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jueves, 10 de marzo de 2022

Salvatierra - Pedro Mairal


 Salvatierra, Pedro Mairal, Libros del Asteroide, 2021 (2008), 170 págs., 18€.  


Afronta este Salvatierra uno de los retos más difíciles que puede afrontar un texto narrativo: basar su trama en una pintura. Algunos textos parten de cuadros conocidos, alojados en la memoria del lector o fácilmente localizables con una búsqueda por internet. Sin embargo, en esta novela de Pedro Marial, publicada originalmente en 2008 y reeditada en 2021, el cuadro que se establece como eje de la historia posee dos dificultades: es inventado y es de un tamaño descomunal. El hábil narrador porteño solventa esta dificultad con una serie de minuciosas descripciones de la pintura que resultan fundamentales para entender la obra y a su autor.  

Porque en Salvatierra el cuadro y la vida del artista son inseparables por la peculiar naturaleza de la pintura. El lienzo es una especie de diario personal de Juan Salvatierra, un aparentemente anodino empleado de correos de una pequeña localidad argentina, en el que a lo largo de sesenta años y casi a diario va retratando sus vivencias, sus sueños y sus preocupaciones. Tras seis décadas de trabajo casi ininterrumpido el pintor deja un kilométrico fresco de su experiencia en la tierra en unos sesenta rollos, uno por año, que acumulan polvo en un almacén.  

Esta peculiar herencia es recibida por el narrador, el hijo menor del pintor, en una etapa en la que su vida parece carecer de motivaciones: la inmobiliaria que regenta en Buenos Aires cierra, su hijo se marcha a Europa y su matrimonio hace tiempo que fracasó. Por eso, el narrador, con el apoyo más pasivo de su hermano Luis, convierte la gestión de la original obra de su padre en una misión. Lo que al principio es un trabajo tedioso, tratar con políticos, pedir subvenciones, convencer a un museo que quiera exponer el larguísimo cuadro, se convertirá en una investigación detectivesca al darse cuenta de que falta uno de los rollos.   

Es aquí donde Mairal demuestra su pericia como narrador con una trama ligera y entretenida que adquirirá mucha mayor enjundia al final. En ese proceso de investigación, el narrador irá descubriendo algunos secretos de la vida de su padre que quedan al descubierto en el cuadro que obsesivamente recogió casi toda su existencia. Este final ejemplificará las peculiaridades de las relaciones paternofiliales y cómo los hijos solemos tener una visión parcial y desvirtuada de la vida de nuestros progenitores, mediatizada por su relación con nosotros.  

El otro tema principal del libro es el uso del arte como expresión autobiográfica. Al contrario de lo que ocurre con la mayoría de las novelas, en las que se emplea la escritura para reflejar la vida del autor o del narrador, Mairal opta por usar la pintura como el catalizador de este deseo de reflejar lo vivido. Salvatierra es un personaje que apenas puede comunicarse mediante la palabra, quedó mudo tras un accidente hípico siendo niño, y que, sin embargo, lo hace con fluidez en su cuadro. Este es una especie de pintura cinética en la que, como el cercano río Uruguay que tanta importancia tiene en la novela, nunca debe dejar de fluir.  

También es interesante el acercamiento al mundo del arte, un ámbito en el que las instituciones a menudo dejan de lado a pintores poco conocidos de los que posteriormente quieren aprovecharse cuando adquieren notoriedad.  

Reseña publicada en El Noroeste:



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