Enlaces

viernes, 9 de diciembre de 2022

Tengo miedo torero - Pedro Lemebel


 Tengo miedo torero, Pedro Lemebel, Las Afueras, 2021 (2001), 204 págs., 18€. 

 

Existen muchas formas de ejercer la disidencia en un país que vive bajo un régimen dictatorial. Hay maneras más activas y visibles que se oponen a la injusticia institucional desde la oposición intelectual, periodística, política o, incluso, armada. Suelen ser las más peligrosas, ya que las que la ejercen pueden acabar en la cárcel, en el exilio o incluso muertos, pero también las más elogiadas por los demócratas ya que se les otorga el principal mérito cuando el tirano finalmente cae. Sin embargo, en toda dictadura existe un tipo de disidentes que ejercen su oposición a los mandatos y valores del régimen de manera menos explícita; en muchas ocasiones, especialmente en tiranías conservadoras, perfiles como el de los homosexuales o de las madres solteras, se ven abocados a vivir a la contra, ya que su mera existencia parece incomodar a los dictadores.  

En Tengo miedo torero, Pedro Lemebel crea una pareja protagonista que encarna estos dos tipos de disidencia tan diferentes pero, finalmente, tan necesarias ambas para la caída de la dictadura. Por un lado tenemos a Carlos, un joven universitario que forma parte de un movimiento revolucionario (terrorista para el Estado) que tiene como objetivo acabar con Augusto Pinochet. Por otro lado, está el personaje conocido como la Loca del Frente, un libérrimo travesti que vive de bordar primorosos manteles a las señoras de militares de alta gradación. El improbable encuentro entre dos personajes tan alejados, un chico educado con toda la vida por delante y un homosexual de terrible pasado (entre la prostitución y el acoso) que se enamora perdidamente de Carlos. Poco a poco la distancia que los separa se irá estrechando provocando que el chico, que aparece como un heterosexual poco interesado en los hombres, vaya cogiéndole cariño a la Loca del Frente y que a él (o ella, ya que su género varía a lo largo del libro) le surja una fuerte conciencia política motivada por la idealización que siente por Carlos.  

A la peculiar pareja protagonista se une en Tengo miedo torero otra mucho más tradicional: la formada por Augusto Pinochet y su mujer Lucy. Ambos aparecen retratados desde una manera un tanto grotesca, poniendo el foco en los comportamientos más ridículos (ella obsesionada por la ropa y el tarot; él, con una brutalidad que solo trata de esconder el miedo) de un matrimonio temido durante años por los chilenos. Lemebel realiza un ajuste de cuentas con la pareja y contrapone el hastío de su relación con la pasión que surge entre los protagonistas.  

El libro recoge un momento muy determinado de la historia de Chile: el año 1986. Tras década y media de terror, el régimen comienza a resquebrajarse por el progresivo aislamiento que sufre en el exterior y por el incremento de las protestas en el país. El grupo al que pertenece Carlos, y al que la Loca del Frente poco a poco irá sumándose primero dejando que guarden en su casa material o que realicen reuniones clandestinas y después de manera más consciente y activa, querrá dar un paso más en esa oposición al régimen.   

Esta atípica historia de amor en medio de un clima político tan convulso es contada por Lemebel con una prosa con un color muy especial. Al estilo poético de la narración se le suman fragmentos orales, algunos de ellos de la radio, y versos de viejas coplas, como ese “Tengo miedo torero” que se convertirá en contraseña íntima entre los protagonistas.


Reseña publicada en El Noroeste:




domingo, 20 de noviembre de 2022

La familia - Sara Mesa



La familia, Sara Mesa, Anagrama, 2022, 224 págs., 18€.

Posee la escritora Sara Mesa una especial y rara habilidad para crear historias de una gran profundidad con argumentos (aparentemente) sencillos y hasta anecdóticos. En su anterior novela, la aclamada e incómoda Un amor, ya demostró que se puede construir una trama agobiante y de una enorme tensión con situaciones cotidianas en las que los conflictos estallan por problemas aparentemente menores. En La familia, por la propia temática del libro relacionada con ese peculiar microcosmos al que el título alude, no hay ni siquiera graves conflictos, sino traumas provocados por una familia no tan normal como parece. 
Y es que el libro nos presenta una realidad que todos hemos vivido en nuestro ámbito familiar pero que difícilmente transciende las puertas del hogar. Porque ninguno de los comportamientos de Padre y Madre se pueden tachar de violentos ni su trato con los cuatro niños a su cargo se acercan al maltrato (al menos físico), pero crean una atmósfera opresiva que acaba influyendo, en mayor o en menor grado, en todos sus descendientes. Padre, el único de los personajes al que no se le dedica ningún capítulo, es un recto abogado que impone una férrea aunque no agresiva disciplina sobre los niños, pero también sobre Madre. El hombre, respetado por sus vecinos por su cordialidad, su educación y su labor filantrópica, está obsesionado con la cultura y con las enseñanzas de Gandhi y no solo prohíbe sino que vitupera en los chicos comportamientos tan normales como ver la televisión, salir con sus amigos, tener mascotas o recibir regalos. 
Esta asfixiante educación en la que se sanciona cualquier rasgo de sentimentalismo o individualidad, influye en distinto grado en los cuatro niños. Aquí, el pequeño, se muestra como el más invulnerable y desde su infancia hasta su madurez aparece como un ser pragmático y que sabe aislarse con facilidad. Martina también parece ser capaz de que no le afecte la opresiva crianza, quizás por el hecho de que se incorporó a la familia siendo ya casi una adolescente cuando su progenitora, hermana de Madre, falleció. Más huellas causan las estrictas normas de Padre en el inseguro Damián y en la errática Rosa; ambos tienen que sufrir en su vida adulta consecuencias de la malsana atmósfera de la casa donde se criaron. 
Para la creación de este microcosmos tan particular, aunque, ¿qué familia no lo es?, la autora evita la narración cronológica de los hechos y opta por una serie de capítulos breves que se van centrando en episodios importantes, o anecdóticos pero significativos, de la biografía conjunta de los seis personajes principales. Estos fragmentos abarcan desde la juventud de Madre hasta su muerte y gracias a ellos conocemos a los tres hijos y a la sobrina tanto en la infancia como en su madurez. Los capítulos funcionan casi como relatos independientes que, si bien son como teselas que van creando ese collage gracias al cual va tomando forma la historia de la familia, también podrían ser leídos de manera aislada. Desde esta perspectiva destacan “Uña y carne”, sobre el incómodo reencuentro de Rosa con una amiga de la universidad, y “Buenas personas”, en el que Martina coincide en un aeropuerto con un hombre al que conoció en el hospital cuidando a Madre. Este capítulo y el último, “La rendijita”, arrojan luz sobre el personaje más enigmático y complejo de La familia: Padre. 
Mesa muestra en este libro su habitual maestría en la creación de personajes sórdidos en su absoluta normalidad en una obra que la vuelve a confirmar como una de las narradoras más interesantes de la actualidad.   

Reseña publicada en El Noroeste:



lunes, 7 de noviembre de 2022

Un hijo cualquiera - Eduardo Halfon

 

Un hijo cualquiera, Eduardo Halfon, Libros del Asteroide, 2022, 140 págs., 15€.

 

Desde hace casi dos décadas Eduardo Halfon viene publicando una serie de libros breves con unos rasgos muy homogéneos tanto en la forma (narrador en primera persona que podemos identificar con el autor, ironía) como en la temática (relaciones familiares, judaísmo, el oficio de escritor). Esta manera de narrar episodios que van de lo más dramático (como el paso de sus antepasados por campos de concentración) hasta lo más divertido (especialmente relacionados estos con sus torpes acercamientos al sexo contrario o con equívocos identitarios) lo han situado como uno de los narradores más interesantes de la literatura latinoamericana contemporánea. En este nuevo libro introduce un tema novedoso a su mundo tan particular: la paternidad.

Y es que esta obra está recorrida desde el principio hasta el final por la relación con su hijo, desde el mismo momento de su nacimiento hasta que tiene unos tres años de edad. Un hijo cualquiera se organiza en dieciocho fragmentos de distinta extensión que se pueden leer como capítulos de una misma novela discontinua o como relatos independientes con elementos coincidentes. En varios de estos textos el autor nos va describiendo distintos episodios significativos de la crianza, como son la imitación del niño al padre (en este caso en el gesto de leer un libro), su educación musical o la difícil situación del confinamiento. Acompañamos al narrador en estas escenas íntimas que transcurren en Iowa, París o Berlín, sitios adonde la familia se va mudando, y que no son relatadas con esa mezcla de humor ácido y ternura tan propia del escritor guatemalteco. La temática paternofilial se completa en el libro con episodios en los que el autor era el hijo, ofreciéndonos una perspectiva diferente, con un padre más serio en situaciones más serias como el primer cigarrillo, el exilio familiar (el que realizaron a Estados Unidos huyendo de la violencia de su país natal), el servicio militar o la confesión por parte de su progenitor de que una vez estuvo a punto de morir ahogado. 

Junto a este asunto central en Un hijo cualquiera, Halfon vuelve a otros temas habituales en su obra narrativa, que algunos críticos han definido como una única novela escrita en episodios y a lo largo del tiempo, como son las relaciones con las mujeres, la vocación literaria o el judaísmo. El primero aparece con fragmentos de la adolescencia en los que se narran episodios iniciáticos como el primer beso. El judaísmo, fundamental en la obra de este escritor, posee aquí un peso menor que en obras anteriores, pero aparece inevitablemente cuando el hijo es circuncidado o cuando se mudan a Berlín, ciudad de terrible carga simbólica para cualquier judío. Más relevante es el tema de la literatura, en la que destaca el relato sobre cómo decidió abandonar su carrera de ingeniero, impuesta por su padre, y dedicarse en cuerpo y alma a la literatura, a la que llega de manera casual.

Además de en el tratamiento de estos temas, Halfon muestra una gran maestría en el manejo de una prosa en la que son frecuentes las paradojas con las que intrigar al lector. Por ejemplo, hablando del abuelo materno de su hijo se nos dice que “antes de ser padre él ya había sido padre” (97); o, para hablar de una obra literaria que “uno de los mejores libros que he leído es también uno de los peros” (121). 

Reseña publicada en El Noroeste:




martes, 25 de octubre de 2022

Montevideo - Enrique Vila-Matas

 


Montevideo, Enrique Vila-Matas,  Seix Barral, 2022, 300 págs., 18€.


Pocos autores son tan reconocibles en sus características literarias dentro del panorama narrativo español como Enrique Vila-Matas. Poseedor de un estilo muy personal que mezcla el ensayo con la narración más tradicional, la ficción con la tan discutida (y denostada en algunos ámbitos) autoficción y múltiples referencias a sus autores preferidos. Este cóctel que empezó a destilar en libros como Historia abreviada de la literatura portátil (1985), pilló con el paso cambiado a muchos críticos y sorprendió a los lectores, pero con los años, y especialmente gracias a su buena acogida en países como Francia, Vila-Matas se ha convertido en un referente indudable y en un maestro para las nuevas generaciones de escritores. En Montevideo recoge varias de las características que definen su obra, configurando así este libro como un ejemplo ideal de un mundo literario tan particular como el suyo. 

En primer lugar, Vila-Matas vuelve a presentarnos a un protagonista que se parece sospechosamente a él: un escritor barcelonés interesado por el mundo del arte contemporáneo. Sin embargo, se aleja de esta fácil identificación entre autor y personaje introduciendo elementos confusos sobre su vida y su obra; por ejemplo, cambia el título de alguno de sus libros y se muestra cansado de la famosa frase de Bartleby “preferiría no hacerlo” que tanto se asocia a él desde Bartleby y compañía (2000). Esta perspectiva irónica sobre su propia figura coincide con el tono socarrón que impregna gran parte del libro.

Al igual que en gran parte de su obra literaria, en Montevideo encontramos un enorme número de referencias a libros y a otros escritores como Julio Cortázar, Laurence Sterne, Paul Valéry, Antonio Tabucchi o Adolfo Bioy Casares. Además, el hecho de que el narrador sea escritor, aunque se confiese falto de inspiración tras el primer capítulo, nos permite acompañarlo en actos habituales de este oficio como charlas o participaciones en congresos que tendrán mucha importancia en la trama, que si bien existe, no es lo más relevante del libro.  

Y es que aunque la novela posee un marcado carácter ensayístico y son frecuentes las reflexiones sobre el mundo del arte, la ficción, la trascendencia o el oficio de la escritura, el narrador protagoniza dos episodios paralelos que se convierten en el núcleo de la acción. En el primero, aprovecha una invitación a Montevideo para pasar una noche en la habitación de un hotel que inspiró a Cortázar el cuento “La puerta condenada”; tiempo después, acude al parisino Museo Pompidou a una instalación de una artista llamada Madeleine Moore (trasunto de Dominique González Foester) en la que existe una habitación a la que solo él puede entrar. Estas dos escenas son fundamentales en el libro y comparten la presencia de extrañas puertas que contradicen su carácter liminar y parecen no dar a ningún sitio, no poder abrirse o desaparecer. Representan estos espacios el difuso límite entre realidad y ficción, tema central en la novela.

El libro, como hemos podido comprobar, es un repaso por distintos espacios y ciudades que no solo dan título a la novela, sino también a sus distintos capítulos. Destacan entre ellos Cascais, donde participa en un festival de cine, la ciudad Suiza de Saint Gallen, adonde acude invitado a un congreso, Bogotá, que recuerda por una situación traumática que allí vivió, y, especialmente, Montevideo y París. Si la capital uruguaya es nueva en el imaginario vilamatiano y se asocia a Cortázar y al poeta modernista Julio Herrera y Reissig, París no se acaba nunca en la obra del narrador barcelonés. En el final del libro se alude de forma amarga a los terribles atentados de 2015 que marcaron durante años a la ciudad del Sena.


Reseña publicada en El Noroeste.



jueves, 29 de septiembre de 2022

Espejos - Ary Malaver


Espejos, Ary Malaver, Valparaíso, 2022, 258 págs., 15€.

 

Con tan solo hojear este libro cualquiera descubrirá que Espejos no es una obra más. Esta primera afirmación al comienzo de una reseña crítica puede parecer demasiado hiperbólica; en un mercado saturado de nuevos títulos que luchan en las librerías por atraer la atención del lector, la originalidad es una cualidad muy valorada. Sin embargo, esa primera hojeada basta para constatar que desde la maquetación del texto Espejos posee una serie de rasgos que lo hacen sorprendente y, lo que es más importante en literatura, interesante gracias a una serie de características singulares que repasaremos a continuación.

Esa peculiar forma de los textos del libro en el papel a la que aludíamos es en forma de nota a pie de página. Los 233 fragmentos del libro de Ary Malaver aparecen en la parte inferior de la hoja, numerados y con una raya negra horizontal en la sección izquierda de la página que los separa del resto. Sin embargo, estos dos centenares largos de notas al pie no se corresponden, en principio, con ningún texto, ya que el resto de la hoja, la parte superior, queda en blanco. El autor subvierte así uno de los principios básicos de la literatura, ya que el texto no existe, o al menos no está presente de manera directa, y el paratexto, que habitualmente posee una labor auxiliar, secundaria y casi parasitaria, se convierte aquí en el protagonista.

Esta peculiar disposición gráfica de Espejos es seguramente la característica más llamativa del libro, pero no la única que hace de este un volumen original. De hecho, este tipo de modificaciones del lugar del texto en la página tiene una gran tradición en la literatura, por ejemplo, con los caligramas de los vanguardistas o con las experimentaciones del OuLiPo, un grupo francés de escritores de los años 60 y 70 del siglo XX. Sin ir más lejos, el poeta cartagenero José Alcaraz usó una estructura similar a la de Espejos en su poemario Edición anotada de la tristeza (2013).

Por eso, Malaver, va más lejos y también subvierte la relación habitual entre título y texto. Al comienzo del libro tenemos lo que podríamos considerar un índice, que se repite al final del volumen con la numeración de las páginas, con los títulos de los textos. Sin embargo, y como ya hemos señalado, en las páginas de Espejos no volvemos a encontrar esos títulos, ni los textos que el lector está acostumbrado a hallar, sino esas notas a pie de página que abandonan su lugar secundario y toman el protagonismo de la obra ante el vacío de título y texto.

Pero Malaver, autor peruano afincado en Estados Unidos, no se conforma con estas transgresiones textuales, sino que extiende su gusto por la heterodoxia al contenido de los 232 textos. No es fácil adscribir Espejos a un género literario determinado. La brevedad e independencia de la mayoría de los textos lo podría relacionar con la minificción, ese hiperónimo en el que se engloban géneros de corta extensión como el aforismo, el haiku o el microrrelato (los tres presentes en este libro). No olvidemos que Ary Malaver ha cultivado la minificción, en su anterior libro Incidentes (2019) y la ha estudiado, en su ensayo La brevedad como poética (2019). El libro culmina su apuesta por la heterogeneidad con su variedad temática (la mitología, la espiritualidad, la intertextualidad, la reivindicación del papel de la mujer en la Historia, etc.) y lingüística (además de español, hay fragmentos en inglés o francés). 


Reseña publicada en El Noroeste:


lunes, 19 de septiembre de 2022

Zihuatanejo - José Bocanegra



 Zihuatanejo. Una novelita tropical, José Bocanegra, La Marca Negra, 2022, 200 págs., 20€.

 

Existen algunos países que copan las noticias de los noticiarios españoles tan solo cuando hay alguna tragedia. Es el caso de México, territorio que asociamos con la violencia del narcotráfico desde hace años. Y si bien es verdad que este problema es acuciante y que la población mexicana sufre el azote de este problema, un país tan grande y variado posee también caras mucho más amables. Este ha sido uno de los objetivos de José Bocanegra al escribir este Zihuatanejo, una lectura que nos lleva fantasear con viajar a la costa del Pacífico mexicano y a disfrutar como lo hace en la novela Vincent, el protagonista.

La obra acompaña a este personaje durante toda su estancia en el país azteca desde su llegada a Zihuatanejo hasta su vuelta. Tras unos pequeños problemas de salud al comienzo de su estadía, “la venganza de Moctezuma”, los días pasan tranquilos y en el apacible verano de la costa mexicana y Vincent se puede dedicar a sus dos objetivos principales: escribir y hacer surf. En relación a la primera labor, el protagonista busca transmitir de manera directa sus experiencias en tierras americanas tal y como William S. Burroughs señala en la cita de El almuerzo desnudo que encabeza el libro: “Solo hay una cosa de la que puede escribir un escritor: lo que está ante sus sentidos en el momento de escribir. Soy un aparato para grabar”.

Bocanegra sigue también el consejo del escritor norteamericano y nos ofrece una narración de una claridad compositiva muy llamativa, en la que los pequeños acontecimientos de las vacaciones de Vincent se van sucediendo y en la que apenas encontramos digresiones. Al igual que ocurría en su anterior novela, Vacas (2020), el narrador murciano opta por el uso de frases cortas y por la escasez de adjetivos, siguiendo la senda de la narrativa beat. El único cambio relevante en cuanto al estilo en toda la novela es el uso de una segunda persona con la que el narrador se dirige a un narratario que resulta ser una chica que pasa parte de la estancia en la playa mexicana con el protagonista.

El segundo objetivo del viaje, surfear, ocupa la mayor parte del tiempo que Vincent pasa en México. Tras visitar varias localidades, el escritor acaba estableciéndose en La Saladita, una idílica población playera en la que vive una bien avenida comunidad de surfista. Esa despreocupación propia de los practicantes de esta actividad, cuyo único dolor de cabeza parece ser encontrar la próxima ola, crea un ambiente relajado y permite a Vincent introducirse en un grupo caracterizado por su tendencia a compartir, ya sea una tabla, un coche para llegar al pueblo más cercano o una buena cena regada con tequila y cervezas. Este microcosmos que se crea en La Saladita recuerda también el ambiente de Vacas (ubicada en el Cantábrico) y de otras novelas centradas en el ambiente surfero, como por ejemplo Vicio propio (2009) de Thomas Pynchon, cuyo argumento se desarrolla en las playas de Los Ángeles.

Zihuatanejo es, además de una “novelita tropical” como anuncia el subtítulo, una oda a la fraternidad de la comunidad de surfistas y una reivindicación del México más amable.    


Reseña publicada en ElNoroeste:



martes, 12 de julio de 2022

Omega - Javier Moreno





Omega, Javier Moreno, Aristas Martínez, 2022, 160 págs., 18€.

 

Durante la última década Javier Moreno se ha convertido en uno de los narradores que con mayor perspicacia ha indagado en los problemas que afronta la sociedad contemporánea. Su novela 2020 (2013) se ha leído tras los acontecimientos de ese año como premonitoria; Acontecimiento (2015) reflejaba la metamorfosis de la publicidad en nuestra época; tras los cuentos de Un paseo por la desgracia ajena (2017) se ocultaba una ácida sátira contra la moral burguesa, mientras que en Null Island (2019) se preguntaba sobre las intersecciones entre la literatura y las redes sociales. En su última novela, esta estupenda Omega, Moreno reflexiona sobre el futuro de las relaciones amorosas y sexuales en una época en la que la carnalidad ha sido prácticamente sustituida por su sucedáneo pixelado.

Si bien podemos establecer algunas conexiones con Acontecimiento (2015), de nuevo tenemos a un narrador protagonista que es un profesional de la gestión de contenido en las redes sociales, esta obra no se puede entender sin el ensayo que acaba de publicar Moreno casi a la vez: El hombre transparente (2022). Si bien en esta obra el autor murciano no desarrolla una trama ni emplea personajes de ficción como en Omega, sí que aparecen algunos de los temas que la novela trata, en especial la forma en la que nuestra sociedad y nuestras relaciones han variado en los últimos años debido a la inteligencia artificial, el big data, las aplicaciones móviles o las redes sociales.

Como digo, no debe esperar el lector de Omega un ensayo, aunque son frecuentes los pasajes especulativos en los que Moreno reflexiona sobre los temas que aparecen en la historia por boca de su narrador, sino que hallará una novela con un argumento breve y relativamente sencillo, pero con unos personajes magnéticos. En la creación del extraño triángulo formado por el narrador, Iratxe y Max está el principal atractivo de la obra de Moreno.

El narrador es un hombre aparentemente escéptico y bastante snob que se dedica profesionalmente a manejar los perfiles en redes sociales de políticos y artistas gracias a su gran conocimiento de este proceloso mundo. Entre sus clientes está su pareja, Iratxe, una cantante de moda que salió de un programa de talentos (OT) y que paulatinamente está consiguiendo el favor del público y de la industria de la música. En esta aparentemente pareja ideal, con su chalet con piscina, sus cócteles y sus posados en las entregas de premios donde Iratxe es agasajada, aparece un extraño tercer elemento: Max. Este es un brillante biólogo con una personalidad algo excéntrica que viene remarcada por una peculiaridad física: Max no puede parpadear ni mostrar gestos en su cara.

Cuando el científico, que siente una atracción muy peculiar hacia Iratxe, deja unos crípticos mensajes en la cuenta de la cantante, el narrador comienza a sentir una fascinación por su misteriosa figura primero, por sus reflexiones sobre el futuro de la humanidad después y por sus proyectos científicos finalmente. El narrador establece con Max una relación que bascula entre el miedo, el odio y la devoción y que va pareja con un replanteamiento de su relación con Iratxe. Aunque ella es una mujer sumamente atractiva y gozan de una satisfactoria vida sexual juntos, él comienza paulatinamente a tener con la mujer una relación mediatizada por las pantallas. Al igual que sus miles de fans, parece que al narrador le satisface más la imagen de una Iratxe desnuda en su móvil o seguir su gira por toda España en Google Maps que acostarse con ella. 



jueves, 30 de junio de 2022

La frontera interior - Manuel Moyano


 La frontera interior. Viaje por Sierra Morena. Manuel Moyano, RBA, 2022, 173 págs., 18€.

 

Necesita la narrativa de viajes un equilibrio entre la información sobre el lugar visitado, la historia del mismo y las vivencias del viajero. Maestros como Javier Reverte, con ese hito del género que es Corazón de Ulises por ejemplo, construyeron un modelo en la literatura española que ha seguido Manuel Moyano en La frontera interior, un libro que se convierte desde ya en un clásico de la literatura de viajes.

Al contrario que el citado Reverte, nuestro autor no nos ofrece un periplo por tierras extranjeras y de resonancias culturales tan amplias como es Grecia, sino de un espacio prácticamente desconocido para la mayoría de los españoles: Sierra Morena. Situada entre Andalucía y Castilla-La Mancha y Extremadura, esta zona pertenece en gran medida a lo que se ha venido en llamar la España vacía, como atestigua que el prólogo corra a cargo de Sergio del Molino, experto en la materia. Moyano demuestra en las páginas de este apasionado elogio de la sencillez de los paisajes y de la belleza tranquila de los pueblos más sobrios, que no hace falta marchar muy lejos para encontrar rincones dignos de ser visitados ya que lo más importante que debe llevar el viajero en su mochila es curiosidad.

El autor recorre en solitario y en su propio vehículo esta cadena montañosa que se extiende desde Jaén hasta el Alentejo portugués, pasando por las provincias de Córdoba, Ciudad Real, Badajoz y Huelva. Esta soledad del autor le permite pararse con calma en los principales hitos del camino y atender a los estímulos que allí percibe (olores de matas y árboles, cantos de pájaros, charlas con extraños) y que después describirá con prolijidad en el libro, otorgándole así su sello particular. Además, el lector encontrará oportunos y nunca excesivos datos sobre la historia de la zona y conocerá personajes como Pablo de Olavide, que fundó numerosos pueblos por mandato de Carlos III, el bandolero Diego Corrientes o Thürrigel, un controvertido alemán que ayudó a repoblar la zona.

A pesar de que Moyano acomete solo el viaje, este no se desarrolla nunca en soledad gracias a las personas que va conociendo durante su periplo. Entre ellas aparecen camareras, tenderos, monjes, funcionarios o simples jubilados que toman el sol en alguna plaza de su pueblo. Mayor importancia tienen aquellos con los que ha contactado previamente para que sean sus guías y que acaban convirtiéndose en amigos, como los escritores Manuel Moya y Alejandro López Andrada. Ambos acompañan durante unas jornadas al autor por unas zonas que han significado para ellos no solo el escenario de sus vidas, sino también el telón de fondo de sus obras literarias, cuyos versos Moyano va intercalando en la narración. Mención aparte merece Felipe Ferreiro, un anacrónico personaje que vive con su hija impedida en una antigua y aislada venta.

Dos temas directamente relacionados con los intereses del autor cordobés afincado en Molina de Segura aparecen en varias ocasiones a lo largo de toda la obra. El primero es la literatura; además de la inclusión de numerosos versos de autores de la zona, especialmente del ya citado López Andrada, en el libro se siguen las huellas de Miguel Hernández por la frontera entre Huelva y Portugal, donde fue capturado al intentar huir del país, y de Don Quijote de La Mancha por Sierra Morena. El otro tema es lo sobrenatural, ya que además de contar varias historias paranormales acaecidas en la zona, como la del enlutado, durante el viaje o en los días previos o posteriores se producen varias muertes de personas relacionadas con los guías de Moyano o con él mismo.

Reseña publicada en El Noroeste:





sábado, 28 de mayo de 2022

Sulfuro - Fernanda García Lao



 Sulfuro, Fernanda García Lao, Candaya, 2022, 171 págs., 16€.

 

Quizás uno de los temas más comunes en la literatura fantástica sea el de los fantasmas. Estos personajes representan uno de los miedos atávicos del ser humano: la vuelta a la vida de los que ya han fallecido. Zombis, renacidos, espíritus… su presencia en este tipo de narrativa ha sido tan abundante que cabría preguntarse si es posible arrojar nuevas perspectivas sobre el tema. Fernanda García Lao nos demuestra que la (buena) literatura es capaz de encontrar nuevos caminos que transiten hasta por los territorios más trillados y nos ofrece en Sulfuro, su última novela, una inquietante novela de aparecidos en el que el tema de los fantasmas se conjugan con otros de gran calado, como más adelante veremos.

El libro está protagonizado por una mujer que tiene una estrecha relación con los muertos. Caminando siempre entre la cordura, desde su perspectiva es algo lógico hablar con fantasmas, y la locura, el resto de personajes la ven como alguien extraño y peligroso, la protagonista posee una relación mucho más fluida con los espíritus que con los que aún permanecen en el mundo de los vivos. García Lao opta para acercarnos a este carácter tan peculiar por la segunda persona, con un narrador muy cercano al personaje que se dirige a ella y que siempre la acompaña, convirtiéndose en una especie de espejo de sus vicisitudes y pensamientos. Además, la narradora argentina emplea un lenguaje muy poético, con frases breves que se organizan también en capítulos de escasa extensión en los que es más importante lo inferido que lo narrado, creando así la atmósfera misteriosa perfecta para esta historia.

Aunque está lejos de ser una narración lineal y de explicitar todos los pasos que da la protagonista, en consonancia a ese tipo de prosa que, como acabamos de señalar, define al libro, el argumento de Sulfuro se puede resumir en apenas unas líneas. Una mujer se vuelve a casar, tras un matrimonio fallido con un concejal con el que tuvo dos abortos, con un escribano que tiene dos hijos de una mujer ya fallecida; la casa en la que se instala con su segundo marido está situada justo enfrente de un cementerio y comenzará a relacionarse con algunos de los muertos que allí “residen”, buscando conocer más sobre el fallecimiento de su madre y de la antigua mujer del escribano.

Esta importancia que poseen los espíritus en Sulfuro se relaciona con otros tres temas que, a mi juicio, también son fundamentales para entender esta historia que camina entre lo sórdido y lo macabro. En primer lugar, la religión sería un elemento fundamental; la protagonista lee constantemente un libro sobre las vidas de santos y también entra en contacto, durante un periodo, con una secta de la que intenta encontrar respuestas a sus dudas existenciales. El sexo sería otro de estos temas fundamentales; si las relaciones con los hombres que tiene la protagonista se caracterizan por la falta de interés cuando no se convierten en verdaderas violaciones, ella muestra un gran interés por los fallecidos, alguno de los cuales le atraen mucho más que los vivos. A estos temas debemos añadir el de la familia, fundamental para entender la novela. El deseo de ser madre de la protagonista desemboca en una disyuntiva que será fundamental al final del libro: elegir entre los hijos de su segundo marido y los abortos que ha trasplantado a una maceta y que cuida de forma maternal.   


Reseña publicada en El Noroeste:



sábado, 14 de mayo de 2022

Todo en orden - Luis Sánchez Martín

 


Todo en orden, Luis Sánchez Martín, Chamán, 2022, 15€, 194 págs.

 

Noto ciertas reticencias en algunos autores a la hora de escribir sobre un tema tan importante en la vida de la mayoría de nosotros como es el laboral. A menudo, y salvo excepciones notables, las obras narrativas desarrollan temáticas más sentimentales o familiares olvidando o pasando de puntillas por las consecuencias que el trabajo del protagonista tienen en su devenir. Por eso es de agradecer la propuesta de Luis Sánchez Martín, que en varios de los once cuentos de Todo en orden afronta sin cortapisas esta temática, centrándose, especialmente, en las consecuencias de la precariedad en la salud mental, en las relaciones y, en definitiva, en la vida de los personajes.

Son varios los relatos en los que los protagonistas viven atrapados en un trabajo que odian, que no les deja tiempo para tener aficiones y que, sin embargo, tampoco les ayuda a escapar de una existencia miserable rayana en la pobreza. La que es una de las lacras de nuestra sociedad, atenaza a estos personajes que ofrecen varias respuestas a sus problemas laborales. En “Todo en orden”, el más extenso y crudo del conjunto, el antiguo jefe de Gregorio es una de las cuatro personas, junto a su ex novia, su hermano y un abusón del colegio, que sufren su venganza tras haberlo vejado durante años cuando él descubre que tiene una enfermedad incurable. Similar argumento, aunque centrado sólo en lo laboral desarrolla “De nueve a dos (y de cuatro a siete y media)”, cuyo título ya adelanta esa condena que es para el protagonista ir a trabajar. En “El graznido”, el mejor del libro en mi opinión, esa “trampa” metafórica que es el empleo de muchos de los personajes se convierte en algo literal cuando el protagonista se queda encerrado en la nave donde trabaja.

Este relato posee un componente fantástico que comparte con otros dos de los cuentos, dentro de un conjunto de un gran realismo (a veces “sucio”), como son “Doscientas cincuenta pesetas”, donde un joven iracundo recibirá una lección de quien menos se lo espera, y “El del gato”, sobre una divertida reencarnación. Las relaciones tóxicas, presentes también en el ya citado “Todo en orden”, serían el tema central de cuentos como “Distrito federal”, sobre la violencia que sufre como una lacra toda una familia, y “Siempre a tu lado”, sobre un marido controlador y machista. Ambos son relatos, como muchos de los del conjunto, con un tono desesperanzado y sombrío que muestran la crudeza que pueden tener las relaciones humanas. Esta violencia que aparece en varios de los cuentos llega a su paroxismo, además de en el último relato, en “Nada en el buzón”, sobre la doble vida de un hombre aparentemente apacible.

Dentro de este contexto tan pesimista, solo unos pocos temas parecen mostrar la esperanza a los personajes; uno de ellos sería la lectura. La que era prácticamente la única motivación del resentido protagonista de “Todo en orden”, se convierte en una obsesión para el de  “Páginas en blanco”; la biblioteca aparece como una isla de paz en medio de un océano de violencia y apatía. La amistad sería otro de esos islotes, como muestra el narrador de “En doble fila”, que mantiene la fidelidad hacia el conflictivo Marcos a pesar del largo historial de problemas que este arrastra.

Reseña publicada en El Noroeste:



jueves, 7 de abril de 2022

Flores eléctricas para Kisuri - Pedro Pujante


 Flores eléctricas para Kisuri, Pedro Pujante, Bunker Books, 2021, 187 págs., 16€. 

 

Uno de los estados mentales más desconocidos que puede sufrir el ser humano, al menos para los profanos en medicina, es el coma. Cuando alguien entra en esa situación tras un accidente o enfermedad se instala en una especie de limbo entre la vida y la muerte de muy difícil aceptación para su familia, que se suele mover entre la esperanza de que despierte, el miedo a que no lo haga y las dudas sobre qué grado de conciencia puede llegar a tener el enfermo. Esta última pregunta que muchos nos hacemos cuando pensamos en una persona en esta terrible situación, qué es capaz de captar el enfermo de lo que hay a su alrededor mientras está en la cama de un hospital, está en la base de Flores eléctricas para Kisuri, la última novela de Pedro Pujante.  

Porque el coma es el estado que sufren los tres protagonistas de la novela: los adolescentes Kisuri e Hiruki, que comparten habitación, y el hombre del que poco se conoce, que recibe el nombre de Ryuto y que duerme en otro lugar del mismo hospital japonés. El escritor murciano, que posee una larga trayectoria en la narrativa de ciencia ficción, imagina que mientras estos tres personajes sufren el estado vegetativo viven una existencia paralela en un lugar de difícil definición que en el libro es bautizado como La Residencia. Es este una especie de universo paralelo, un ámbito onírico en el que las cosas nunca son como parecen y en el Hiruki y Kisuri llevan una experiencia de la que nunca son conscientes del todo, como si fueran unos sujetos pasivos del sueño de otro, del terrible Ryuto.  

El libro está construido como una especie de puzle que sólo al final será completado y que somete a la atención del lector a no pocas pruebas, ya que le hace dudar constantemente sobre el carácter real o no de las situaciones descritas. Se busca así que empaticemos con las constantes epifanías que sufre la pareja protagonista, especialmente Hiruki, que será a quien sigamos en los primeros capítulos hasta que conoce la realidad sobre La Residencia, sobre Kokoro/Kisari y sobre sí mismo. En esta compleja trama no faltarán las intercalaciones de sucesos del mundo real, desde los hechos que llevaron a los tres personajes principales al estado en el que se encuentran hasta la inquietante llegada de una nube tóxica al hospital donde se encuentran.  

Pujante muestra en Flores eléctricas para Kisuri una imaginación desbordante, en un libro repleto de plásticas descripciones del surrealista universo donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Además, incluye no pocas referencias intertextuales en la trama, entre las que destacan las alusiones a la Divina Comedia de Dante, La Residencia también posee siete círculos, al género del ciberpunk, del que la novela toma parte de su estética, o a personalidades como Scarlett Johanson, nombre que recibe uno de los personajes, o Hikari Oe, un compositor musical autista que guarda similitudes con el hermano de Kisuri, que en la novela recibe el nombre de su padre, el escritor Kenzaburo Oe.  

Estamos, en definitiva, ante un libro que hará las delicias de los amantes de la narrativa de ciencia ficción.

Reseña publicada en El Noroeste:



sábado, 2 de abril de 2022

Entre amigos - Antonio Parra Sanz


 


Entre amigos, Antonio Parra Sanz, Menoscuarto, 2022, 192 págs., 14€.

 

Los lectores aficionados a la novela negra suelen conocer bastante bien los entresijos de este tipo de narraciones, de tal forma que exigen algún tipo de novedad a los autores para sentirse atraídos por su libro. Estos deben conseguir un equilibrio bastante complicado: por un lado deben moverse dentro de los cánones del género (a saber, una investigación criminal llevada a cabo por un policía o un detective de magnética, normalmente por su desordenada vida, personalidad), pero, a la vez, deben ofrecer algo diferente. Este elemento distintivo viene determinado en esta ocasión por el proyecto de la serie Seis Doble, ideado por la editorial Menoscuarto. Como ocurre con otras sagas, esta está protagonizada por una misma investigadora, la detective Sonia Ruiz, pero tiene la peculiaridad de que cada entrega ha de ser escrita por un autor diferente. Así, tras novelas creadas por Lorenzo Silva y Noemí Trujillo, Andreu Martín o Claudio Cerdán, le llega el turno a Antonio Parra Sanz, que sale victorioso del encargo.

Y es que este autor ha demostrado ya su solvencia en el género en la serie de novelas protagonizadas por Sergio Gomes y su conocimiento de la novela negra desde su posición de crítico literario y de organizador del encuentro anual Cartagena Negra. En el caso de Entre amigos, Parra Sanz nos ofrece una trama que no da descanso al lector, con constantes giros argumentales que son asimilados de manera lógica en la historia pero que no ofrecen respiro desde el impactante inicio al violento final. La novela cuenta la investigación que debe llevar a cabo la detective Sonia Ruiz para descubrir quién está detrás del extraño comportamiento de su ayudante Pau, que ha atacado a unos policías estando muy drogado, y de su posterior desaparición. En las casi doscientas páginas del libro, que se leen con gran celeridad gracias a la amenidad del libro, acompañamos a la investigadora Ruiz por medio Madrid detrás de las pistas necesarias para ayudar a su compañero.

Este personaje es seguramente el principal polo de atracción del libro; Sonia Ruiz es una mujer que posee casi todos los rasgos que asociamos al buen detective y que tradicionalmente sólo aparecían en personajes masculinos. Ella, al igual que los mejores detectives privados del género, se muestra como un personaje ambiguo, que pretende resolver el caso con métodos poco ortodoxos que la llevarán a frecuentes choques con la policía. Ruiz es una mujer dura, amante de la velocidad, el gimnasio y el rock de Extremoduro, pero que muestra también su sensibilidad al sentirse afectada por los problemas de Pau. Mantiene con este chico una relación que oscila entre el compañerismo, la protección cuasi maternal y la atracción erótica, en un cóctel que convierte su investigación en una carrera contrarreloj por salvar a alguien tan querido.  

Aunque la novela está repleto de personajes interesantes, como el mafioso rumano que controla el futuro de Pau, o el cerebral inspector Corán, que dirige la investigación policial, son otros dos personajes femeninos los que más atraen la atención de esta novela que, definitivamente, rompe con los tópicos más rancios del género. Por un lado destaca Alba, la novia de Pau, que en un principio aparece como una víctima más de la mafia rumana pero que pronto desvelará su verdadera cara. Por otro, la subinspectora Lidia Goya, cuya similitud de carácter con Sonia las llevará a chocar pero también a colaborar por el bien de la investigación.

Reseña publicada en El Noroeste: