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miércoles, 17 de mayo de 2023

Cerbantes Park - Carlos Robles Lucena


 


Cerbantes Park, Carlos Robles Lucena, Navona, 2022, 280 págs., 19€.

    Los parques de atracciones suelen ser vistos con cierta superioridad, cuando no con verdadero desprecio, por los intelectuales. Las élites culturales, si tal sintagma mantiene hoy en día lógica y vigencia, los consideran burdos lugares de esparcimiento para la clase media creados por grandes compañías que buscan más que su entretenimiento su dinero. Incluso los parques temáticos, que parecen estar sostenidos por un entramado intelectual algo más sólido que los que simplemente son una mera acumulación de atracciones de feria, suelen vincularse a fenómenos de lo que un día fue considerado la “baja cultura”. Muchos de estos prejuicios sobre los parques de atracciones en sí y sobre las diferencias entre la “alta cultura” y el consumo de productos culturales aparecen en Cerbantes Park, la inteligentísima y mordaz novela de Carlos Robles Lucena.

            En ella el Comisario, uno de los dos protagonistas del libro, idea la construcción de un parque temático literario diferente, menos orientado al consumo que a conseguir que sus clientes (“lectores” en la terminología de la empresa) vivan una experiencia cultural inmersiva relacionada con algunas de las grandes obras de la literatura universal. Su obsesión por los parques de atracciones se remonta a su juventud, cuando consiguió una beca que le iba a permitir viajar por las ferias clásicas de Europa para después escribir un ensayo que reivindicara este tipo de espacios. Sin embargo, el proyecto encalló en la primera escala, Viena, donde visitó el famoso Prater pero donde también conoció a su futura mujer, la adinerada Almudena, de la mano de la cual entra en el lucrativo mundo del arte contemporáneo. Es solo años después, al volver a su localidad natal, una ciudad dormitorio trasunto de Tarrasa, cuando decide retomar su afición y ofrecer a la ciudad donde creció en una familia obrera un aliciente cultural y económico. Las contradicciones entre sus aspiraciones y sus ideales acabarán afectando a la propia naturaleza del proyecto.  

            El contrapunto al resuelto, exitoso y algo snob Comisario lo representa Jacob, un antiguo amigo del barrio de aquel que, al contrario que el otro protagonista, no ha conseguido triunfar y al que su experiencia como editor lo dejó en una situación económica de precariedad. Si el Comisario es el empresario cuyos contactos ponen en marcha Cerbantes Park, Jacob es el intelectual comprometido hasta el integrismo con la cultura que vela por la ortodoxia de un proyecto cuyo nombre ha de llevar incluso la grafía original del apellido del creador del Quijote. Entre ambos, y con la ayuda de un equipo multidisciplinar, crean en la riera de su ciudad natal un peculiar parque en el que los “lectores” pueden vivir en primera persona experiencias como la de degustar la casa de dulces de Hansel y Gretel, recibir en una playa artificial los ladridos del perro de Ulises o visitar el Nautilus. 

            Con estos mimbres, Robles Lucena crea una historia plagada de referencias literarias, donde la intertextualidad desborda el espacio del Cerbantes Park para rebosar las páginas del libro con la presencia de numerosas citas a autores y libros, algunos de los cuales quedan consignados en la nota final, que convierten a la novela en una reivindicación de la literatura. Además, Cerbantes Park es una potente sátira que dispara con gracia pero sin piedad contra los esnobismos de la élite cultural, las ínfulas de la burguesía, los tejemanejes de las instituciones y las contradicciones del mercado editorial (Jacob define Sant Jordi como “una fiesta literaria realizada con todo aquello que les gusta de la literatura a los que no les gusta la literatura”).


Reseña publicada en La Verdad:



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