Brooklyn Follies, Paul Auster, 2006. Booket, 10€.
Nathan Glass está a punto de cumplir 60 años. Acaba de salir de un cáncer y de un matrimonio horroroso. Está prejubilado y no tiene ni amigos ni mantiene relación con sus familiares, a parte de su hija que lo odia. En ese instante decide instalarse en Brooklyn y todo cambia para él y en torno a él.
Con este punto de partida Paul Auster crea una novela optimista protagonizada por personas sencillas cuyo destino cambia, en algunos casos varias veces, a lo largo de los meses que describe la trama. Nathan es el narrador de Brooklyn Follies, pero comparte protagonismo con su sobrino Tom, un treintañero a la deriva que, con la ayuda de Nathan, irá saliendo a flote. En la vida de ambos irán apareciendo una niña que se niega a hablar, un librero con un turbio pasado, la hermana pequeña de Tom, una decidida maestra de Vermont, una bella camarera latina, una angelical madre de Brooklyn.
Auster nos va contando, a través de la voz de Nathan, los vaivenes de estos personajes y lo hace en una narración ágil que mezcla conversaciones con relatos del pasado de los protagonistas. Al perfilar a estos es en dónde el escritor norteamericano logra sus mayores logros; todos los personajes son creíbles y cotidianos pero sin caer nunca en el estereotipo. Los continuos cambios que sufren son, por el contrario, lo menos logrado del libro; algunos de estos giros son poco creíbles y hacen girar la trama en torno a la casualidad en demasiadas ocasiones.
El final del libro, que, por supuesto, no desvelaremos, nos mostrará a un Nathan Glass que ha creado en Brooklynn su nuevo hogar en los momentos previos al shock que sufrirá la ciudad con el 11-S.
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