Entre
amigos, Antonio Parra Sanz, Menoscuarto, 2022, 192 págs.,
14€.
Los lectores aficionados
a la novela negra suelen conocer bastante bien los entresijos de este tipo de
narraciones, de tal forma que exigen algún tipo de novedad a los autores para
sentirse atraídos por su libro. Estos deben conseguir un equilibrio bastante
complicado: por un lado deben moverse dentro de los cánones del género (a
saber, una investigación criminal llevada a cabo por un policía o un detective
de magnética, normalmente por su desordenada vida, personalidad), pero, a la
vez, deben ofrecer algo diferente. Este elemento distintivo viene determinado
en esta ocasión por el proyecto de la serie Seis Doble, ideado por la editorial
Menoscuarto. Como ocurre con otras sagas, esta está protagonizada por una misma
investigadora, la detective Sonia Ruiz, pero tiene la peculiaridad de que cada
entrega ha de ser escrita por un autor diferente. Así, tras novelas creadas por
Lorenzo Silva y Noemí Trujillo, Andreu Martín o Claudio Cerdán, le llega el turno
a Antonio Parra Sanz, que sale victorioso del encargo.
Y es que este autor ha
demostrado ya su solvencia en el género en la serie de novelas protagonizadas
por Sergio Gomes y su conocimiento de la novela negra desde su posición de
crítico literario y de organizador del encuentro anual Cartagena Negra. En el
caso de Entre amigos, Parra Sanz nos ofrece una trama que no da descanso
al lector, con constantes giros argumentales que son asimilados de manera
lógica en la historia pero que no ofrecen respiro desde el impactante inicio al
violento final. La novela cuenta la investigación que debe llevar a cabo la
detective Sonia Ruiz para descubrir quién está detrás del extraño
comportamiento de su ayudante Pau, que ha atacado a unos policías estando muy
drogado, y de su posterior desaparición. En las casi doscientas páginas del
libro, que se leen con gran celeridad gracias a la amenidad del libro,
acompañamos a la investigadora Ruiz por medio Madrid detrás de las pistas
necesarias para ayudar a su compañero.
Este personaje es
seguramente el principal polo de atracción del libro; Sonia Ruiz es una mujer
que posee casi todos los rasgos que asociamos al buen detective y que
tradicionalmente sólo aparecían en personajes masculinos. Ella, al igual que
los mejores detectives privados del género, se muestra como un personaje
ambiguo, que pretende resolver el caso con métodos poco ortodoxos que la
llevarán a frecuentes choques con la policía. Ruiz es una mujer dura, amante de
la velocidad, el gimnasio y el rock de Extremoduro, pero que muestra también su
sensibilidad al sentirse afectada por los problemas de Pau. Mantiene con este
chico una relación que oscila entre el compañerismo, la protección cuasi
maternal y la atracción erótica, en un cóctel que convierte su investigación en
una carrera contrarreloj por salvar a alguien tan querido.
Aunque la novela está
repleto de personajes interesantes, como el mafioso rumano que controla el
futuro de Pau, o el cerebral inspector Corán, que dirige la investigación
policial, son otros dos personajes femeninos los que más atraen la atención de
esta novela que, definitivamente, rompe con los tópicos más rancios del género.
Por un lado destaca Alba, la novia de Pau, que en un principio aparece como una
víctima más de la mafia rumana pero que pronto desvelará su verdadera cara. Por
otro, la subinspectora Lidia Goya, cuya similitud de carácter con Sonia las
llevará a chocar pero también a colaborar por el bien de la investigación.
Reseña publicada en El Noroeste:
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