lunes, 30 de noviembre de 2015

Pureza - Jonathan Franzen




Pureza, Jonathan Franzen, Salamandra, 2015, 697 págs., 24€.

Jonathan Franzen se ha erigido como uno de los pocos autores de lo que llevamos de siglo que aúnan reconocimiento de la crítica y del público. Sus libros son acogidos con igual entusiasmo por los especialistas que lo reconocen como un autor de gran calidad literaria, pero también por sus abundantes lectores, que en numerosos países devoran sus extensas novelas. Pureza, su último libro, logra mantener esta estatus satisfaciendo por igual el deseo de encontrar una obra bien escrita y el de disfrutar de principio a fin con su lectura.
Pureza se puede considerar como la continuación de esa radiografía de la familia americana que ya encontrábamos en Las correcciones (2001) y Libertad (2010). Coincide también con aquellas en la vastedad de la trama y en la pluralidad de protagonistas; Franzen se va centrando, en las distintas secciones en las que divide la novela, en cada uno de los protagonistas, lo que permite conocer por separado cada una de las partes de esta historia coral y entrelazada, pero también un acercamiento minucioso sin caer en la morosidad. Las novelas del autor norteamericano funcionan como un puzzle de centenares de piezas en el que cada parte dibuja con precisión una escena distinta, pero que, al ser contemplada en su totalidad nos permite un visión de conjunto.
El eje de la trama es Pip, una joven vitalista aunque algo desencantada acuciada por la necesidad de devolver el crédito universitario que le permitió estudiar. Los otros protagonistas son tres adultos, Andreas (una especie de Julian Assange alemán), Tom (un periodista) y la madre de Pip (que vive en una cabaña de un pequeño pueblo californiano), cuyas vidas se mezclaron de diferentes formas en el pasado y que acabarán influyendo en el devenir de la joven. Pip será como una pieza de ajedrez movida, a menudo sin su conocimiento, por los rencores y odios de los otros tres protagonistas.
En el comportamiento de los personajes principales tiene mucha importancia el dinero, actante vertebrador de la novela. Para Pip, la deuda que ha contraído tras sus estudios es un lastre que determinará sus primeros movimientos como adulta. Por su parte, su madre siente una aversión hacia las posesiones, por razones familiares que descubriremos a lo largo del libro, que la han llevado, para huir de su pasado, hasta bordear la pobreza. Andreas también rechaza el dinero, sin embargo, siente una atracción enfermiza por la fama y el reconocimiento de los demás, cuya consecución no lo desprenderán de sus demonios personales.
Como en sus anteriores novelas, Franzen sitúa a la institución de la familia en el centro de la historia; los cuatros protagonistas y algunos de los secundarios tienen una relación difícil, casi enfermiza, con sus respectivos progenitores. Pero, al contrario que en Libertad o en Las correcciones, la familia tradicional se disuelve aquí, en el caso de la de Pip, hasta casi desaparecer. Solo al final del libro conseguirá la joven reunirla, aunque ese encuentro muestre la disfuncionalidad de la misma.

Es cierto que Franzen no arriesga en sus novelas como lo hizo su amigo David Foster Wallace en La broma infinita (1996) y que sigue la estela de los maestros del realismo decimonónico, pero pocos autores ofrecen en sus obras un diagnóstico tan preciso de los males que aquejan la sociedad de nuestro tiempo. 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Hazañas de los malos tiempos - Cristina Morano / Perder ciudades - Hilario J. Rodríguez



















Hazañas de los malos tiempos, Cristina Morano, Newcastle Ediciones, 2015,  90 págs., 6€ / Perder ciudades, Hilario J. Rodríguez, Newcastle Ediciones, 2015, 74 págs., 6€.

Se estrena la editorial murciana Newcastle, dirigida por Javier Castro Flórez, con dos libros interesantes pero bastante diferentes. Por un lado está Perder ciudades, una crónica de dos viajes que le sirve a Hilario J. Rodríguez para tratar  temas diversos, y, por otro, Hazañas de los malos tiempos, en el que Cristina Morano toca temas mucho más personales entre el diario íntimo y el esbozo narrativo.
El libro de Rodríguez, escritor y crítico gallego afincado en Estados Unidos, narra dos viajes que realizó a Rusia y a África (Gambia y Senegal) acompañado en el primero por su madre y en el segundo por su hijo. Sin embargo, el autor se aleja pronto de la crónica habitual e incluye reflexiones y anécdotas relacionadas, a veces tangencialmente, con el país que visita. En el ruso, mientras de manera fragmentaria va relatando los lugares a los que acude junto a su progenitora, desgrana historias sobre los artistas, Chejov, Tolstoi o Eisenstein, cuyas casas visitan. Además de la presencia de la madre y de algunas reflexiones sobre las fotos que hacemos cuando viajamos, lo más destacado de la parte rusa del libro es la sucinta biografía de Luis Bazal, un familiar que vivió una azarosa existencia durante en la época de la Guerra Civil.
El carácter fragmentario del libro se mantiene en los capítulos dedicados al viaje africano. El autor renuncia a narrar cronológicamente el periplo y nos ofrece varias reflexiones sobre la idiosincrasia africana ejemplificadas por varios pintorescos personajes. A pesar de la brevedad de esta parte, leemos varias peripecias, como el problema mecánico en mitad de la selva que el conductor se toma con extrema tranquilidad, que ejemplifican perfectamente las peculiaridades (desde la óptica europea) de África.
Mucho más personal, aunque casi igual de breve, es el libro Hazañas de los malos tiempos de Cristina Morano. La obra comienza reproduciendo una serie de entradas publicadas en las redes sociales y que mantienen el estilo directo y la heterogeneidad de este tipo de webs. La última parte, también procedentes de un blog, son fragmentos de lo que la propia autora define como un “Diario satírico político-social”. Desde una perspectiva menos íntima y con un estilo cercano a esas notas de sociedad a las que se aluden en el título, Morano nos proporciona una galería de personajes en la que caben políticos, futbolistas, los reyes y personas anónimas.
Entre la sección “Posts” y “Notas de sociedad” leemos la parte que da título al libro y que lo convierte en una pequeña joya que el lector no debe perderse. Se trata de una especie de autobiografía reciente en la que Morano narra lo vivido (lo sufrido, más bien) desde que la agencia creativa en la que trabajaba cerró y se quedó en el paro. Narra la autora unos años en los que las penurias económicas desestabiliza su vida y la sumen en una espiral de trabajos escasos y mal pagados y precariedad absoluta. Opta Morano por no esconder los momentos en los que su ánimo es más bajo, la ruptura sentimental que vive y la necesidad de pedir ayuda a amigos y familiares, construyendo así un testimonio de enorme crudeza sobre las consecuencias personales de la crisis.
Ambos libros significan un gran inicio para esta nueva y prometedora editorial centrada en la no ficción que es Newcastle.


Reseña publicada en El Noroeste: