción, como un superpoder que detenta uno de los protagonistas y que le ayudará a llevar a cabo sus objetivos y el de sus compañeros.
Otro de los tópicos habituales en el género es el del doble. En Los huérfanos Pujante nos vuelve a ofrecer dos variantes, si no en la entidad de los sosias, sí en la consideración que de ellos tienen los personajes. En un primer lugar, el choque con el doble causa el shock lógico en los protagonistas, ya que no comprenden la razón de esa visión de ellos mismos en otro cuerpo. La explicación técnica de esa duplicidad, la clonación, otorga al fenómeno cierta verosimilitud y lo acerca al contexto de esa ciencia disparatada que tanta importancia posee en el libro y que está personificada en el doctor Faustino, que encarna el arquetipo de científico loco.
La novela también se puede leer como una distopía, ya que el relato nos lleva hasta un mundo futuro en el que la Tierra ha quedado inundada. Ante esta eventualidad, los supervivientes se dividen entre los que se agrupan en las pocas islas emergidas y los que han emigrado a otros planetas. En los pocos espacios aptos para la vida existe la sensación de que el apocalipsis es inminente, lo que influirá en las decisiones que tomen los personajes.
Todos estos tópicos habituales de literatura de ciencia ficción se introducen en una historia que comienza siendo realista, pero que se va tornando cada vez más inverosímil y delirante. Lo que parece ser un extraño encuentro de escritores en un aislado pueblo cacereño se convierte, en la segunda parte del libro, en aquello que el protagonista, el narrador Roberto Hernández, ha ido sospechando: un experimento llevado a cabo por un científico demente con intenciones poco claras. Los protagonistas se verán inmersos en una situación disparatada que no han elegido, pero que les llevarán a vivir una serie de aventuras que jamás hubieran imaginado en sus aburridas existencias.
Pujante enriquece esta historia de humor y ciencia ficción con numerosas referencias literarias y culturales, algo habitual en sus obras. Además del hecho de que los protagonistas sean escritores, las alusiones a autores como Borges, Lovecraft o Umbral, a libros como La isla del doctor Moreau, a series como Perdidos y a películas como El show de Truman, son frecuentes en la novela.
Reseña publicada en El Noroeste:
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