Flores eléctricas para Kisuri, Pedro Pujante, Bunker Books, 2021, 187 págs., 16€.
Uno de los estados mentales más desconocidos que puede sufrir el ser humano, al menos para los profanos en medicina, es el coma. Cuando alguien entra en esa situación tras un accidente o enfermedad se instala en una especie de limbo entre la vida y la muerte de muy difícil aceptación para su familia, que se suele mover entre la esperanza de que despierte, el miedo a que no lo haga y las dudas sobre qué grado de conciencia puede llegar a tener el enfermo. Esta última pregunta que muchos nos hacemos cuando pensamos en una persona en esta terrible situación, qué es capaz de captar el enfermo de lo que hay a su alrededor mientras está en la cama de un hospital, está en la base de Flores eléctricas para Kisuri, la última novela de Pedro Pujante.
Porque el coma es el estado que sufren los tres protagonistas de la novela: los adolescentes Kisuri e Hiruki, que comparten habitación, y el hombre del que poco se conoce, que recibe el nombre de Ryuto y que duerme en otro lugar del mismo hospital japonés. El escritor murciano, que posee una larga trayectoria en la narrativa de ciencia ficción, imagina que mientras estos tres personajes sufren el estado vegetativo viven una existencia paralela en un lugar de difícil definición que en el libro es bautizado como La Residencia. Es este una especie de universo paralelo, un ámbito onírico en el que las cosas nunca son como parecen y en el Hiruki y Kisuri llevan una experiencia de la que nunca son conscientes del todo, como si fueran unos sujetos pasivos del sueño de otro, del terrible Ryuto.
El libro está construido como una especie de puzle que sólo al final será completado y que somete a la atención del lector a no pocas pruebas, ya que le hace dudar constantemente sobre el carácter real o no de las situaciones descritas. Se busca así que empaticemos con las constantes epifanías que sufre la pareja protagonista, especialmente Hiruki, que será a quien sigamos en los primeros capítulos hasta que conoce la realidad sobre La Residencia, sobre Kokoro/Kisari y sobre sí mismo. En esta compleja trama no faltarán las intercalaciones de sucesos del mundo real, desde los hechos que llevaron a los tres personajes principales al estado en el que se encuentran hasta la inquietante llegada de una nube tóxica al hospital donde se encuentran.
Pujante muestra en Flores eléctricas para Kisuri una imaginación desbordante, en un libro repleto de plásticas descripciones del surrealista universo donde se desarrolla la mayor parte de la historia. Además, incluye no pocas referencias intertextuales en la trama, entre las que destacan las alusiones a la Divina Comedia de Dante, La Residencia también posee siete círculos, al género del ciberpunk, del que la novela toma parte de su estética, o a personalidades como Scarlett Johanson, nombre que recibe uno de los personajes, o Hikari Oe, un compositor musical autista que guarda similitudes con el hermano de Kisuri, que en la novela recibe el nombre de su padre, el escritor Kenzaburo Oe.
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