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jueves, 13 de abril de 2023

Anoxia - Miguel Ángel Hernández


 

Anoxia, Miguel Ángel Hernández, Anagrama, 2023, 272 págs., 18€.

 

            Después de cuatro novelas, la obra literaria del escritor murciano Miguel Ángel Hernández se ha consolidado como una de las más interesantes de su generación. Lo ha hecho desarrollando en su trayectoria dos temas fundamentales: el mundo del arte y el duelo. Si en sus novelas anteriores Hernández se centraba en uno u otro asunto, en Anoxia los mezcla con acierto ofreciéndonos una obra desasosegante.

            La gestión de la tristeza por el duelo ya estaba en el centro de su novela anterior, El dolor de los demás (2018), en la que reconstruía el asesinato y posterior suicidio que cometió su mejor amigo de la infancia. En cierta manera el título de aquella también podría aplicarse también a esta, ya que la protagonista, Dolores, debe tratar con personas que acaban de perder a sus seres queridos y ha de hacerlo sin empatizar demasiado con ellas para no reabrir sus propias heridas, especialmente la muerte de su marido. Lo ha de hacer por el curioso y macabro encargo que un misterioso anciano, Clemente, le ha realizado: fotografiar a difuntos. Con el paso del tiempo, y mientras va conociendo más al hombre, Dolores irá volviendo una y otra vez a los tanatorios y desentrañando la historia familiar del anciano. A su vez, todo ello la retrotraerá a las muertes de su propia familia y se preguntará si gestionó bien su matrimonio, lastrado durante años por el cuidado de su padre enfermo.

            El segundo de los temas centrales del libro, el mundo del arte, coincide con el que Hernández trató en Intento de escapada (2013) y El instante de peligro (2015). Los tejemanejes de la gestión pública de las obras artísticas están aquí encarnados por Alfonso, el director del Archivo Fotográfico Regional, un despiadado y egocéntrico gestor que usa a Dolores para conseguir la colección de fotografías post-mortem de Clemente. Estas peculiares instantáneas, que obsesionan al anciano hasta hacerlo cruzar ciertos límites morales, adquieren una gran relevancia en el libro, donde son frecuentes las descripciones técnicas de las fotografías y daguerrotipos que Dolores y Clemente realizan o que este último colecciona. De nuevo, al igual que en los dos libros antes citados, Miguel Ángel Hernández otorga protagonismo a un objeto artístico y reflexiona sobre las posibilidades que ofrece.

            Otro elemento relevante de Anoxia es el cronotopo de la novela: la mayor parte de la trama se ubica en la costa del Mar Menor, en un pueblo sin nombre que podemos identificar con Los Alcázares, en la segunda mitad de 2019. El autor sitúa a los personajes en medio de las riadas que la localidad sufrió en esta época y de la contaminación del mar que llevó a que la orilla de la laguna se llenara de peces muertos. Este episodio de anoxia que da título al libro encuentra su paralelismo en la falta de aire de Clemente, que ve como su fin se acerca y que busca en Dolores a su heredera en la realización de fotografías post-mortem.

            El libro aúna con maestría los dos temas antes citados con el homenaje a la resiliencia del pueblo marmenorense. Además, Hernández dosifica perfectamente la tensión vivida por Dolores, la protagonista del libro, en una trama que va creciendo en intensidad y con una prosa en la que destaca el uso de las frases breves yuxtapuestas como pequeñas sentencias.  


Reseña publicada en El Noroeste:



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